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Cosecha Roja.-

“Ahora voy a ver. Yo la ubico”, dijo Diego Martín Comini, ex jefe de la Brigada Operativa Departamental I de Santa Fe cuando le advirtieron en su celular que había una orden de allanamiento en “la persiana de la rubia”, un puesto de venta de droga regenteada y provista por la banda liderada por Deflín David Zacarías en el barrio La Cerámica en Rosario.

El operativo ordenado por el Juzgado Federal 3 santafesino contra los kioscos de droga se hizo, pero sin éxito. El rol  de Comini era anticiparse a la llegada de la policía y los fiscales, dar aviso de las maniobras de los funcionarios y proteger a Zacarías y su clan. Todo con la información que tenía como jefe de la brigada: un cargo alto para un hombre de 33 años.

Comini tenía el celular intervenido. Las escuchas no siguieron el trámite habitual: se realizaron en vivo y en directo desde la fiscalía que dirigía Juan Murray (actual secretario letrado de la Procuraduría de Narcocriminalidad) y con el juzgado a tiempo para solicitar los allanamientos. Ahora el magistrado federal Carlos Vera Barros, quién concretó su detención en enero pasado, lo procesó con prisión preventiva como coautor del comercio de estupefacientes con el agravante de ser un funcionario público encargado de la prevención del narcotráfico y le negó la prisión domiciliaria.

“Es un ladrón de guante blanco”, dijo a Cosecha Roja el juez de la causa. Su mediana estatura, su contextura robusta, su aspecto saludable “no responden a los lineamientos peligrosistas del delincuente clásico”, agregó. Una vida de “dramas familiares”, una esposa enferma como consecuencia de un accidente automovilístico, al menos un hijo.

El aviso que había recibido Comini y que está registrado en las escuchas provino de Ruth Castro, ex pareja de un hijo de Zacarías. Ella, a su vez, había sido alertada por He Man, apodo con el que se conoce a otro Policía Federal, José Luis Dabat. Lo llamaban así porque tenía el pelo castaño claro y en su momento lo usaba largo con un corte tipo carré, igual que el dibujito animado de la década del 80. Zacarías y “aquellos”, como los llama Comini en las escuchas, estaban de viaje y Castro no tenía como contactarlos. Por eso le pedía ayuda al ex jefe policial.

En la indagatoria, Comini negó conocer a los integrantes de la banda narco. “De todas esas personas solo conozco a Ruth, solo de nombre, no sabía su apellido”, aseguró. Ni siquiera cuando le hicieron escuchar la grabación admitió la relación y dijo no recordar ni la llamada ni el contenido. “Yo no hablo con Ruth, ella es amiga de mi esposa por la Iglesia”, justificó.

En esa primera comunicación registrada en el expediente, Castro habló con Viviana, la suegra de Comini, encargada de cuidar a su hija Mirna porque su marido trabajaba  a 150 kilómetros de su hogar, como parte de sus funciones policiales. Él pidió prisión domiciliaria con la excusa de cuidar a su esposa pero el juez se la negó porque no vivían juntos a causa de su trabajo.

La “persiana de la rubia” era el puesto de Olga Medina, parte integrante de la banda del Delfín, que comenzó a desbaratarse con la “Operación Flipper” en la que se secuestraron 300 kilos de pasta base y clorhidrato de cocaína y 1300 litros de precursores químicos y se encontró un sofisticado laboratorio de producción.

La otra conexión con Zacarías se estableció mediante documentación secuestrada en un operativo que indicaría “un vínculo no eventual sino permanente”, aseguró un funcionario judicial cercano a la causa. Son dos recibos por expensas del departamento 14-B ubicado en calle Mendoza 3867 de la ciudad de Rosario y la copia de un contrato de alquiler.

La investigación a cargo primero de Murray y luego de la fiscal Adriana Saccone se hizo con varios “recaudos”. Además las escuchas online, también se trabajó con oficiales de la policía federal con delegación en Buenos Aires y personal de Procunar. Una situación que se registra en otros casos similares en la provincia: en todas donde la policía está sospechada de trabajar para el narcotráfico.

Foto: El Pregón