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María Eugenia Ludueña – Cosecha Roja.-

Cinco años después, la acción no tuvo su epicentro en la comisaría 4ta., donde se cargaron las balas de la policía bonaerense que mataron a Franco Almirón (16) y a Mauricio Ramos (17) sino a unos metros, en la Plaza de los Trabajadores en José León Suárez. Ahí se congregaron detrás de la bandera que decía “Franco y Pela presentes”, familiares, vecinos, militantes de agrupaciones diversas y activistas para recordar la Masacre de Carcóva (con acento en la o) el 3 de febrero de 2011. Cerca de mil personas se movilizaron hasta el lugar donde fueron los fusilamientos. “Memoria, verdad y justicia” y “Ni un pibe menos” no son consignas, son luchas a las que el barrio le pone el cuerpo. Este aniversario había motivos de sobra para una marcha con espíritu ampliado.

1. Yo sabía

En la primera de las cinco paradas previstas para la caminata -una por cada año sin los jóvenes- Miriam Medina -la foto de su hijo Sebastián Bordón, asesinado por la policía de Mendoza, en el pecho- tomó el megáfono y con voz firme, intercalando los silencios como si fuera un verso, dijo: “Cinco años sin Franco ni Mauricio, cinco años de lucha, cinco años sin obtener justicia. Cinco años en que los asesinos de los pibes están en libertad. Seguimos en la calle con una policía asesina, que lastima a Lucas Cabello en La Boca, a los pibes de la murga en Bajo Flores”, dijo en alusión a la represión de Gendarmería que hirió a 15 chicos. “Hay una diferencia entre el 19 y 20 de diciembre: la gente está en la calle y organizada. Por los despidos de los compañeros y defendiendo a los pibes de Carcóva”. En la esquina, las vecinas que la escucharon desde la puerta de sus casas, la aplaudieron.

Yo sabía/yo sabía/que a los pibes/los mató la policía.

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2. Hoy es Lucas

En cada parada, hablaban familiares de víctimas de violencia institucional. En la segunda, la madre de Lucas Cabello -con secuelas graves por los disparos de un agente de la Policía Metropolitana en diciembre- contó con un nudo en la garganta que su hijo todavía se está recuperando. El padre de Lucas la abrazó. Después, levantó la foto de su hijo y cantó:

Hoy es Lucas/mañana es su hijo/la Metropolitana/es fácil de gatillo.

Fermina (20) marchaba con la columna junto a los compañeros: “Mientras más seamos, más se demuestra que no somos indiferentes”. Nazarena (16) asentía: “Esto le puede pasar a cualquier pibe que tenga la zapatilla más rota. Es importante demostrar que esto no puede seguir: hay movimientos que bancan a los pibes y a los barrios”.

3. No queremos mano dura

Al frente caminaban el diputado nacional, militante del movimiento Evita e impulsor de la Campaña nacional contra la violencia institucional, Leonardo Grosso, junto a Victoria Montenegro y el legislador Pablo Ferreyra. La siguiente parada fue ante un mural en la esquina donde se juntaban los pibes. Con una camiseta del seleccionado argentino, Gonzalo Bugatto, hermano de Lautaro -futbolista asesinado por un policía en mayo de 2012- dijo: “Estuve en esta marcha dos meses antes de que mataran a mi hermano. Jamás se me hubiera ocurrido iba a conocer la dimensión del sufrimiento en carne propia”. Después habló Carola, la mamá de Jorge David Orona. “Con este presidente no sé si vamos a tener justicia. Yo también salgo de una villa, a mi hijo lo mató el hijo de un narco con protección policial. No dejemos de marchar, luchemos por nuestros chicos”.

No queremos mano dura/no queremos represión/queremos para los pibes/trabajo y educación.

4. Felices los pobres

La columna hizo un silencio reverencial frente a la capilla de la Virgen de Luján, a cargo del padre Pepe Di Paola. Ayer no estaba y el padre Jorge – uno de los primeros que mostró su solidaridad por los pibes- leyó la carta escrita por el párroco: “Queridos hermanos, queremos decir desde nuestra fe que la violencia no es el camino que Dios nos enseñó. La falta de justicia genera más violencia”. Entre todos rezaron un Ave María y alguien le pidió al padre Jorge la bendición.

– La bendición son ustedes, la bendición viene del pueblo- dijo el cura. Recordó un pasaje del Evangelio: “Felices los pobres porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Y  agregó: “Felices los pobres que se movilizan para defender a la justicia. Sí a la paz que se conquista con la movilización”.

Los pibitos de la murga Don Bosco hicieron sonar muy fuerte sus tambores. Donde uno miraba, encontraba una niña o un niño con cartulinas de colores pidiendo Justicia. Los rostros fotocopiados eran los de Franco y Mauricio.

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5. Justicia

La columna atravesó el barrio de viviendas sin revoque y calles de tierra. Décadas atrás, allí sólo había basurales, escenarios de dolor, de los fusilamientos visibilizados por la investigación de Rodolfo Walsh en Operación Masacre. El gentío pasó delante de los cartones que anuncian detrás de una puerta se venden jugos, detrás de otra toallitas higiénicas y conos de papas fritas. La larga fila cruzó el riacho hediondo, se abrió paso entre los restos de basura y las vías donde cinco años atrás se produjo el descarrilamiento de un tren de carga; llevaba autopartes y alimentos.

Aquel día Franco Almirón (16), Mauricio ‘Pela’ Ramos (17) y Joaquín Romero iban hacia el CEAMSE a buscar lo que el resto del mundo desecha y ellos reciclaban, y junto con los vecinos, se acercaron a los vagones. En la sentencia (marzo de 2014), el Tribunal Oral en lo Criminal 2 de San Martín condenó al policía Gustavo Vega a siete años de prisión por las muertes y por las heridas a Joaquín Romero, el sobreviviente cuyo valioso testimonio permitió un poco de Justicia. Gustavo Rey, el otro policía acusado, fue absuelto. El tribunal dio por probado que los disparos que mataron salieron de la policía. En noviembre de 2015, la Sala I de la Cámara de Casación Penal bonaerense anuló la absolución del sargento Rey, recalificó la condena a Vega por considerar agravante el abuso de sus funciones, y ordenó un nuevo juicio.

“Más tarde, más temprano, va a haber un nuevo juicio para Rey y una pena adecuada para Vega”, dijo Federico Efrón, abogado del CELS que representa a las familias de las víctimas junto a Juan Carlos García Dietze. Efrón criticó que “el Ministerio Público Fiscal no está avanzando con los jefes. Hay elementos para hacerlo”.

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La caminata terminó frente al predio donde funciona el Centro Preventivo Local de Adicciones (CePLA) de SEDRONAR (Secretaría para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico). Allí, donde chicas y chicos del barrio realizan actividades recreativas, se inauguró una muestra de fotos sobre la masacre.

Joaquín, “el fusilado que vive”, caminaba entre la gente con perfil bajo: tiene secuelas físicas, psicológicas y emocionales de por vida. Desde el escenario, Leonardo Grosso agradeció a los presentes. Habló poco: los protagonistas fueros los familiares. En la caminata había recordado que el Movimiento Evita llevaba años trabajando en la Carcóva cuando supo que le habían disparado a Mauricio (sobrino de una militante). Los testimonios de los vecinos en la fiscalía fueron cruciales, así como la organización comunitaria para denunciar irregularidades y derribar versiones falsas sobre los hechos, motorizadas por la policía y alimentada por algunos medios.

Alberto Palacio, abogado de DDHH, y Susana González, de la asociación Enraisur (que trabaja con jóvenes en conflicto con la ley) leyeron el documento consensuado entre las diversas organizaciones (Evita, Patria Grande, Kolina, Madres en Lucha, Partido Comunista, Frente Transversal, Encuentro de la militancia judicial, Oktubres, CTA y 26 de julio, entre otros). “Expresamos nuestro más absoluto rechazo por todo acto de violencia institucional de ayer y de hoy, de los que son víctimas particularmente los jóvenes de los barrios más humildes, como lo fue hace cinco años el brutal accionar policial que acabó con la vida de Mauricio y Franco y dejó al borde de la muerte a Joaquín”. También repudiaron la represión a los trabajadores de Cresta Roja, a los municipales de La Plata, a los murgueros de Bajo Flores, y la detención de Milagro Sala. Se citó a Fanon (”la empresa del oscurecimiento del lenguaje es una máscara tras la cual se perfila una más amplia empresa de despojo”) y se habló de la “seguridad” como de un concepto en disputa, que debe anclar en “el respeto de los Derechos Humanos, los principios democráticos y el fortalecimiento de la ciudadanía”.

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El legislador Pablo Ferreyra celebró los logros: “Hace unos años no contábamos con la Campaña nacional contra la violencia institucional para defendernos”. Victoria Montenegro convocó a “estar más unidos que nunca, a seguir comunicando”. Y agregó: “No queremos seguir dibujando el rostro de los pibes en los murales”. Gabriel Katopodis, intendente de San Martín, recordó que el municipio conmemora esa fecha como el Día por la eliminación de la violencia institucional. Lo escuchaban también un grupo de senegaleses, vendedores ambulantes que llevan siete años en Argentina. “Queremos acompañar al barrio de los pibes que mataron”, decía Bamba, uno de ellos. Bajo la bandera de Barrios para la Victoria, Hugo Colunga (48), hablaba de “la importancia de reclamar para que cese la violencia institucional, como lo que pasó con la represión de la murga”, y de “mantener la movilización y el alerta, también por la liberación de Milagro Sala”.

Sofía Gorosito conoce el barrio y no falta al aniversario de la masacre. “Hoy estamos todos, los que siempre militaron, la gente del municipio, las murgas, los vecinos. Estamos más organizados. Es la marcha con más gente de estos cinco años”, dijo. Y ensayó una hipótesis: “creo que está apareciendo un reacomodamiento del campo popular, de roles y de sentimientos”. En el escenario, Analía Ramos, la tía del Pela, pidió celeridad en el inicio del nuevo juicio. “Y que no sigan libres mientras a mí me falta mi sobrino”. Cientos de personas la aplaudieron. Después, recordaron a las víctimas con el puño en alto. “¡Presentes, ahora, y siempre”.

Fotos: Facundo Nívolo