Redacción – Cosecha Roja

“En Nicaragua no hay condiciones para despenalizar la droga. Si despenalizamos la droga sería decir que estamos drogados y estamos legalizando el crimen”, dijo el presidente de Nicaragua durante una ceremonia militar, tres días antes de la cumbre en Antigua.

La despenalización, el punto más polémico de la cumbre, fue desestimado por Ortega: para el ex guerrillero sandinista, en su país la Policía y el Ejército le están ganando la batalla al crimen organizado.

Unos días antes, el Arzobispo de Managua, monseñor Leopoldo Brenes, había rechazado la posibilidad de despenalizar las drogas en la región considerándola “un peligro”.

El Arzobispo resaltó que su posición sobre ese tema era la misma que la expresada hace unos días por el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor René Sándigo.

El 12 de marzo, en declaraciones a un canal de televisión, monseñor Sándigo había estimado que las consecuencias de la despenalización “serían peores” para la sociedad. La despenalización no reduciría el consumo, había agregado: “más bien se ampliaría, se facilitaría y, por ende, estamos exponiendo a la persona al deterioro de la salud”.

Días atrás, el hombre fuerte de la Conferencia Episcopal había agitado fantasmas: “Si la sociedad, encabezada por los Estados, va siendo muy flexible, podemos llegar a un punto de mucho libertinaje, que después va a ser difícil de controlar”. Una señal que recogió Ortega unos días después.