No más trata, graffiti

Cosecha Roja.-

Cuatro mujeres, dos de nacionalidad paraguaya, una dominicana y otra argentina, víctimas de una red de trata para la explotación sexual, fueron rescatadas en allanamientos realizados en dos departamentos de Cerrito al 100, en el barrio porteño de Monserrat. Una de las chicas contó que fue traída al país con una promesa de trabajo. La policía investiga si el dueño de los prostíbulos, detenido junto a otras tres personas, regenteaba otros privados a su nombre o a través de testaferros.

La investigación se inició en base a una serie de quejas presentadas por los vecinos, que solían ver gente ajena al edificio que entraba y salía a toda hora. El Ministerio de Seguridad de la Nación judicializó las denuncias y el juez Luis Osvaldo Rodríguez ordenó los allanamientos, que fueron realizados el domingo por la División Trata de Personas de la Policía Federal.

Los privados funcionaban en un edificio de Cerrito al 100, en el barrio porteño de Monserrat. Al ingresar a los departamentos, que estaban ubicados en dos pisos diferentes y eran regenteados por la misma persona, había una recepción para los clientes, con sillones y una barra de tragos. Más allá, a través de un pasillo, se llegaba a las habitaciones donde las chicas eran obligadas a ejercer la prostitución.

En los allanamientos fueron detenidos dos hombres –uno de ellos tenía a su nombre el alquiler de los departamentos- y tres mujeres que administraban el negocio. Las chicas liberadas, dos de nacionalidad paraguaya, una dominicana y otra argentina, son todas mayores de edad. “Eligen, por lo general, chicas de entre 21 y 25 años; exigen que sean mayores de edad para evitar las condenas por tráfico de menores”, explicó una fuente del Ministerio de Seguridad que participó de la investigación.

En el operativo también participaron profesionales del Programa de Rescate y Acompañamiento de las víctimas de trata del Ministerio de Justicia. Ante uno de los psicólogos, la joven dominicana contó que llegó a la Argentina a través de una agencia de trabajo que contactó en su país. “Le ofrecieron trabajo en un hogar como empleada doméstica”, explicaron fuentes de la investigación. A la chica le pagaron el pasaje y le prometieron alojamiento, un buen sueldo y posibilidades de estudio. Cuando llegó, la estaban esperando: la encerraron en uno de los departamentos y la obligaron a prostituirse.

Las otras chicas todavía no quisieron a hablar. Según explicaron desde el Ministerio, el maltrato y las presiones psicológicas a las que son sometidas las víctimas de las redes de trata les genera tal temor que aún después de haber sido rescatadas siguen con miedo a hablar.

“Las chicas no vivían ahí, eran constantemente trasladadas de un lugar a otro”, explicó la fuente ministerial, que aclaró que están investigando si la persona que regenteaba estos dos privados maneja otros a su nombre o a través de testaferros.