Vanesa González la joven asesinada en México, creció en el barrio de Flores. La mamá sigue viviendo en la misma casa y muchos de los compañeros de escuela se quedaron en la zona. Son ellos los que mañana se reunirán frente a su hogar para pedir justicia por el crimen. En Playa del Carmen, el lugar que había elegido para vivir con su novio y comenzar una vida juntos, también pedirán justicia frente a la vivienda que alquilaban desde hacía cuatro meses y donde la mataron. A la noche prenderán velas para recordarla.

Playa del carmen femicidio

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Vanesa Cynthia Gonzalez apareció muerta la mañana del martes 25, en la casa que compartía con su novio en Calle 48, entre Avenidas 10 y 15 en el barrio Colonia Luis Donaldo Colosio, Playa del Carmen. Ambos eran argentinos y trabajan en un hotel.

Esa mañana, Francisco se preocupó porque su novia no atendía el teléfono. Volvió a la casa y la puerta estaba cerrada por dentro. Pudo colarse y empezó a llamar a Vanesa, ella no respondía. En el patio donde colgaban la ropa encontró una caja: dentro estaba el cuerpo de su novia, en posición fetal, vestida con un short negro y una camisa blanca.

Franciso llamó a la policía y hasta el momento es el único detenido de la causa. En las últimas horas empezó a circular una imagen del joven mexicano que estaban hospedando. “Para nosotros ese chico es el sospechoso porque faltaba dinero, los documentos de Vanesa y una mochila”, contó a Cosecha Roja Carolina Benítez, la prima hermana de Vanesa.

Ese joven, a quien busca la policía, se contactó con ellos por una plataforma digital de intercambio de hospedajes. Los vecinos dicen que escucharon gritos el lunes 24. El inquilino había llevado a otra persona a la casa: había roto el trato que habían acordado. Después de la discusión sólo quedó Vanesa en el hogar. Al otro día apareció muerta.

Desde el consulado argentino en Cancún, le dijeron a la familia de la joven que no les convenía reconocer el cuerpo en Playa del Carmen porque “no sabían a que se enfrentaban”. “A nosotros nos da mucho miedo -dijo Carolina- ¿Quién nos asegura que a la que metan en el cajón sea mi prima? No entiendo por qué no nos ayudan en nada”.