Romina Mella.- IDL-Reporteros

¿El Perú es el primer productor mundial de clorhidrato de cocaína? Eso es lo que dicen, por lo menos, algunos de los últimos informes anuales de los organismos internacionales de lucha contra las drogas.

Hay tales discrepancias entre esos informes, tanto los referidos al Perú como a Colombia, que no se los puede considerar como otra cosa que aproximaciones a una realidad insuficientemente descrita. Mientras se refina los métodos de diagnóstico podemos asumir sin riesgo de error que nuestro país es uno de los dos principales productores de cocaína en el mundo.

Entre tanto, si uno compara los resultados presentados por la UNODC (la oficina de las Naciones Unidas sobre drogas y criminalidad), el Departamento de Estado de los Estados Unidos y la DEA (Drug Enforcement Administration, del Departamento de Justicia de EEUU) , saltan de inmediato las diferencias entre uno y otro.

El Departamento de Estado presentó al Congreso de los Estados Unidos, en marzo de este año, la nueva edición del informe anual “International Narcotics Control Strategy Report”. Según ese informe, el año 2010 en todo el Perú había un total de 53,000 hectáreas sembradas con hoja de coca; un incremento del 33 por ciento respecto al 2009 (40.000 hectáreas). El informe considera al Perú como el segundo productor de cocaína.

Ahí se subraya las importantes diferencias de diagnóstico con las Naciones Unidas, que en lugar de las 53,000 hectáreas consideraban que el Perú tenía 61,200 hectáreas de cocales. Pero, a diferencia del 33 por ciento de crecimiento anual de los estadounidenses, las Naciones Unidas estima un aumento del área cultivada de apenas 2 por ciento anual. Al margen de diferencias metodológicas, es obvio que uno de los diagnósticos está equivocado. O los dos.

¿Cuánto de cocaína produce el Perú? La cifra de ‘producción potencial de clorhidrato de cocaína’ del Departamento de Estado es de 325 toneladas de ‘cocaína pura’ y de 365 toneladas de cocaína ‘con calidad de exportación’. Lo importante es que el Departamento de Estado señala un incremento de 44 (pura) y 49 (exportación) por ciento respecto del año anterior, lo cual sería un aumento asombroso en caso de ser real.

La UNODC, en cambio, no reporta cifras sobre la producción potencial de cocaína, porque los procesos de conversión están en revisión, según indica.

Hasta el 2009, la UNODC calculaba que para la producción potencial de un kilo de clorhidrato se requerían 375 kilogramos de hoja seca. El promedio nacional vigente de producción de hoja de coca por hectárea de cultivo es hasta ahora de 2.2 toneladas métricas, pero en algunas cuencas cocaleras es mayor.

La Drug Enforcement Administration (DEA) maneja otras cifras y considera que la cantidad de hoja de coca necesaria para producir un kilo de cocaína varía entre los 200 y 300 kilos, dependiendo de la cuenca cocalera.

En el caso del VRAE, por ejemplo, según fuentes cercanas a la DEA, se necesitan solo 259 kilos de hoja de coca para obtener un kilo de clorhidrato de cocaína.

Lo que revelan estas diferencias es que no hay una noción precisa y aceptada del proceso de producción de clorhidrato de cocaína.

En tanto no se llegue a un diagnóstico aceptado por todos, las cifras consideradas oficiales y que han sido utilizadas para desarrollar la nueva estrategia nacional de lucha contra las drogas, son las de la UNODC.

De acuerdo con su último monitoreo de cultivos de hoja de coca, el VRAE concentra la mayor producción de hoja de coca del país con 19,723 hectáreas de cocales, que representan el 32.2 por ciento de las 61,200 hectáreas nacionales.

No solo es la cuenca cocalera más extensa, sino la más productiva. El año 2010, la producción fue calculada en 71,535 toneladas métricas. El cálculo se hizo tomando como referencia un rendimiento de 3.63 toneladas métricas por hectárea.

Si fuera el caso, de acuerdo con los criterios de conversión de la UNODC (375 kilos de hoja seca de coca= 1 kilo de clorhidrato de cocaína), el VRAE habría producido 190.76 toneladas de clorhidrato de cocaína el 2010.

En febrero de este año, IDL-Reporteros publicó el reportaje titulado ‘El dilema de los insumos’, que detalló los métodos de producción de clorhidrato de cocaína vigentes. En todos las recetas los insumos químicos pueden ser fácilmente sustituibles y el que no, el ácido clorhídrico químicamente puro (empleado en la fase de clorificación), se fabrica de manera casera bajo métodos arriesgados, pero sencillos.

Los ‘cocineros’ o químicos han adaptado sus métodos con el objetivo de reducir los costos, acortar tiempos y pasos, sin bajar la calidad de la cocaína. Hay dos métodos abreviados, uno colombiano y otro mexicano, para convertir la pasta básica de cocaína a clorhidrato de cocaína en un solo paso, y con menos insumos.

La ruta del sur

En los últimos dos años se ha dado un aparente retroceso en el tipo de droga que se exporta desde el VRAE. Ahora se envía menos clorhidrato de cocaína y más pasta básica, como en el pasado.

Esa parece ser una paradoja, puesto que el clorhidrato de cocaína tiene mayor precio. La explicación es que varios jefes de los clanes familiares del VRAE han extendido sus operaciones a Bolivia.

Ahora hacen la parte inicial del proceso (hasta obtener la pasta básica lavada) en el VRAE y el resto en Bolivia, donde refinan la pasta en clorhidrato de cocaína, ahorrando en costo de insumos y recibiendo un precio mayor por la cocaína.

Como veremos, esto representa un crecimiento operacional cualitativo de las organizaciones de narcotráfico del VRAE.

Ello ocurrió porque, según indicó una fuente calificada a IDL-Reporteros, “Bolivia es una coladera. No hay control, es tierra de nadie. Los insumos químicos son más baratos y de mejor calidad en Bolivia, donde hay muchos pequeños laboratorios de clorhidrato de cocaína”. Otras fuentes confirmaron esta afirmación.

Los clanes ganan más en el proceso de internacionalización: bajan costos y reducen riesgos. Diversas fuentes expertas indicaron que ahora alrededor del 70 por ciento de la droga que se produce en el VRAE va hacia el sur, como pasta básica lavada. “Hay organizaciones mixtas. Hay peruanos que se han asociado con bolivianos”, refirió otra fuente a IDL-R .

En el VRAE, según fuentes de la zona, el precio de un kilo de pasta básica lavada varía entre $600 y $800, y el de cocaína fluctúa entre $950 a $1100.

Si se tomara como referencia el cálculo de la UNODC de producción de 190.76 toneladas de clorhidrato de cocaína para el VRAE, un cálculo moderado arrojaría que el valor de la producción de clorhidrato de cocaína en ese Valle en 2010 fue, a precios locales, de 190 millones 760 mil dólares.

Conforme se va alejando la droga del centro de producción, y recorre provincias y regiones, el precio aumenta.

Si un cargamento de droga sale por el sur, al llegar a Puno el precio del kilogramo de pasta básica lavada bordeará los $900, mientras que el de cocaína estará alrededor de $1500. Los precios se mantienen igual en Juliaca y Desaguadero. Al cruzar la frontera, ya en territorio boliviano, un kilo de cocaína cuesta entre $2 mil y $3 mil.

i la ruta elegida es el norte del país, el cargamento de droga tendrá que pasar por Ica, donde el kilogramo de PBL cuesta $1000 y el de cocaína $1,200. En Lima el precio de la pasta básica se mantiene, pero el de la cocaína alcanza los $1500.

Cuando la droga cruza la frontera del país, su precio empieza a multiplicarse. Al llegar a México, el precio del VRAE se habrá multiplicado por once o doce veces (y mucho más si se ha rebajado o bambeado la pureza de la droga). En España, valdrá 45 veces más y en Rusia 109 veces más.