Nunca más mendigar amor en la clandestinidad

Hoy se hizo la entrega del DNI 9 mil con datos rectificados de acuerdo a la Ley de Identidad de Género. Isha Escribano recibió su nuevo documento de manos del presidente Alberto Fernández. Te compartimos su discurso.

Nunca más mendigar amor en la clandestinidad

Por Cosecha Roja
13/02/2020

Esta ceremonia, este encuentro, es una reunión de amor, de celebración. Es un canto a la vida. Tengo un documento ahora que representa mi identidad y es un documento que me permite llevar una sonrisa en mi rostro. Todos los seres humanos podemos y tenemos el derecho de sonreír y es nuestro trabajo asegurarnos de que cada persona de esta sociedad tenga una sonrisa en su cara. sea como sea. Y que cada persona sepa que así como es, es única, irrepetible, preciosa y hermosa.

A mí me pone muy feliz todo esto, no solamente por mí. Porque en unos años yo no voy a estar más acá, como decían los abuelos y las abuelas. (…) Esto es lo que nos une, es el amor y lo que le estamos dejando a las generaciones (futuras) y a todas mis hermanas travestis y transgénero, que por hoy tienen muchas experiencias de vida distintas a las que yo tuve, como me auto percibí

Nos une algo muy fuerte: lo que nos costó llegar hasta hasta acá.

En mi caso, lo que me costó amarme, respetarme, valorarme, sentirme útil, sentirme un ser que puedo valer, que mi existencia no es provocar.

A mucha gente le produzco una provocación por el mero hecho de existir y no se me valora por lo que le aporta a la sociedad, sino por mi condición de género. Hay mucha luz para traer este mundo y lo estamos haciendo en este instante. (…)

Le estamos dejando a las generaciones que vienen un mundo mejor y le pido al cielo que nadie -y las mujeres transgénero que están acá van a entenderlo más que nadie-, tenga que atravesar lo que pasamos nosotras. Nunca. Nadie merece tener que estar destinada a mendigar amor en la clandestinidad.

No somos bonsáis -más bonitos cuanto más se nos recorta- y no se trata de encajar, se trata de florecer. Esto es un acto de florecimiento, de amor, y nada florece sin amor.

Me pasé toda la vida vistiéndome de mujer en la oscuridad, en soledad, con vergüenza, con miedo, con la sensación de estar transgrediendo lo intransgredible.

Mis amigos o amigas más íntimas, muchos, sabían de todo esto de mí. Le pedí al cielo que me elimine esto. Debo tener más de 35 años de psicoterapia, sumadas a 20 años de espiritualidad. Tuve la suerte y la bendición de la época en que me ganaba la vida como escritora y periodista, de haber entrevistado a Sri Sri Ravi Shankar, que es mi maestro espiritual. Si no hubiera conocido a esa persona, yo no estaría acá.

Mi primer pensamiento (cuando me despertaba) era: ¿desayuno o me suicido? No tenía lugar en el mundo.

Cuando en el año 2002 me gané una beca para estudiar en la Universidad de Cambridge me fui a estudiar budismo e hinduismo porque estaba buscando algo más que me salve la mente y me salve estar acá.

¿Cómo hago para habitar en el mundo? Me llevé una valija con ropa de hombre, una valija con ropa de mujer y dije: “Si cuando termino esta beca tengo que vivir de mujer a mi pesar dije bueno, me prostituiré. Nunca más volver a la Argentina, nunca más a mi familia, a mis amigos y vivo así”.

Esto es luz, hoy hay luz. Le agradezco a todas las personas que hicieron lo posible y lo imposible para que la Ley de Identidad de Género haya sido aprobada. No quiero nombrar a nadie en particular para no dejar a nadie afuera, pero hay un montón de mujeres transgéneros que han luchado contra viento y marea. Hoy es una cosa salir a la luz, salir del clóset. Imagínense hace 15, 20, 25, 30, 50 años. Hoy en el mundo hay siete países donde ser transgénero se pena con la muerte.

Tenemos un país que tiene deudas en muchísimos aspectos. Pero tenemos un país también que es de vanguardia en muchísimos aspectos y para ir terminando, porque no quiero hacerlo eterno ni infinito, agradezco al señor presidente por haberse sumado a esta hermosa reunión, a cada persona que ha venido acá, a cada persona que está haciendo desde su lugar un lugar mejor, donde cada persona pueda vivir con dignidad, tener trabajo, tener salud, tener educación.

Estoy muy feliz. Cuando me largué a llorar de la emoción cuando entré pensé en que antes no podía llorar porque el género que tenía asignado de nacimiento no te deja llorar.

Y ahora no quiero llorar porque se me corre el rimel.