Cosecha Roja.-

Alfonso Severo desapareció el miércoles a las 11 de la noche. Tenía que declarar el jueves en el Tribunal Oral Criminal Nº 22, durante el juicio por el homicidio de Mariano Ferreyra, militante del Partido Obrero. Hubo movilizaciones en La Plata y Buenos Aires exigiendo que reapareciera con vida y pronto. Anoche, ya pasada la jornada de testimonios, Severo fue hallado ileso en Avellaneda, maniatado con cintillas de plástico, golpeado, y, según describieron sus familiares, “muy confundido”. Su declaración en el TOC 22, clave para comprender la relación entre José Pedraza y la Unión Ferroviaria, será reprogramada. Pablo Ferreyra, hermano de Mariano y parte querellante del juicio, habló con Cosecha Roja acerca de las implicancias que la desaparición temporal de Alfonso Severo tiene en la causa.

¿Qué piensa de lo que ocurrió ayer?
Es muy pronto para saber con detalle qué sucedió durante la desaparición de Alfonso Severo. Nosotros apoyamos la investigación de la justicia. Lo importante ahora es que está con vida y que su testimonio será reprogramado por el Tribunal. No comparándolo, pero sí entendiendo una relación, está el fantasma de Jorge Julio López, muy cercano; él es un compañero en la lucha por los Derechos Humanos y declaró contra los milicos. Severo, por su parte, es un tipo que trabajó para sectores de la burocracia sindical que tuvieron actuaciones terribles. A nosotros nos interesa su testimonio en el juicio porque aporta elementos para comprender el vínculo entre Pedraza y la Unión Ferroviaria. Nos interesa que declare para que no se empañe el proceso judicial en curso.

A la luz del juicio contra Pedraza, ¿cómo puede leerse la desaparición de Severo?
La desaparición de Severo, como haya sido, buscaba enlodar y atemorizar el juicio, que venía bien. Me parece que las declaraciones de Alak con respecto a que Severo no tenía protección porque no la había pedido, son ciertas pero quedan en un lugar cómodo, que deslinda la responsabilidad política del Ministerio de Justicia de la Provincia sobre un testigo que tiene un testimonio muy sensible para aportar. Nosotros no somos cercanos a Severo. Es una persona que tiene una matriz similar a la patota ferroviaria. Nos interesa que declare, que ratifique lo que dijo en instrucción, y así el juicio avance.

¿Ha habido otros casos de amenazas a testigos durante el juicio?
Hubo otros casos similares a este, pero no de tanto alcance. César Andino, que declaró ayer, contó que el lunes recibió amenazas en su contra por el testimonio que podía aportar –vio en un techo a un tirador con una escopeta–. Dijo que fue interceptado por dos hombres en moto, que le cortaron el paso y lo amenazaron, le gritaban que si seguía lo iban a joder, y lo llamaban piquetero de mierda. Otro testigo, José Luis García, que trabajó en la UGOFE –intermediario entre el estado y los ferroviarios–, denunció manejos irregulares de los fondos y fue amenazado con una carta, antes del juicio. Hay otros casos menores como llamadas telefónicas y amedrentamientos a los testigos.

¿Alguien quería truncar el juicio?
A esta altura, me parece difícil. Sabemos que hay sectores poderosos con intereses detrás vinculados a patotas y funcionarios cercanos a Pedraza. En algún punto nos sirve que se ponga atención sobre el juicio, porque es una especie de protección para los testigos y porque pone al Tribunal a observar en detalle lo que pasa.

Severo apareció y su testimonio será reprogramado, ¿qué queda de lo que pasó?
Ojalá que lo que pasó sirva para robustecer el programa de protección de testigos y para que el proceso sea más activo, que los testigos que están por declarar tengan todas las garantías y sus derechos intactos. Todo este hecho es una cuestión que golpea más fuerte sobre los testigos, y sobre su valentía, porque son ellos quienes motorizan el juicio.