¿Por qué y para qué necesitamos una Internet Feminista?

Como feministas ¿qué tipo de Internet queremos y qué se necesita para lograrlo? Con sólo ocupar el espacio digital no alcanza. Desde Activismo Feminista Digital explican en esta nota por qué.

¿Por qué y para qué necesitamos una Internet Feminista?

22/11/2019

Por Ivana Mondelo* / Foto: Lara Otero

Si bien internet generó muchas posibilidades y espacios de visibilidad, conexión y fortalecimiento para mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binaries, todavía no pudo con las desigualdades de género y las actitudes machistas y discriminatorias que se viven en los ámbitos “off-line”. En el universo digital esas desigualdades no sólo se reproducen, se agudizan y diversifican. 

Pareciera, entonces, que con sólo ocupar el espacio digital no es suficiente. En la pelea por más participación de las mujeres en áreas técnicas y de desarrollo, así como también en la toma de decisiones y en el debate político sobre Internet, se lograron muchos avances en el último tiempo. Sin embargo, es necesario ir más allá. Empezar a poner el foco en el vínculo con la tecnología y sus recursos, cuestionar su desarrollo y pensar otras formas de construirla y vincularse a ella. 

Las brechas digitales de género

Resulta indispensable abordar las desigualdades entre mujeres y varones en relación a la tecnología desde una mirada de género y más todavía, desde una perspectiva feminista.

Hay tres puntos fundamentales para empezar a comprender las brechas digitales de género. El primero es la educación, porque si bien los números hoy son más alentadores que años atrás, todavía hay un gran porcentaje de niñas y jóvenes mujeres que no culminan sus estudios (primarios o secundarios). La complejidad que presenta la alfabetización digital es consecuencia de múltiples brechas que confluyen para la exclusión de las mujeres, entre las que podemos mencionar, sólo como ejemplo, las brechas sociales, políticas, económicas y culturales.

El segundo punto son los prejuicios. Hay una falsa idea instalada que supone a la tecnología como algo fácil para los varones y complejo para las mujeres, lo cual las condiciona desde pequeñas, volcándolas a otras disciplinas y generando un vacío de referentes mujeres dentro del área. Esta situación se agrava si tenemos en cuenta que las mujeres que han sido pioneras en el sector considerado de las “ciencias duras” fueron invisibilizadas a lo largo de toda la historia. 

Por último, los roles socialmente atribuidos al género. La feminización de las tareas del hogar, por ejemplo, históricamente han representado un obstáculo para el desarrollo personal de las mujeres. En la actualidad, es en las zonas rurales donde se ven reforzados los estereotipos de género.

Podríamos agregar una cuarta, que tiene que ver con las desigualdades y diversidades dentro del propio colectivo de mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binaries, donde también se viven distintas realidades desde lo social, lo cultural y lo económico que también impactan en el vínculo con el mundo tecnológico. 

Como feministas, ¿qué tipo de Internet queremos y qué se necesita para lograrlo?

Esa fue la pregunta que se hicieron más de 100 activistas de movimientos por los derechos de las mujeres, los derechos sexuales y los derechos en Internet que entre 2014 y 2015 se reunieron en Malasia para reflexionar, conversar y empezar a imaginar otra Internet. 

En los encuentros se trabajaron algunos temas que, en mayor o menor medida, siguen vigentes: la falta de perspectiva de género en las políticas que gobiernan Internet, las violaciones de derechos como consecuencia de esa ausencia y la necesidad de una mayor participación de las mujeres en los foros de toma de decisiones. 

Así surgieron, de manera colaborativa, los Principios Feministas para Internet. Un “documento vivo”, en constante movimiento, que destaca áreas clave señaladas como críticas para poder transformarlas y así alcanzar una Internet que tiene como objetivo “trabajar para empoderar a más mujeres y personas queer –en toda nuestra diversidad– para disfrutar plenamente de nuestros derechos, participar en el placer y el juego y desmantelar el patriarcado”.

“Esto- plantea el documento- integra nuestras diferentes realidades, contextos y especificidades – incluyendo edad, discapacidades, sexualidades, identidades y expresiones de género, posición socioeconómica, creencias políticas y religiosas, orígenes étnicos y marcadores raciales”. 

Los Principios Feministas para Internet están agrupados en cinco ejes temáticos y en cada uno se desarrollan distintos temas. Aquí los repasamos.

1- Acceso. Una internet feminista implica el acceso universal e igualitario a internet, así como también el acceso a la información y a decidir qué aspectos de la vida politizar y/o promover en estos espacios. Además, garantizar su uso: el derecho de las mujeres a crear y experimentar con la tecnología de manera sostenible.

2- Movimientos y la participación pública.  Internet es un espacio político transformador y, al mismo tiempo, para las mujeres es un espacio de resistencias porque en cierta forma, es la continuación de una resistencia que se da otros espacios, tanto públicos como privados. Entonces resulta necesario cuestionar el poder patriarcal que lo controla e impulsar la participación de más feministas en la toma de decisiones.

3- Economía. Es necesario cuestionar la lógica capitalista que está empujando a la tecnología hacia una mayor privatización lucro y control corporativo. Una internet feminista debe trabajar para crear economías alternativas basadas en principios de cooperación, solidaridad y bienes comunes y también, desde una lógica de código abierto y gratuito, promover, difundir y compartir el conocimiento sobre el uso de las herramientas tecnológicas.

4- Expresión. Internet tiene un enorme poder amplificador sobre las distintas realidades que viven las mujeres. Es importante reivindicarlo y defender el derecho a la libertad de expresión sexual, política o religiosa y rechazar todo intento de censura. La pornografía en línea se vincula con la libertad de expresión sexual. Los principios sostienen que es “un tema de derechos humanos y laborales que tiene que ver con el consentimiento, la autonomía y la posibilidad de elección”. Afirmar que el consumo de pornografía está vinculado a la violencia ejercida contra las mujeres es un análisis simplista y engañoso. 

5- Agencia. Los principios establecen la necesidad de incorporar una nueva ética y una política de consentimiento sobre las plataformas, porque todas las personas en general tienen la capacidad de tomar decisiones acerca de lo que se quiere o no compartir en línea, sobre todo si se cuenta con toda la información. Por eso también es importante incluir las voces y experiencias de niñas, niños y jóvenes en los derechos digitales. La violencia en línea hay que entenderla como parte del problema más amplio de la violencia basada en el género, donde estamos ante una responsabilidad compartida y colectiva. Es importante defender el derecho al anonimato, porque permite la libertad de expresión y garantiza la seguridad de las personas en línea, así como también el derecho a la privacidad y el control pleno sobre nuestros propios datos y nuestra memoria en internet

Podés ver el documento completo haciendo clic acá

Internet será feminista ¡o no será!

Trabajar en una internet feminista implica, por un lado, empezar a hacerse preguntas sobre la tecnología, sus usos y su desarrollo. Poner en discusión, por ejemplo, las plataformas que estamos usando; preguntarse por qué las usamos y cuáles son las que estamos dejando de lado, cuáles son sus orígenes y qué hay detrás de ellas. No se trata de dejar de usarlas sino de tener una actitud crítica frente a ellas, conocer lo que implican para poder tomar nuestras propias decisiones. 

Una internet feminista requiere que las mujeres y las disidencias no nos pensemos sólo como usuarias sino también como creadoras, reguladoras y administradoras de estos espacios. Creadoras de infraestructura, de redes propias, de contenidos, de herramientas y códigos nuevos que nos permiten movernos en un territorio que, además de tener un potencial transformador enorme, nos atraviesa e interpela constantemente. 

Nos encontramos en plena conquista de derechos y de territorios. Nuestro cuerpo es nuestro primer territorio, pero no es el único. Somos mucho más que materia y sobre todo ahora, en la era digital, donde los límites entre lo físico y lo no físico muchas veces no son límites y el territorio se expande. Allí también estamos las mujeres para crear lenguajes y reglas propias. Sobre nuestros cuerpos, nuestros dispositivos y sobre nuestros territorios digitales. }

*Fundación Activismo Feminista Digital