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El Tribuno.-

Comienza a dilucidarse el asesinato, incomprensible y horroroso, de la niña Judith Palma, de Joaquín V. González, quien vendía bollos para ayudar a sus padres y resultó víctima, todo lo indica, de tres depravados, dos de ellos muy entrados en años, que la sometieron a un suplicio inexplicable.

Las pericias llevadas a cabo por el CIF arrojan una prueba que parece irrefutable acerca de la responsabilidad de dos de los detenidos en la violación de Judith, el sábado 18 de mayo.

Los restos seminales hallados en el cuerpo de la víctima comprometen a Rubén Soria, de 83 años, quien a simple vista aparecía como muy poco sospechoso, por su edad y por el estado de su salud. También hay huellas de ADN de José Insaurralde, conocido como “el chaqueño”, un gomero de 47 años.

Ambos permanecen detenidos junto a otro de los sospechosos identificado como Ramón Leiva (67) a quien se investiga para saber si tuvo o no participación en la violación y el asesinato que conmocionó a la localidad anteña.

Los tres vivían juntos

Los tres hombres, a quienes la madre de la niña atribuye feroces antecedentes de violencia contra la mujer, vivían juntos en una casa antigua de Joaquín V. González.

La pequeña Judith, domiciliada con sus padres a pocas cuadras, pasó esa tarde por el lugar vendiendo bollos en bicicleta. Su cuerpo fue encontrado al día siguiente cerca del lugar. Según la autopsia, murió apuñalada entre las 20 y las 22.

El juez debe dilucidar aún como se produjo el homicidio y cuál fue la participación de cada uno de los detenidos.

El ADN fue encontrado tras hacer los respectivos hisopados vaginal y anal realizados por los investigadores en el cuerpito de la pequeña Judith Palma.

“Dio positivo con respecto a actividad sexual”, informó una fuente judicial a El Tribuno.

Por otra parte, se supo que el juez de Instrucción de Metán, Mario Dilascio, considera a los resultados del ADN una prueba importante, sin embargo llevará adelante un careo entre los imputados y llamará a los testigos para luego resolver la situación procesal de los tres detenidos.

Las coartadas

En su primera declaración, Insaurralde intentó imputar a los otros dos, con un relato confuso sobre esa noche trágica. Dejó entrever que la nena había sido asesinada dentro de la casa, muy cercana al descampado donde la encontraron.

En cambio, Soria y Leiva aseguraron haber estado en un velorio; aunque de las investigaciones policiales surge que nadie en Joaquín V. González los vio en ese lugar.

La madre de Judith, en cambio, asegura que ella les advirtió a los policías que buscaran en esa casa. Al parecer, estos pensaron que se trataba de una fuga de hogar. Una más. La búsqueda por parte de la policía comenzó al día siguiente, cuando la pequeña llevaba más de diez horas muerta.