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El Universo-.

20:30 hs. Trece menores del Centro de Adolescentes Infractores (CAI) de Riobamba someten a la supervisora Doris Hernández cuando realizaba una ronda de vigilancia, le arrebatan las llaves y la dejan maniatada en una habitación. Es el sábado 1 de junio.

El forcejeo alerta a uno de los dos policías que custodian ese día el lugar, en donde permanecían 26 menores. El grupo amotinado, con un desarmador en su poder, también inmoviliza al uniformado y le quita su pistola de dotación, una Glock 9 mm, y dos alimentadoras.

Según el parte policial y las informaciones de autoridades de Chimborazo, los trece menores escalan el muro posterior del centro y huyen en diferentes direcciones.

Los otros trece adolescentes que quedaron en el CAI habrían ayudado a los sometidos y alertado a la Policía. En pocos minutos se inicia un operativo que deja su primeros resultados con la recaptura de tres menores a bordo de un taxi en el sector de la Quinta Macají.

Pero cinco de ellos, posiblemente los de mayor peligrosidad, por estar implicados en delitos de asesinato, violación y robo, abordan un bus de la cooperativa Ñuca Llacta, el que al llegar a la parroquia Calpi es obligado a detenerse, precisamente en un operativo de búsqueda de los fugados.

El policía Jorge Guamán Erazo, de 26 años, cinco de ellos en la entidad, sube a la unidad y al observar a los jóvenes les pide que bajen. De acuerdo a la declaración del conductor del bus, en la escalera de ingreso uno de los menor habría disparado por la espalda a Guamán, al parecer con el arma arrebatada a otro uniformado. El gendarme muere a los pocos minutos, mientras sus atacantes se internan entre la maleza en su huida.

Posteriormente, cuatro de ellos deciden seguir juntos y toman un bus hasta el cantón Mocha, en Tungurahua, donde abordan a un taxista, al que con amenazas de muerte obligan a que los lleve a Quito. En la capital asaltan a transeúntes y logran reunir $ 80, con los que la noche del domingo se movilizan a la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas.

Al día siguiente deciden viajar a El Carmen, Manabí, en donde al parecer uno de los prófugos tenía familia. La intención, dicen los investigadores, era pedir dinero, pero al no encontrar a los parientes secuestran a los esposos Magdalena Loor Pico y Édison Bedoya Estévez, a quienes habían obligado a llevarlos a Santo Domingo, pero en el camino les disparan en la cabeza.

En la noche asaltan a un taxista en Santo Domingo y, según versiones de los detenidos, le perdonan la vida porque el ciudadano les entrega todo y coopera con ellos.

Para Guayaquil
La mañana del martes abordan a otro taxista y con el arma arrebatada al policía le exigen que los lleve hasta Guayaquil. Sin embargo, el chofer, al llegar a un rompevelocidades en la parroquia San Carlos, de Quevedo, Los Ríos, reduce la marcha, se arroja del vehículo en movimiento y huye en precipitada carrera para luego alertar a la Policía.

Uno de los menores toma el control del auto Chevrolet gris, de placa POP-317, pero los policías inician la persecución. Finalmente, cerca del cantón Ventanas, el auto con los jóvenes se estrella y se incendia. En ese momento los uniformados capturan a los cuatro.

Desde ese momento los recapturados son llevados a diligencias en Los Ríos, Chimborazo y Santo Domingo para determinar su participación en tres muertes, así como robos y secuestros en las ciudades por donde pasaron.

La Policía confirma que han recapturado a nueve de los trece fugados. El último de ellos, según un tuit publicado ayer por el Ministerio de Justicia, se entregó a las 09:00 de ayer en Riobamba.