alias fritangaSalud Hernández-Mora. El Tiempo.-

Su celda es la única ocupada del pequeño y destartalado pabellón. El resto están vacías. Solía ser el lugar de recepción de la cárcel de Alta Seguridad de Valledupar, pero desde que llegó Camilo Torres dejaron el espacio para él solo. Le precede tal fama mediática de conflictivo, corruptor y peligroso -aunque en todos sus informes penitenciarios consta su “buena conducta”-, que prefirieron aislarlo y asignarle guardianes las 24 horas. Incluso su almuerzo llega escoltado por varios funcionarios, y uno de ellos filma el procedimiento para dejar constancia de que no es distinto al del resto de internos.

Nacido en Turbo y criado en el Urabá chocoano, este hombre extravertido, de respuestas cortas, que guarda sus secretos para no perjudicar su proceso, espera su extradición a Tampa por estar “involucrado en la logística del transporte de cantidades significativas de cocaína en lanchas rápidas”, según reza su indectment.

¿Metió viagra en la cárcel?

Jamás de los jamases.

¿Por qué tiene 37 años y fama de no necesitar ayudas?

(Risas)

¿Qué llevaba la cazuela de mariscos de los 40 millones?

Eso es falso.

¿Y la fuga?

Ricaurte (exdirector del Inpec) dice que yo pagué para estar reunido (en la prisión de Girón) con ‘la Máquina’ y ‘Diego Rastrojo’, pero fue por orden del Inpec que nos pusieron en el mismo pabellón. Y fui yo mismo el que denuncié que nos propusieron un plan de fuga cuando estaba en La Picota. ¿Entonces el único que denuncia y se va a volar soy yo? Muy estúpido sería. Además, si lo hago, me matan y se quedan con el dinero. Y tampoco tengo ningún familiar en el Inpec.

También pagó por un colchón ortopédico.

Hice nueve derechos de petición. Lo necesito por problemas de columna. Me lo autorizaron la otra vez que estuve preso y ahora me cobraban.

¿Le gusta ser famoso?

Nunca quise ser famoso.

¿Por qué ‘Fritanga’?

No me llamo ‘Fritanga’. Eso se lo inventaron. Ni necesito viagra. En mi región me conocen como Camilo Torres o el Compadre. Soy compadre de todo el mundo.

Si uno es mafioso, narco…

Soy ganadero.

Bien, si uno es un ganadero con lanchas, ¿qué le animaba a seguir en el narco? ¿Darse caprichos? ¿Adrenalina?

Yo creo que ambas, caprichos, adrenalina y la satisfacción de ayudar a tanta gente. Lo que no hace el Estado lo hacemos nosotros. Les damos comida, sueldo, lo que se pueda. El que llega a la empresa de Camilo Torres se va con una sonrisa agradable.

Esa empresa que ahora no tiene a Camilo, ¿qué hace?

Es una empresa triste.

¿Funciona sin la cabeza o no sabe funcionar sin ella?

Mejor que no funcione porque soluciono el problema con los gringos y borrón y cuenta nueva.

¿A qué se dedicará?

A la ganadería.

Pero un día me dijo que era un hombre de mar, lanchero desde niño.

Soy ganadero por excelencia. El mar lo dejaré para descansar y pasar bueno.

¿Cuándo empezó a alternar la ganadería con las lanchas?
2002, 2003.

¿Por qué?

Por buenas amistades en ese momento.

¿A quién le trabajaba?

Eso y todo lo de mi caso me lo reservo.

¿No se arrepiente de aquella fiesta que le puso encima los focos del país y del mundo?

No, me la disfruté hasta el último día, hasta el último segundo. Volvería a hacerla. Y era mentira que costara tanto, empezando porque la gente no llegó en yate sino en la lancha del hotel. Y era una fiesta familiar.

Para usted el mañana no existe…

Mañana no hay. Hay el hoy.

¿No cree que fue un error meterse en el narcotráfico?

¿Sabe que no? Gracias a este mundo he conocido gente maravillosa que es buena también. Y ve la otra parte de Colombia que no conoce porque ahora está uno en manos de una mafia del Estado, más poderosa que la de nosotros, y esa no la persigue nadie. La mafia del Inpec inventa, cobran por los traslados, le dicen al mundo que yo hago esto y lo otro para presionarme y quitarme dinero.

¿Qué diferencia hay entre un Nule que le roba al Estado para darse lujos excéntricos, y usted?

Creo que es más delicado ser un Nule que un Camilo Torres porque yo no le estoy robando a un colombiano para vivir, al contrario, traigo de afuera un poquito para ayudar. Y me gusta vivir muy bueno pero no extravagante.

¿Qué le parece la legalización de la droga?

Tienen que legalizarla porque es la mejor guerra que le puede aplicar. Hoy acaban con un Camilo Torres, pero mañana vienen diez mil Camilos Torres que incluso lo sobrepasan a uno. Eso no lo van a controlar jamás. Hace rato que es una guerra perdida.
Todos los días es más grande, las autoridades quieren comer más. Legalizando el costo se vendría abajo, y para los que exportamos, el precio no sería tan apetecible.

¿Qué cualidades hacen que uno destaque en un negocio como el del narcotráfico?

Esta carrera es muy difícil. Para llegar a ser jefe, la seriedad y ser metódico. En todo tiene que haber seriedad, como en las grandes empresas, y esta es una tan o más grande que otras.

¿Qué le parece pagar en Estados Unidos los delitos que cometió en Colombia?

Es lo más triste. Es como si uno de papá coge al hijo y que se lo castigue el vecino. Es regalar la soberanía, regalar seres humanos colombianos, no tiene presentación.

¿Cuál es el mejor negocio que hizo?

Ya no me acuerdo. Coronar es normal, como ponerse una camiseta nueva.

¿Qué le diría a la gente joven que quiere ser narco-lanchero?

Es un camino largo, difícil y muy peligroso. Es a criterio de cada quien hacerlo, pero no lo recomiendo para nada. Es más, hago público que Camilo Torres quiere validar los dos años de bachillerato que me quedan y hacer una carrera, una ingeniería. Le prometo a Colombia que quiero cambiar.

¿Y va a utilizar su inteligencia para lo bueno, no para lo malo?

De pronto para lo bueno no tuve chance. A uno lo juzgan sin saber de dónde vinimos. A veces no escogimos, nos tocó. Pero voy a utilizarla para ser otro Camilo Torres, no porque me pese lo que he sido, sino por superación.

Nada de fiestas de siete días

De pronto de dos días (risas). Lo que no entendió el país es que era un Camilo Torres en problemas, que llevaba cuatro años sin ver a la familia, corriendo, durmiendo mal.

¿Quién va a creer que se retira?

Porque gano en tranquilidad, en estabilidad. Esto me hace ver las cosas como otra oportunidad que me está dando la vida.