luciano arrugaCosecha Roja-.

El 31 de enero de este año se cumplirán 1826 días desde la última vez que lo vieron con vida. En una comisaría. Junto con Julio López y Marita Verón, Luciano Arruga es uno de los íconos de los desaparecidos en democracia.

Luciano tenía 16 años y había dejado la escuela. Era un pibe más, de gorra y zapatillas deportivas que trabajaba de changas. Era de River. En agosto de 2008 fue detenido por averiguación de antecedentes. Estaba cartoneando en la zona cerca de su casa. La policía lo golpeó, pero su familia no quiso hacer la denuncia. El 22 de Setiembre la historia se repitió: de nuevo la detención, de nuevo los golpes. Pero esta vez con una excusa. Lo acusaban de robarle un mp3 a tres chicos, sin armas ni violencia. Esa tarde, cuando lo fueron a buscar al destacamento, su hermana Vanesa escuchó algo. Un policía hablaba con el fiscal: le preguntaba qué hacer con el chico. En la celda, Luciano gritaba. Lo estaban golpeando.
Cuando Vanesa se quejó, uno de los policías le dijo que su hermano había querido robarle la remera y la batería del celular. Unas horas después, cuando le devolvieron a Luciano, él le señaló a ella y a su mamá cuál era el policía que le había pegado. “Bueno, negrito, callate porque te vamos a volver a meter”, le contestaron los policías. Esa noche fueron al Policlínico de San Justo: Luciano tenía marcas en la cabeza.

A partir de ese septiembre, que pasara un patrullero significaba todo menos seguridad para él. “Negro de mierda, ¿no te dije que por acá no te quería ver más?”, le decían.

El 31 de Enero cumplieron su promesa.

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El 6 de marzo de 2009 los vecinos de Lomas del Mirador se habían reunido para marchar contra la inseguridad, para reclamar justicia por el asesinato del profesor de educación física Hernán Landolina y del florista de la actriz y presentadora de televisión Susana Giménez. Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, junto con sus familiares y amigos fueron al lugar. Ellos también pedían justicia, para que apareciera Luciano.

“No hay delito porque está desaparecido”, dijo Gabriel Lombardo, presidente de la asociación Vecinos en Alerta Lomas del Mirador, sobre Luciano. En ese momento, los vecinos de Lomas del Mirador estaban divididos. Todos pedían seguridad. Unos habían instalado un Destacamento policial, otros pedían por la aparición de un pibe que había sido “levantado” por esa misma policía.

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La primera vez que Pablo Pimentel, de la APDH La Matanza, vio a Vanesa Orieta fue en marzo de 2009. Ella había ido con su novio a pedir ayuda por la desaparición de su hermano. “Yo justo estaba atendiendo ese día miércoles, me contaron lo q había sucedido. Ese fue el primer impacto. Uno no entendía cómo a esta altura de la Argentina es que habían pasado 45 días de que un joven de 15 años estaba desaparecido”.

Arreglaron para encontrarse al otro día a primera hora en la fiscalía. Vanesa nunca había sido atendida por Roxana Castelli, la fiscal de la causa que, hasta ese momento, era de averiguación de paradero. Pimentel le dijo que no podía ser, que los tenía que escuchar. Entonces fueron juntos y le dijeron que era necesario y urgente que los recibiera. Pero la fiscal insistía con que debían presentar una nota para pedir la entrevista. No volvieron. La mujer no entendía la gravedad del caso, pensaron. Por eso decidieron hablar con la Dra. Ochoa. Ella fue la que dispuso el cambio de fiscalía, y al otro día pasó a la que aún es la fiscal: Celia Cejas.

Cejas había logrado en 48 horas lo que Castelli no había hecho en 45 días.

“Los primeros hechos de un momento tan grave son vitales. Si dejas pasar tanto tiempo eso lo borran o cambian el escenario. Que de hecho es lo que ha pasado”, explicó Pimentel.

Cuando Cejas se acercó al destacamento a allanarlo, a retirar los libros y documentación, el policía que la atendió parecía sorprendido. “¿Cómo? Si acá la fiscal es la Dra Castelli”.

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A pesar de las pericias con perros que se realizaron y dieron positivas, a pesar de los esfuerzos de la fiscalía, no se lograba responsabilizar a ningún policía. En 2010, ocho policías que estaban la noche de la desaparición de Luciano en el destacamento de Lomas del Mirador, pasaron a disponibilidad. Esto fue luego del rastrillaje y las pericias con perros que se hicieron en presencia del ministro de Seguridad Bonaernse, Carlos Stornelli.

Los policías que estaban en el Destacamento Preventivo de Lomas del Mirador esa noche son: Sotelo, Díaz, Herrera, Borrego, Vázquez, Fekter, Márquez y Zéliz. Unos meses despés de haber sido pasados a disponibilidad, Stornelli ya los había reincorporado a la fuerza. “Hicimos una solicitud para que se vuelvan a presentar los policías que no fueron claros en declaraciones previas, y nos llevamos la sorpresa de que vinieron con sus uniformes y armas”, contó en su momento Pablo Pimentel. Por las movilizaciones y las denuncias públicas de sus amigos y familiares y de las organizaciones que los acompañan, lograron que los volvieran a poner en disponibilidad hace un año.

A fines de 2011 se cerró el destacamento, y pasó a manos de los familiares de Luciano, para hacer un espacio cultural y de memoria. Y hace poco más de un año se cambió la carátula, se averiguación de paradero a desaparición forzada. Eso les permitió que la causa la tome la Justicia Federal. Ahora está en Morón, a cargo del juez Salas.

Lo último que lograron, después de una vigilia de más de dos meses, fue la participación del Equipo Argentino de Antropología Forense. Se hicieron los peritajes, para ver si se encontraban rastros en el destacamento. Los resultados todavía no están disponibles.

El Equipo Argentino de Antropología Forense nació en 1984 para buscar a los desaparecidos de la dictadura. Hoy es una organización científica que aplica la antropología y arqueología forenses para investigar las violaciones a los derechos humanos en el mundo.

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“Luciano últimamente estaba con mucho miedo. Lo acosaban, lo paraban, lo insultaban”, contaba en la televisión la mamá de Luciano, cuando apenas habían pasado unos meses de la desaparición.

Cuando la mamá le pidió a los policías que la ayudaran, le dijeron que se quedara tranquila, que seguro estaba por ahí con una noviecita. Pero un mes después apareció un testigo, un chico que dijo que a las tres y media de la mañana Luciano estaba “casi muerto” en el mismo destacamento al que ella había ido preguntando por su hijo.

Hay hechos que están claros: que Luciano pasó por el destacamento de Lomas del Mirador la noche de su desaparición; que los libros policiales están adulterados, con nombres tachados, borrados y cambiados; que dos patrulleros tuvieron un recorrido extraño que incluyó dos horas y media en un descampado donde los perros levantaron el rastro de Luciano; y que, tal como su mamá lo denunció antes de su desaparición, el chico era hostigado por la policía y sufrió torturas en esa misma comisaría.