puñaladas

El Nacional-.

Al mediodía del pasado 30 de mayo, 150 personas se trasladaron al cementerio Los Jardines del Cercado de Guarenas en 10 carros, 15 motos y un autobús y acompañaron a la familia Olivares en su dolor. Desde ese día las hermanas Deisy, Yeniska y Yeika Olivares descansarán juntas, luego de ser apuñaladas dentro de su casa por la ex pareja de una de ellas en Las Minas de Guaicoco. “No merecían morir así. No merecían morir todavía”, dijo Gladimir Castellanos, quien estudiaba con Yeika.

Una veintena de sus compañeros en la mención Deporte y Recreación de la Escuela Técnica Luis Rodríguez Sánchez despidieron a la adolescente de 17 años de edad, quien en su vientre llevaba a un bebé de cuatro meses, cuarta víctima de Miguel Artiles Bermúdez.

“Ella asumió su responsabilidad y nunca ocultó su embarazo, hasta le tenía nombre al bebé: Arón Andrés. Estuvimos pendientes de ella desde que lo supimos”, manifestaron tres compañeras de Yeika, que la describieron como una joven alegre.

Sueños incompletos. Yeniska Olivares, de 18 años de edad, estudiaba primer año en la mención Laboratorio Clínico en el mismo instituto educativo. Como se parecían, las llamaban “las gemelas”, pero tenían diferentes personalidades: ella era centrada y su hermana menor, bonchinchera.

“Ella se la pasaba estudiando y cumplía responsablemente con sus trabajos. Su sueño era convertirse en bioanalista”, dijo Yaritza Díaz, alumna de segundo año de la carrera.

De acuerdo con Yonaxi Ojeda, otra estudiante de la escuela técnica, Yeniska se preocupó desde temprano por su campo profesional, ya que averiguaba con los alumnos de semestres superiores cómo ingresar al sistema de pasantía en el Clínico Universitario.

La última conversación. Ingrid Vaamonte, tía de las jóvenes asesinadas, fungió muchas veces como intermediaria entre el homicida, Miguel Artiles, y la mayor de las víctimas, Deisy Sosa Olivares, de 27 años de edad. Ellos mantuvieron una relación de pareja durante ocho años y hace dos habían traído al mundo a una bebé.

Con el tiempo la relación se deterioró y desde 2012 los cónyuges no se comunicaban en persona, pese a que residían en la misma casa en el sector Los Cedros de Las Minas de Guaicoco. “Comenzaron a tener problemas cuando las dos hermanas menores se fueron a vivir con ella, porque él no las quería en su casa”, dijo la tía.

Por meses, Deisy y Miguel estuvieron negociando la partición de la vivienda y de un vehículo sin llegar a un acuerdo. “El lunes hablé con Miguel y le dije que era hora de solucionar los problemas. Me respondió que él no era una mala persona y que no quería pisar la cárcel”, narró Vaamonte.

El martes en la tarde, la mujer llamó a su sobrina y le dio el mismo consejo. “Ella me respondió que ya estaba determinada a realizar el trámite. Eso fue lo último que me dijo”, recordó. Un par de horas más tarde ocurrió el homicidio.

La mayor de las hermanas era maestra de un preescolar en Petare. Se interesó por la docencia desde el liceo y, según su tía, en las noches se dedicaba a planificar las actividades escolares: “Era tan dedicada con su trabajo como con su hija. A la niña le enseñaba las formas geométricas, colores y números. Quería que fuera la mejor”.

A pesar de su corta edad, la niña de dos años tuvo que ver cómo su padre descargaba la rabia con su madre y sus tías, porque ella estaba en la casa cuando el hecho ocurrió. El miércoles en la noche, la bebé reconoció el rostro de su madre en las noticias de la televisión. “Comenzó a gritar y a llorar. Decía que quería que su mamá le diera la comida. Esto la va a marcar por siempre”, dijo la tía de las hermanas Olivares, mientras los ataúdes eran llevados a las fosas en el cementerio.

“No entiendo qué pasó”

Ingrid Vaamonte, tía de las víctimas, describió a Miguel Artiles Bermúdez, de 55 años de edad, como un hombre trabajador y atento con la familia. “No entiendo qué pasó. Él ni siquiera tomaba. Mi sobrina sí me había dicho que con ella se portaba muy mal y en dos ocasiones la golpeó”, dijo.

El pasado 28 de mayo el hombre ingresó a la vivienda que compartía con su ex pareja, Deisy Sosa, y sus dos hermanas. Con un cuchillo de carnicería las asesinó y dejó a su hija de dos años con unos vecinos.

Al día siguiente, miembros de la comunidad de Guaicoco capturaron al hombre en el barrio El Winche, de Fila de Mariches. Con palos, objetos punzopenetrantes y fuego descargaron la indignación y tomaron la justicia por propia mano.

El hombre falleció ese mismo día en el Hospital Domingo Luciani de El Llanito, donde fue trasladado por funcionario de la Guardia Nacional Bolivariana, que lo rescataron de la multitud.

El subdirector del Cicpc, Douglas Rico, informó que se inició la pesquisa para detener a los responsables de la muerte de Artiles Bermúdez: “No se puede permitir que en este país de derecho y democracia se implante la Ley del Talión”.