Miguel Ángel Vega – Rio Doce.-

Rebasando figuras como Eduardo Lalo Fernández, Pedro Avilés, Rafael Caro Quintero, Amado Carrillo, incluyendo al llamado Jefe de jefes, Miguel Félix Gallardo, los alcances logrados por el Chapo y el Mayo poco a poco llegan a países y rincones a donde ninguno de sus antecesores imaginó. Incluyendo los cementerios, las tumbas clandestinas… y las cárceles.

A mediados de los años 80, Ismael el Mayo Zambada y Joaquín el Chapo Guzmán apenas se conocían. Trabajaban para el mismo grupo, que era casi único en el país, entonces comandando por Miguel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Don Neto Fonseca, de modo que ambos sabían quienes eran y por dónde se movían pero hasta ahí.

En aquel entonces, el negocio de las drogas a partir de personajes sinaloenses había logrado notoriedad luego que Caro Quintero, de quien se dice inició traficando dos kilos de mariguana a la frontera, industrializó el cultivo y transportación de ese enervante como nadie jamás lo hiciera, al grado de surtir gran parte del consumo en Estados Unidos.

Casi 30 años después, su logro parece un juego de niños, comparado con los alcances que sus sucesores habrían de lograr, y que es ahora, no solo surtir de droga el mercado de los Estados Unidos, sino a buena parte del mundo.

De acuerdo con datos de la Oficina Federal Antidrogas (DEA), el cártel de Sinaloa poco a poco se ha expandido, no solo por toda América, sino por el resto del planeta.

“Hemos visto cómo los cárteles mexicanos, particularmente el de Sinaloa, no ha reconocido fronteras, lo cual ha obligado a varios gobiernos de diversos países a trabajar de manera coordinada”, dijo hace unos meses Michel Lenonhart, administradora general de la DEA.

La presencia del cártel de Sinaloa en el mundo es tal que poco a poco se vuelve común leer noticias de sinaloenses que han sido arrestados en países donde nunca nadie concibió a un sinaloense traficando con mariguana, efedrina, o cocaína.

Países como Malasia, Australia, Alemania, Inglaterra, República Dominicana, Perú, Argentina, poco a poco han sido invadidos por miembros del cártel de Sinaloa y eso incluye sus cárceles, las cuales paulatinamente son invadidas por mexicanos, muchos de ellos de Sinaloa y, aquí, de enclaves tradicionales del cártel.

Sinaloenses presos en el mundo

Sinaloa se convirtió en el 2011 en la tercera entidad federativa con más presos fuera de México y Estados Unidos, según observan datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), siendo el delito más común tráfico de drogas y lavado de dinero.

No obstante, Estados Unidos continuó siendo el país con más mexicanos presos, seguido por España, Panamá, Perú y Colombia.

El dato que, sin embargo, parece patear las estadísticas, es que los sinaloenses han invadido cárceles no solo de Estados Unidos, sino de España, Argentina, Perú, Colombia, Bolivia, Venezuela, Japón, Alemania, Inglaterra, República Dominicana, Malasia, Turquía, Israel…

Según estadísticas proporcionadas por la SRE a Ríodoce, solo Jalisco y el Distrito Federal tienen más ciudadanos presos en otras partes del mudo, aunque de acuerdo con datos del INEGI, son también territorios al menos tres veces más poblados que Sinaloa, lo cual convierte al estado comandado por Mario López Valdez en la entidad con más presos per cápita fuera del territorio nacional.

Jalisco, que tiene una población de 6 millones 752 mil habitantes y 193 presos distribuidos en prisiones de todo el mundo, mientras que el DF con una población de casi 9 millones de habitantes, alcanza una cifra de hasta 224 presos en las cárceles del resto del mundo.

EU: casa de los sinaloenses

De los Estados Unidos, el país con más mexicanos presos de todo el mundo, Sinaloa ocupa el sexto lugar con sinaloenses presos, apenas superados por Jalisco, el DF, Guanajuato, Guerrero y Chihuahua.

En total se observa que son mil 301 sinaloenses presos en el territorio estadounidense, entre los que seguramente contaron a Javier Torres, preso en Mississippi, Vicente Zambada Niebla el Vicentillo, preso en Illinois; Benjamín Arellano Félix, preso en California, entre otros mexicanos “prominentes” que han sido extraditados a ese país.

Los datos proporcionados por la SRE están actualizados al 13 de enero del 2012.

Marlos Merlín, vocero de la SRE en México, dijo que no detallarían que municipios del estado son los que tienen más ciudadanos presos fuera de su tierra de origen.

“No vamos a entrar en detalles sobre ningún caso en particular, aunque sí son números que van a la alza”, dijo Merlín desde la Ciudad de México.

En tanto, Nicolás Parra Sauceda, subdelegado de la SRE en Sinaloa, dijo que ellos atendían en promedio hasta cinco casos diarios de sinaloenses con problemas jurídicos en el exterior, principalmente en Estados Unidos.

Ello no necesariamente significa que estén presos, sino personas en general que tengan un problema legal, o bien que sufre la pérdida de un familiar y debe hacer todos los trámites para el traslado del cuerpo.

Mujeres narco a la alza

La información de la SRE, que abarca el periodo del 2001 al 2011, detalla que casi 20 mil mexicanos fueron arrestados en el exterior y de este el 10.7 por ciento de ellos fueron mujeres.

En un comunicado de la SRE, Daniel Hernández Joseph, director general de Protección a Mexicanos en el Exterior, explica que las cifras son preocupantes ya que en diez años la Cancillería documentó 19 mil 636 casos de mexicanos detenidos por delitos contra la salud, entre los que había 2 mil 113 mujeres.

“La tendencia va en aumento puesto que tan solo en el 2011, la Secretaría de Relaciones Exteriores contabilizó 2 mil 335 aprehensiones de mexicanos, mil 814 en la Unión Americana. Todos estos inculpados están hoy sujetos a proceso penal y entre ellos hay 245 mujeres”, sostuvo el canciller.

El reporte apunta un incremento de mexicanos detenidos por narcotráfico en países como España, Alemania, Italia, Colombia, Panamá y Perú.

No obstante, Hernández Joseph refiere que “estamos viendo algún incremento en países asiáticos”, pues de 22 reportados en Japón nueve fueron aprehendidos en 2010; otro caso se registró en China, uno más en Tailandia y tres vigentes en Malasia.

Números a escrutinio

Las cifras de la SRE no coinciden con un reporte hecho por el Senado de la República a finales del 2011, según el cual tan solo en Estados Unidos habría 240 mil 706 mexicanos presos, de acuerdo con el sistema penitenciario de ese país, cifra que contrasta mucho con la emitida por la SRE que, según su página de Internet, el número de mexicanos presos asciende a 35 mil 020.

Asimismo, de acuerdo con una mujer que estuvo presa en Argentina acusada de narcotráfico y que fue entrevistada por Ríodoce, el número de mexicanas encarceladas en ese país difiere con las reportadas por la página de la SRE, que cita a nueve personas encarceladas contra al menos ocho que contó la fuente en su círculo cercano.

“En el pabellón donde yo estaba recluida había cinco mexicanas además de mí, pero estamos diciendo que eran menores de edad (menores de 21 años), pero además mi hermana y una amiga estaban en otra prisión, y ahí nada más vamos ocho, y solo en cárceles para mujeres”, dijo Cecilia.

De Malasia a Dominicana

En marzo del 2008, los hermanos José Regino Simón y Luis Alfonso González Villarreal, de la colonia Lomas de Rodriguera, Culiacán, fueron arrestados en Malasia por narcotráfico, por lo que se les sigue un juicio que, de ser encontrados culpables, los tres culiacanenses pudieran ser condenados a pena de muerte.

NI siquiera el embajador de México en Malasia, Alberto Lozoya, ha podido hacer nada por lograr una indulgencia a favor de los hermanos González Villarreal, toda vez que ha dicho en repetidas ocasiones que las leyes en ese país son “muy claras”, y que el castigo por ese delito siempre ha sido anunciado.

“Malasia anuncia su política contra el narcotráfico de una manera clarísima. Y es que tanto en las visas como en los puntos de entrada al país se informa al visitante que el tráfico de drogas es penado con la muerte”, dijo Lozoya a la televisión mexicana y que sea cual sea el resultado, el fallo será respetado por las autoridades mexicanas.

Asimismo, en septiembre del 2011, la Policía de República Dominicana arrestó a tres mexicanos, oriundos del estado de Sinaloa, en la comunidad de Guayabo Dulce, donde fue descubierto un gran plantío de mariguana.

De acuerdo con la información proporcionada por las autoridades del país caribeño, Andrés Pérez, Ricardo Villa Salazar e Israel Huerta Terán, de 68, 45 y 36 años de edad, respectivamente, fueron contratados por una persona para cuidar la plantación del enervante, cuyas matas estaban camufladas en un campo de maíz, ubicado en la provincia de Hato Mayor, al este de Dominicana. En dicho lugar, la Policía halló 14 mil 830 plantas de mariguana.

Poco después trascendió que los tres hombres arrestados son originarios de la sindicatura de Jesús María, Culiacán, Sinaloa, uno de los bastiones más controlados por Joaquín el Chapo Guzmán.

Cecilia, los sueños rotos

En julio del 2008, poco después de las 3:00 de la tarde, Cecilia llegó al aeropuerto internacional de Buenos Aires con tres kilos de efedrina ocultos bajo la ropa. La intención de la joven era transportar la sustancia desde Argentina, donde en aquel entonces era legal, hasta México, donde desde el 2007 se había restringido su uso por tratarse del principal ingrediente para la fabricación de metanfetaminas.

Acompañada de su hermana Marta y de una amiga, también de Culiacán, todas con tres kilos de efedrina bajo la ropa, Cecilia atravesó sin problemas el primer filtro de seguridad y esperó que su hermana y su amiga cruzaran.

En ese momento, “inexplicablemente”, varios agentes de la Policía Federal de Argentina llegaron a la sala y rápidamente rodearon el lugar.

Aunque el operativo parecía extraño, Cecilia no mostró una sola señal de nervios y en silencio se repetía “que no había nada qué temer”.

Esa seguridad y esa frialdad ante situaciones críticas, habrían dado confianza a sus reclutadores de Culiacán, instalados desde hacía varios meses en Buenos Aires, para determinar que, en lugar de hacerlas ingerir la sustancia en pequeñas bolsas de plástico, mejor la transportarían en un doble fondo confeccionado bajo la ropa.

“Originalmente el trato fue traer un kilo y medio, pero luego cambiaron y dijeron que serían tres kilos”, recordó la joven.

No hubo margen para discutir, porque de un tono amable, la voz de los narcotraficantes sinaloenses adquirió un tono agresivo, incluso amenazante, por lo que las tres muchachas no tuvieron otra que “aceptar” y transportar los tres kilogramos de efedrina bajo la ropa.

Ese pequeño detalle finalmente las habría de delatar porque, al ir cruzando la hermana el filtro de seguridad, un agente notó algo extraño en su pantalón, “algo” en la parte de sus glúteos, y de sus piernas se miraba raro.

—¿Qué lleva ahí? —preguntó un agente.

La joven no supo qué responder. Los nervios traicionaron a la joven y el agente lo notó. Pasaron a todas a un segundo punto de revisión y fue que, por debajo de la ropa, en un segundo fondo cocido bajo la tela del pantalón, a Marta le encontraron los tres kilos de efedrina.

Entonces todo cambió.

Prisión en el extranjero

La vida de Cecilia, que entonces contaba con 19 años, había cambiado radicalmente. Siete días antes estaba estudiando leyes en Culiacán, tres días después andaba de compras en las tiendas más exclusivas de Buenos Aires y de pronto estaba encarcelada en una prisión para menores en Argentina. Estaba sola. Su hermana Marta y su amiga habían sido enviadas a una prisión diferente por ser mayores de edad, en tanto ella se encontraba abandonada a su suerte.

Recordó el día ingrato en que su hermana le propuso trabajar como “mulas”, es decir, traer efedrina de Argentina a México. La paga entonces no era tan mala, 3 mil dólares por viaje y con todo pagado. La idea parecía emocionante: conocer un país, hospedarse en un buen hotel, comer y comprar lo que quisieran. Todo estaba incluido, y encima, recibir un bono por tres mil dólares. ¿Qué podía fallar?

Y sin embargo todo falló. La vida había fallado. Ella había fallado, o al menos así lo sentía. Pero también la suerte había fallado. Porque aunque la efedrina era legal en Argentina, por esos días habían sido aprehendidos nueve mexicanos descubiertos en un laboratorio para producir metanfetaminas, y las primeras investigaciones apuntaban al cártel de Sinaloa que estaba instalado en Buenos Aires. Así que las traficantes fueron acusadas de ser parte de ese grupo y entonces sentenciadas a cinco años de prisión.

Fue entonces que la vida de Cecilia pareció perder todo sentido. Lejos de casa, sin amigos, sin familia, solo quedaba llorar. Y entonces lloró.

Un salto al vacío

De niña era la más destacada en su clase. De diez no bajaban sus calificaciones. Pero vivir en un rancho del valle de San Lorenzo no es fácil. Y ser mujer en esa zona de machos, es todavía menos fácil.

Un día, su hermana Marta apareció con un nuevo trabajo. Sería distribuidora exclusiva de una importante firma de pintura del país. Pronto Marta comenzó a ganar dinero a manos llenas y a tener todo lo que siempre quiso tener.

Compró auto, ropa, joyas, perfumes y viajó. Y gastó hasta que se cansó.

“En un viaje de un fin de semana a Mazatlán, la joven se gastó como nada 70 mil pesos”, recuerda Cecilia.

No obstante, algo parecía estar fuera de lugar. Y Cecilia lo notó. Preguntó a su hermana por qué de pronto tanto derroche, y ella le contestó que porque la vida era corta. Pero no conforme con la respuesta, Cecilia insistió y Marta tuvo entonces que confesarle que trabajaba para unos ladrones que saqueaban unas tiendas departamentales en Estados Unidos, y que ella vendía la mercancía y que “por eso le iba tan bien”.

La realidad era que Marta trabajaba para un narcotraficante de la región del valle de San Lorenzo, para quien transportaba grandes cargamentos de droga a Estados Unidos.

Un día sin embargo, la suerte traicionó a Marta y la puso frente a una gavilla de desconocidos que “le dieron baje” con el cargamento, y si no la mataron fue porque “quizás no le tocaba”.

Regresó a Culiacán con vida, pero sin mercancía. El narco sinaloense para quien trabajaba no quedó contento, y pensando que lo habían robado, sacó a Marta del negocio y le dijo que ya no quería verla de nuevo porque la mataría.

De nada sirvieron las súplicas, ni los “amigos” buchones que tenía. Y de nada sirvió “decir la verdad”.

A partir de entonces la vida cambió: ya no tuvo dinero para pagar el auto, no tuvo dinero para comer ni en el Applebee’s, ni en el Italianni’s, ni en ningún otro sitio donde se ocuparan cientos de pesos para pagar.

Marta le buscó con nuevos amigos, con conocidos por una nueva oportunidad, pero era inevitable: Marta había sido marcada y nadie la habría de contratar.

Por esos días, surgió un amigo de uno de sus contactos, quien le dijo que había una nueva oportunidad: transportar efedrina desde Argentina, donde entonces era legal. Pero tendría que reclutar varias “mulas” para que el viaje valiera la pena.

Marta se dedicó entonces a reclutar candidatas que pudieran hacer el trabajo y una de ellas fue Cecilia, quien se mostró emocionada con la posibilidad de viajar.

“Pero vamos a traer efedrina”, objetó la hermana.

“No importa, va a ser emocionante”, respondió Cecilia.

A la semana siguiente, ambas hermanas junto con una amiga viajaban a Buenos Aires. El destino las esperaba.