Por Carolina Rojas – Para Cosecha Roja.-

Curicó es una ciudad tranquila en la séptima región, ubicada 195 kilómetros al sur de Santiago de Chile. Allí las familias de estrato social alto se conocen entre sí. Es por eso que la población amaneció golpeada al convertirse en el centro de atención, con decenas de periodistas dando vueltas y haciéndoles preguntas. El relato es muy crudo: Un padre enceguecido por los celos mató a sus tres hijos adolescentes en su casa en el apacible balneario de Zapallar de Curicó.

Según el fiscal Mauricio Richards, el pediatra Francisco Rámirez viajó a Santiago y quitó de las agendas algunas citas en su consulta en Curicó. En la capital también aprovechó para visitar a sus padres con los que no se llevaba muy bien, y compró un anillo para su esposa, Pilar Mershack. Y, luego de obsequiárselo, la mandó a comprar unas maletas para un viaje en familia.

Fue ese momento que el hombre aprovechó para llamar a sus hijos y sacar a cada uno de los adolescentes de sus piezas: así fueron caminando Sebastían (13), Juan José (16) y José Luis (17). No hubo forcejeos, ni gritos. Llegaron hasta la sala de estar donde los asesinó disparándoles en la nuca.

Cuando volvió su esposa, Rámirez la hizo ir hasta una terraza. Discutieron y le dijo que sus hijos estaban durmiendo. Él se puso violento, la quiso amarrar a una silla, la amenazó con matarse y así lo cumplió: se suicidó delante de ella con un disparo en la boca. Pilar corrió al segundo piso a ver cómo estaban sus hijos y se encontró con la escena. Trató de pedir ayuda. Ya era tarde: cinco balas, dos a uno de los niños y uno cada uno a los otros habían acabado con su familia.

Cosecha Roja contactó a la Fiscalía, quienes contestaron que hasta el momento se esperan los resultados de la autopsia y los peritajes toxicológicos que demorará algunos días.  El fiscal no descarta que la pareja haya estado en tratamiento psicológico, ya que contaban con la ayuda de una psoquiatra. En la mañana de hoy se realizó la autopsia a sus tres hijos y Pilar Merchank fue dada de alta de la Clínica Curicó donde había sido internada en la noche producto del shock.  Se espera que se le realice una entrevista en profundidad para tener más infomación sobre el crímenes.

Síndrome de Medea

Los vecinos no se imaginaron que podría ocurrir algo así. Tampoco hay antecedentes de violencia registrados en la policía. Los Ramirez eran casi el arquetipo de familia perfecta: él doctor, ella la conocida hija de un exintendente de la ciudad. Sólo el párroco de la familia vio algunas conductas extrañas que desvanecían a ratos las apariencias: el ánimo cambiante de Rámirez le quedó dando vueltas en la cabeza. Algo que le hacía pensar en una relación de amor y odio con su cónyuge, quizás cierta bipolaridad.

Francisco Rámirez era un conocido pediatra de Curicó. Sus pacientes lo recuerdan como un tipo amable. La familia tenía planeadas unas vacaciones en Playa del Carmen. Cosecha Roja contactó al Gonzalo Torrealba, psicólogo del Instituto de Criminlística de la PDI, quien habló del perfil de este tipo de asesinos. “En los casos de filicidios y en los femicidios”, explicó, “en los empadronamientos que se le hacen a los vecinos, ellos nunca se dan cuenta de las conductas  agresivas. esto es común en las personalidades limítrofes; hombres que mantienen  una imagen externa racional, adecuada y seductora hasta que aparecen elementos que gatillan sus pulsiones más primarias”. A esto se suma, agrega, que en Chile se suele asociar la violencia a los estratos más bajos  y llama la atención de que el asesino haya sido un doctor.

En Chile no existía tanta conmoción desde el llamado Caso de los hermanos Rojo. Allí las víctimas fueron dos niños atacados por su madre quien los golpeó con un martillo. La escena era macabra; la puerta abierta, las paredes teñidas con sangre y mucha hipótesis. El menor de siete años murió y el mayor de 15 sobrevivió con algunas dificultades y pérdida de memoria. Sólo un tiempo después se descubrió que la asesina había sido la madre, Jeanette Hernández Castro quien motivada por lo celos a una amiga y amor platónico de su marido decidió castigarlo. Allí se usó el termino “Síndrome de Medea”, sacado de la mitología griega que habla de este personaje femenino que  arrastrada por los celos  mató a sus dos hijos para castigar a su amado Jasón.

En el perfil de Rámirez es inevitable encontrar algunas similitudes con el caso  de los hermanos Rojo. El psícologo Torrealba explica por qué ambos casos se parecen. “La diferencia de cuándo el Síndrome de Medea ocurre en una mujer o un hombre es que en el primer caso la victimaria tiene menos de cuarenta años, como ocurrido con Jeanette Hernández y asesina a hijos de 8 menos años. En el caso del hombre actúa pasado los cuarenta años, como ocurrió con Rámirez. Y asesinan hijos adolescentes”.