DDI Lomas

Alejandro Córdoba – Diario Conurbano.-

Los policías debían dejar en libertad a Leguizamón, se equivocaron y le abrieron la puerta del calabozo a Leguiza, acusado de un homicidio. Lo buscaron durante cuatro días. Lo esperaron en Tribunales, donde se iba a entregar, pero tampoco pudieron atraparlo. El hombre se dejó detener en el playón de estacionamiento de ese edificio y los hombres de la DDI se quedaron con las manos vacías. Un comisario y dos oficiales fueron pasados a disponibilidad por el insólito caso. Los detalles en esta nota exclusiva de DiarioConurbano.com.

Una insólita confusión del personal de la DDI de Lomas de Zamora derivó en la liberación de de un detenido, acusado de homicidio. En realidad, los policías se equivocaron de apellido y lo dejaron ir. El hombre estuvo cinco días prófugos y terminó entregándose en los Tribunales de Lomas, evadiendo a una gran cantidad de personal policial que esperaba detenerlo en el edificio de Larroque y el ex Camino Negro. La grotesca situación terminó con el pase a disponibilidad de un comisario y dos oficiales.

La historia comenzó el pasado viernes 20 de este mes. Un oficial de la DDI de Lomas – ubicada en la calle 12 de Octubre, en Avellaneda – se acercó a los calabozos de esa dependencia. “Leguiza, hacé tus cosas que te vas”, le dijo el policía a uno de los detenidos. En su mano, tenía un oficio judicial donde el Juzgado de Garantías 4 de Lomas de Zamora ordenaba la liberación de un hombre de apellido Leguizamón, detenido también en la DDI. La confusión estaba en marcha.

Fuentes judiciales y policiales explicaron a DiarioConurbano.com que Cristian Leguiza hacía un mes que estaba detenido por un homicidio ocurrido en 2008. De allí, que estuviera muy sorprendido cuando el oficial le dio la noticia. A pocos metros, Leguizamón empezaba a sospechar que algo malo estaba ocurriendo.

En una de las oficinas de la DDI – que fuera durante la dictadura un Centro Clandestino de Detención – Leguiza firmó la notificación de su liberación. Insólitamente, los policías no se percataron que en el papel se ordenaba la liberación de Leguizamón, no de Leguiza.

Tras certificar el domicilio del liberado, los hombres de la DDI dejaron ir a Leguiza. Al llegar a su casa, recibió los saludos de sus padres y amigos. Su mujer tomó el oficio judicial y comprobó el error. Fuentes judiciales, indicaron que el hombre se puso en contacto con su abogado pero la situación no era sencilla ya estaban frente a un fin de semana largo.

“Leguiza quería entregarse pero no quería hacerlo en la DDI por temor a alguna represalia”, explicaron las fuentes consultadas. Y tenía sus razones el hombre. A las pocas horas de la confusión el teléfono de su casa comenzó a sonar, al igual que el celular de su mujer. Eran los policías de la DDI que le “sugerían”, en forma insistente y con cierto tono amenazante, que el detenido liberado se entregara.

Los mensajes, en un tono más cordial, también le llegaron al abogado de Leguiza. Mientras tanto, los oficiales de la DDI liberaban a Leguizamón – que había sido detenido por una tentativa de homicidio – y le pedían disculpas. Sabían que el error les podía costar la carrera.

Durante el fin de semana, Leguiza estuvo “guardado” y el teléfono de su mujer no paraba de sonar. “Basta, el se va a entregar el primer día después del fin de semana largo, en Tribunales. No llamen más”, le gritó la esposa de Leguiza a los policías a través de su celular.

El miércoles último desde la DDI se comunicaron con el Juzgado de Garantías 8 de Lomas, a cargo del juez Gabriel Vitale, a disposición de quien se encontraba Leguiza. “Nosotros nos ofrecemos a buscarlo”, se apresuraron a decir los policías. Buscaban reparar el error de alguna manera.

Mientras tanto, muchos hombres de civil se ubican en los accesos de los Tribunales. Eran los miembros de la DDI. Con el dato que les había dado la mujer, los policías querían atrapar a Leguiza y llevarlo detenido al juzgado como una especie de reparación del error cometido.

Había mucha tensión porque el abogado del hombre estaba en Tribunales y se dio cuenta de la jugada. “Yo me entrego pero no vuelvo a la DDI”, le había dicho su cliente. Nadie sabía cómo entraría Leguiza, con todos los ingresos controlados por los desesperados agentes de la DDI de Lomas.

Cerca de las 14, cuando mucha gente comenzaba a retirarse de los Tribunales, Leguiza fue detenido en el playón de estacionamiento de ese edificio, en el sector lindante con el Colegio de Abogados de Lomas de Zamora. Lo apresaron los policías que custodian habitualmente Tribunales. Los hombres de civil de la DDI – cerca de 20  – se quedaron boquiabiertos.

Una vez que Leguiza fue trasladado al Juzgado Garantías 8 se terminó la breve historia de confusiones. El hombre fue trasladado a una unidad del Servicio Penitenciario Bonaerense.

Cuando volvían mascullando bronca de los Tribunales, los agentes de la DDI se encontraron personal de Asuntos Internos. Entonces se dieron cuenta que gravísimo error no les saldría gratis. Tras un informe en donde se detectaron también irregularidades administrativas, se dispuso el pase a disponibilidad del jefe de turno, el comisario Oscar Frías y de otros dos oficiales; en tanto, un cuarto policía fue sumariado.

Los policías deberán, todavía, rendir cuentas ante la UFI 1 descentralizada de Avellaneda. Allí, se inició una causa por evasión culposa que los tiene como principales sospechosos. Por un tiempo en la DDI de Avellaneda no se olvidarán de los apellidos Leguiza y Leguizamón.