Rosa Bru

Laureano Barrera y Catalina Dowbley. Cosecha Roja.-

Daniel Oscar Migone, según todas las pruebas, fue asesinado hace ocho años por la policía bonaerense. Los efectivos quisieron hacerlo pasar por un suicidio. Hoy se comenzó a juzgar a cinco ex policías de la comisaría 9na. de La Plata por saber qué versión es cierta. En las sillas, siguiendo el debate, estaban los dos hijos de Daniel Migone. Sin embargo, hubo ausencias en la sala: Teresa y Marita Migone, su madre y su hermana. Luego de la lectura de la acusación fiscal, desfilaron ante el Tribunal Oral N° 4, con lagunas y contradicciones, los primeros cinco de los cien testigos previstos.

El 9 de noviembre de 2005, un rato antes de la medianoche, Migone entró en la comisaría 9º de La Plata acusado de robar de tres autos los pasacasetes. Unas dos horas después lo llevaron al Hospital San Martín porque supuestamente “agonizaba” tras intentar matarse. En este juicio se intentará probar que no hubo un suicidio, sino torturas seguidas de muerte.

“Es imposible que se haya querido suicidar”, dijo con contundencia Luciano Maidana, cuestionando la frágil versión policial del suicidio con una manga de una campera de jean. “No hay ni un clavo para colgarse. Ni siquiera entraba la manga por el enrejado de la ventana”, dijo Maidana, que antes de ser encerrado en la celda de contraventores –desde donde se comunicaba con Migone a través de una ventana- había estado allí.

Los otros cuatro testimonios de la primera jornada fueron contradictorios u opacos. “No recuerdo, ya pasaron ocho años”, fue la frase más repetida ante el tribunal. Ese fue el tiempo que tardaron en elevar a juicio una causa plagada de obstáculos tres fiscales de primera instancia y dos jueces de garantías.

Fabiana Spósito es policía. Dijo no recordar absolutamente nada por un problema psiquiátrico de 2008. Los abogados querellantes pidieron al tribunal que se le realice una pericia psiquiátrica oficial. Para determinar si está en condiciones de reconocer su firma en el acta firmada en la fiscalía por todos los policías que estaban esa noche en la seccional.

Después fue el turno de Rodolfo Mesa y Romina Cora: los dos policías que manejaban el móvil que fue en apoyo del que detuvo a Daniel. Mesa dijo que lo vio bajar del patrullero y entrar a la 9na. esposado, pero en buen estado de salud. “Podía caminar”, dijo. Pero no recordaba si el llamado para acudir allí lo recibió por teléfono, línea privada o por la radio policial. Ni siquiera recordó si vio a Daniel de día o de noche. Cora, por su parte, dijo hoy que cuando llegó de su turno en la calle, a las 8 de la mañana, no preguntó por qué la fiscalía la citaba a declarar por el caso, porque era nueva. En su testimonio anterior había dicho lo contrario: el ambiente en la comisaría estaba tan caldeado que preguntó que pasaba. Luis Díaz Zapata –uno de los imputados- le contestó que a quien habían detenido por una contravención, estaba muerto.

El testimonio más polémico fue el de Juan Ramón Reinaldi: estaba en un calabozo al lado de Migone. Dijo no acordarse de nada por su estado anímico de entonces: estaba preso por un homicidio que había cometido su hermano. En su declaración anterior –la leyeron y quedaron en evidencia sus contradicciones-, Reinaldi había dicho que escuchó gritar a Migone. Hoy, que estaba tranquilo. En la sala se especulaba en voz alta que Reinaldi había sido presionado o amenazado.

Para la querella, patrocinada por la Asociación Miguel Bru, eso resulta vital: que los testigos puedan ratificar los testimonios que dieron durante la instrucción de la causa. El asesinato, el montaje policial, quienes estuvieron en la dependencia aquella madrugada de muerte, ya fue bien probado en esa instancia.

“Es posible que el juicio se estire una semana más por los alegatos”, dijo el fiscal Martín Chiaravelli a Cosecha Roja. En principio, seis de los testigos que estaban citados para hoy fueron pospuestos por falta de tiempo. Mañana, además, el Tribunal Oral N° 4 decidirá si acepta que se incorporen al debate los testimonios de testigos que murieron.