Cosecha Roja.-

Atilio Armando Castro, de 56 años, era un hombre de muchas palabras, y a veces se le iba la mano. En Facebook tenía varios perfiles, comentaba sus problemas de pareja, buscaba novia y decía que poseía documentos de crímenes cometidos por ex montoneros. Fuera del mundo virtual, coleccionaba afiches militares, se reunía con amigos y también hablaba de más.

El martes 14 de agosto por la mañana, los vecinos del barrio Parque Casado, en Rosario, lo encontraron muerto en un pasillo de Rodríguez y Garibaldi, a doce cuadras de su casa. No supieron de quién se trataba hasta la tarde de ese día: los golpes que le dieron lo dejaron irreconocible. Tenía el rostro desfigurado y, según los forenses, llevaba seis horas muerto. Después de atacarlo, en algún momento de la madrugada, los asesinos llegaron a la vivienda: entraron por la fuerza, golpearon salvajemente a la concubina de Castro y violaron a la hija de ambos, de 11 años. Las dos tuvieron que ser remitidas al hospital Italiano.

Según las primeras pesquisas, el crimen fue cometido por un par de hombres que Atilio Castro había conocido alguna noche de tragos. Se reunió con ellos el lunes y después de varias copas les dijo que su mujer tenía dinero bien guardado en la casa. Antes de las 12 salieron del bar.

Cuando los peritos de Rosario se pusieron a investigar qué había pasado esa noche, quién era el muerto y por qué los hombres habían llegado hasta donde vivía, empezaron a conocer un pasado de crímenes y de hechos dolorosos que envolvía a toda la familia.

La mujer, María Gabriela T., de 51 años, padece de esquizofrenia desde hace décadas. El 15 de junio de 1992 asesinó a balazos a su madre y a su tía, quienes vivían con ella, y luego trató de suicidarse. Incluso, dejó una carta de despedida en la que permitía la donación de sus órganos. Pero no murió. Sanó de las heridas físicas y fue remitida a varios centros psiquiátricos; la declararon inimputable.

Por esa misma época, Atilio Castro, quien decía haberse formado en la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, reunía delitos en sus antecedentes penales. De 1974 a 1998, cometió varios crímenes que están anotados en su historial. Él también estuvo de paso por varios psiquiátricos y fue allí donde conoció a María Gabriela T., su actual pareja. Tenía dos hijos de uniones anteriores; a uno de ellos, David Sebastián Castro, de 28 años, lo asesinaron en enero.

María Gabriela T., al parecer, sí tenía algunos recursos, pero no podía administrarlos por su enfermedad. Los familiares son dueños de una óptica del centro de Rosario y poseen varios comercios. Un hermano era el albacea de los derechos que ella había heredado y le consignaba mensualmente una parte de las utilidades. Junto a Atilio Castro y a su hija, vivía cómodamente, pero sin riquezas.

Este miércoles, agentes de las comisarías 15 y 18 allanaron una casa en Príncipe Gales al 3200, y detuvieron a dos sospechosos, de 20 y 18 años, de haber asesinado a Castro, golpeado a su mujer, violado a la niña, y robado objetos de valor y dinero en efectivo. La causa es investigada por la jueza de instrucción Roxana Bernardelli y la fiscal Nora Marull.