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Cosecha Roja.-

El crimen de Laura Iglesias no quedará impune: la justicia condenó al único acusado a la pena máxima de prisión, reconoció el asesinato como femicidio y pidió mejorar las condiciones laborales del Patronato de Liberados, donde la asistente social trabajaba. Los familiares están “satisfechos” pero saben que el camino recién empieza. “Necesitamos que se investigue quiénes fueron los otros responsables del crimen”, dijo a Cosecha Roja Manuel Iglesias, el hermano de Laura.

Esteban Cuello -al único acusado durante el juicio- tiene 23 años y antecedentes penales por delitos sexuales. El Tribunal Oral en lo Criminal N°4 tomó como agravante la diferencia física que tenía con Laura Iglesias y que, en el momento del crimen, estaba bajo arresto domiciliario y debía ser asistido por el Patronato de Liberados. “Estamos conformes y satisfechos con la condena porque creemos que lo que hizo es algo realmente atroz y no se tiene que volver a repetir”, dijo el hermano de Laura.

Según los jueces, el crimen de Laura fue un femicidio. Los familiares van a incluir el caso en el Registro de femicidios de la Secretaría de Derechos Humanos, que depende del Ministerio de Justicia. También los jueces ordenaron que los testimonios de las asistentes sociales sean entregados al Patronato de Liberados. “Quieren que se tengan en cuenta las condiciones laborales para diseñar políticas públicas que mejoren la situación de los trabajadores”, dijo a Cosecha Roja el abogado Alejandro Bois.

En la primera audiencia Evangelina contó que la Bonaerense amenazaba a los tutelados del Patronato para que trabajaran para la Policía. Lo mismo anotaba Laura, su compañera, en las notas de campo antes de ser asesinada en mayo de 2013. Los familiares sospecharon desde un principio que estaba involucrada la Bonaerense, la fuerza que tenía a cargo la investigación. “Tenemos la certeza de que hubo una manipulación de la escena del crimen”, dijo Iglesias. En el fallo de hoy, los jueces ordenaron la investigación de “autorías y participaciones”.

Laura Iglesias apareció muerta en la entrada de Miramar hace dos años. Era trabajadora social y la policía encontró su cuerpo atado a un arbusto a unos 200 metros del auto con el que había ido a ver a uno de sus tutelados. El organismo donde trabajaba nunca reconoció que la muerte fue en horario laboral. La familia cree que no fue un caso de inseguridad por las “condiciones” en las que la encontraron. “No se abrieron nuevas líneas de investigación y los peritajes nunca se hicieron, no se tuvo en cuenta que mi mamá trabajaba en el estado y con personas que tenían conflictos con la ley penal. Nunca los citaron a declarar”, dijo Lucía.

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Laura se había mudado a Miramar junto a su hija y su nieta. Formaba parte de un grupo de trabajadoras sociales del Patronato de Liberados que cuestionaba la impronta punitiva de la institución y militaba en Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). Querían lograr la inclusión social de los detenidos a los que acompañaban en el proceso de liberación. “Era una apasionada. Todo lo que tenía lo ponía en su trabajo, y lo que no tenía, también lo ponía”, contó Lucía.

El 29 de mayo de 2013, a pesar del paro, Iglesias fue a visitar sus tutelados. Viajó en su Renault 9 azul por la ruta 11. El auto se descompuso y fue a la casa de una amiga que la acercó hasta Mar del Plata. Más tarde volvió a Miramar para buscar el auto y mandarlo a arreglar. Esa fue la última vez que la vieron con vida.

Al día siguiente a las 10 de la mañana los perros de la policía encontraron el cuerpo. Estaba sentada en un descampado con la ropa puesta, con manchas de barro y ramas en el cuerpo -como si hubiera sido arrastrada- a unas treinta cuadras del centro de Miramar. El informe de los médicos forenses indicó que el asesino la había golpeado con fuerza en distintas partes del cuerpo y la había violado más de una vez. Laura murió por asfixia: la estrangularon con el cordón de una zapatilla.

Después de la autopsia, los forenses hicieron pruebas genéticas sobre el cuerpo de la víctima. Los resultados coincidieron con el ADN de Esteban Cuello, el único detenido. Un vecino llamó a la policía porque lo vio por la zona el mismo día del crimen. El joven quedó con prisión preventiva en la Unidad Penal Nº44 de Batán.