Ofelia en el país de los trolls

Para Ofelia Fernández que la revista Time la haya elegido como una de las “Líderes de la próxima generación” significa también una nueva ola de agresión de la derecha troll argentina. ¿No le queda otra que “resistir”?

Ofelia en el país de los trolls

Por Cosecha Roja
09/10/2020

Ofelia Fernández probablemente lo sabía. Los insultos, las amenazas, las burlas a su cuerpo, las capturas de supuestos tuits borrados totalmente fabricadas: una nueva ola de todo eso que le devuelven las redes sociales a cada paso de su carrera política iba a volver: Time la eligió como una de las “Líderes de la próxima generación”.

La revista no sólo destaca el hecho de que es la legisladora más joven de Latinoamérica y una de las caras de la pelea por el Aborto Legal, también su capacidad discursiva y sus propuestas: “A través de reuniones legislativas y videos virales con su oratoria veloz, ha estado tratando de convencer a la cámara para que apruebe propuestas que incluyen educación sexual, protección laboral y de vivienda para personas transgénero, capacitación sobre prejuicios de género para empleados de la ciudad y más”.

Son las mismas razones por las que la derecha troll argentina se obsesionó con ella. Los ataques a Ofelia se volvieron tan indivisibles de su mera existencia en la arena política que hasta en el propio perfil de la revista lo ve venir. “La verdad es que me molesta”, dijo. “Tengo que recordarme a mí misma que están haciendo esto no solo para que renuncie, sino también para desanimar a cualquier chica que me vea y se sienta inspirada a dar un paso al frente e involucrarse en el activismo estudiantil, los sindicatos o la política. Así que tengo que resistir”.

Resistir, para Ofelia, es seguir adelante frente a las agresiones, sin poder hacer mucho más que exponer algunos de los mensajes que recibe sistemáticamente. ¿Cuál sería la alternativa? Bajar el perfil, decir menos, despegarse de las redes sociales. En definitiva, callar. Ser censurada por una muchedumbre que va desde los periodistas de la derecha vernácula hasta un sin fin de cuentas con nombres de fantasía.

En junio tanto la Legislatura porteña como el Frente de Todos publicaron declaraciones de repudio a la violencia que recibe Ofelia. “La reproducción de discursos misóginos por cualquier medio, que incitan a la violencia física y sexual contra las mujeres, en un contexto en el que se produce un femicidio cada 29 horas en nuestro país, no debe pasar desapercibida”, dijo el bloque en un comunicado.

“Ofelia Fernandez nos sirve de ejemplo como el caso paradigmático de lo que molesta: que una compañera feminista formada esté en un lugar de poder. Cuando pone límites, le responden ‘bancatela porque si te metes en política, te lo tenés que bancar’”, dice la politóloga Paloma Dulbecco, del espacio de géneros Micaela García.

“No, nos tenemos que bancar las agresiones ni tratos diferenciales por el hecho de no ser varones cis heteros. Estas agresiones son mecanismos de disciplinamiento: nos menoscaban y limitan. Para la mayoría de las mujeres llegar a ocupar un cargo público representa un costo emocional y político. Muchas compañeras desisten, para no exponerse a esto. Y eso es un costo de representación para nosotras.”

El problema es global. Alexandria Ocasio-Cortez, la legisladora estadounidense del Bronx, con quien muchas veces se compara a Ofelia principalmente por ser una mujer joven y brillante, que representa el recambio generacional y renovación de su espacio político, es 10 años mayor, pero vive la misma dinámica. Uno de los factores novedosos de su aparición en la escena fue su approach a la conversación política y la interacción con trolls en redes sociales.

“Crecí viendo ataques de mala fe a Barack Obama y elegí romper un poco esta cuarta pared y responder a los trolls porque vi cómo ataques completamente infundados fueron ignorados, porque supuestamente estaba por debajo del presidente responder a estas cosas”, dijo en una entrevista al principio de su gestión. “Pero estas cosas empezaron a crecer. Y, como decimos, les crecen las piernas y empiezan a caminar. Y creo que tenemos que desmentirlos temprano y responderles.”

El enfoque de AOC hacia las redes sociales no vino sin complicaciones. Un grupo de libertad de expresión salió a criticarla meses después por bloquear personas en Twitter. “He bloqueado por acoso, no por opiniones políticas”, les respondió. “Si bien la gente tiene derecho a decir lo que quiera, no tiene derecho a obligarme a escucharlo. La libertad de expresión no es un derecho para obligar a alguien a soportar su acoso”.

Ofelia entiende en carne propia el problema y sabe que no hay atajos. Le queda resistir y seguir trabajando. “Nos merecemos generar un piso de derechos que nos permita dar discusiones más evolucionadas, más progresivas y más radicales”, dice en el video con Time. “Y para eso laburo, qué sé yo.”