Después de cinco años, la actriz Calu Rivero se animó hace unos meses a contar que abandonó una tira por acoso del actor Juan Darthes. ¿Por qué es difícil denunciar un acoso o abuso? La primera reacción general es atacar a la víctima: descreer de su relato.  Eso pasó con Calu. Hoy se sumó a su denuncia otra actriz: Anita Coacci contó el acoso que sufrió durante el rodaje de la serie Gasoleros.  “Me callé. Por miedo, por inseguridad, porque nadie me iba a apoyar con esto. Hoy los tiempos empezaron a cambiar”, dijo. “Mientras escribo, tiemblo. Porque se que al apretar publicar se puede llegar a venir una montaña en maremoto encima mío. Pero se terminó”.  Este es tu texto completo.

 

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“Cuando se calla mucho tiempo quizás al hablar sale todo desordenado y furioso, pero es tiempo. Estoy aguantando y conteniendo el decir o no decir y se acabó. Hoy leí que una vez más otra persona defiende públicamente a Juan Darthes. Yo no solo no lo defiendo, sino que le creo rotundamente a Calu R. y a todas las mujeres que deben existir y se callaron.

En otros países se ha demostrado que están haciendo cierta justicia frente a estos hechos, pero aquí seguimos flacos. Este señor está como cara protagonista de una tira y la gente lo defiende y él con su abogada recurre sin tapujos a la justicia.

Lo que me pasó se lo conté a muy pocas amigas, a la psicóloga y a mi madre (a mamá solo por arriba). A mi viejo ni se lo conté porque no estaba bien visto hablar de ciertas cosas. Porque era incómodo. Porque era mejor no traer problemas. Porque era mejor no comprometer a nadie. En aquel trabajo no dije nada porque pasaría lo mismo y era Pol-ka y yo no era nada más que una actriz más del montón que había conseguido hacer un par de capítulos en la segunda temporada de Gasoleros y con ilusión cuidaba mi trabajo lo mejor que creía poder. Pero hoy me terminé de cansar. Yo soy mujer y soy feminista y no me voy a callar más.

En un parate de la grabación estaba charlando en un camarín con JD, a quien conocía desde adolescente y le contaba que cuando era chica y mi viejo dirigía una comedia en la que él cantaba yo escuchaba siempre que iba una canción que me encantaba como la cantaba. Momento en el que el señor se desliza con la silla que tenía rueditas y se me tira encima, se para y me tira contra la pared, me besa, me mete la lengua, me agarra la mano y me hace tocarle su sexo, mientras me dice “Mirá como me ponés”. Yo congelada y sin poder reaccionar. En segundos entró una de las chicas de vestuario y él se separó inmediatamente y yo me fui. Los días siguientes de grabación me persiguió. Terminé de grabar y no volví a verlo. Supe que mientras esto pasó su mujer estaba embarazada y eso me sumó más asco.

Me callé. Por miedo, por inseguridad, porque nadie me iba a apoyar con esto.
Hoy los tiempos empezaron a cambiar. Si las mujeres seguimos callando nos convertimos en cómplices. Yo no quiero ser más cómplice de lo aberrante ni quiero cubrir de algún u otro modo a una sociedad e industria que sigue siendo machista y en la que nos rodean personas que bajo su poder creen que pueden hacer con nosotras lo que quieran.
Esta es solo una anécdota entre tantas, pero quizás sea la más fuerte de las que viví. O no.

Mientras escribo, tiemblo. Porque se que al apretar publicar se puede llegar a venir una montaña en maremoto encima mío. Pero se terminó.

Basta de justificar, apañar, defender y callar ante estas situaciones que tienen que terminar de una buena vez.

Me disculpo frente a todos los que puedan sentir dolor o desilusión por haberme expuesto así, pero esto es necesario.

Como dijo el gran Julio Cortázar “No todo está perdido si tenemos el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo” Nosotras ya empezamos y no vamos a parar.”