Juan Carra / Criminis Causa
Facundo Peralta ni se inmutó. Con el rostro adusto, mirando al frente recibió la sentencia condenatoria que lo confinará a prisión perpetua. Así lo decidió el Tribunal Oral Criminal 3 en la sentencia que lo halló culpable del triple homicidio ocurrido el 23 de septiembre de 2010, en la casa de Catamarca 2585. Jonathan Bedoy, responsable de haber hecho desaparecer la pistola utilizada en el crimen, fue sentenciado a tres años de prisión de cumplimiento condicional. Allegados a Facundo Peralta, desconsolados y con la convicción de que el chico es inocente, insultaron a Bedoy, acusándolo de ser el “verdadero asesino”.
La audiencia se retrasó dos horas de lo previsto en el cierre del debate oral. Pasadas las 13, los jueces Juan Manuel Sueyro, Eduardo Oscar Alemano y Leonardo Celci ingresaron a la sala del sexto piso de Tribunales colmada de público y de periodistas. Así, la secretaria María Celeste Luzuriaga comenzó a leer los fragmentos más importantes de la sentencia.
El clima de tensión se mezclaba con la ansiedad de conocer el veredicto de uno de los casos policiales más importantes de los últimos diez años en Mar del Plata. Los acusados sentados detrás de sus respectivos abogados defensores se mantenían en aparente tranquilidad. Y así se mantuvieron, incluso cuando la voz de Luzuriaga iba desglosando el fallo que desde el inicio se mostraba condenatorio.
LOS FUNDAMENTOS
Según entendió el Tribunal, las nulidades de las actuaciones iniciales de la policía solicitadas por el defensor de Peralta, Alejandro Borawski, fueron desestimadas y por lo tanto los jueces pasaron a analizar la materialidad de los hechos.
En este marco, expresaron que los hechos planteados en la acusación llevada adelante por el fiscal Mariano Moyano fueron acreditados durante el debate oral. Según la sentencia, el testimonio de Jonathan Bedoy fue el eje de la acusación, y la comprobación de su veracidad, la clave de fallo.
Así, para los jueces no hubo dudas de que Facundo Peralta el 23 de septiembre de 2010 llegó desde Río Grande y luego de dejar sus pertenencia en la casa de un amigo, fue en moto a la casa de Bedoy y después de estar unos minutos charlando con él, éste le prestó una campera y se fue a la casa de su padre. Ahí, entró como de visita y mientras su padre, el masajista Eduardo Peralta (55), estaba sentado en el sillón descansando, se colocó detrás de él y le gatilló un disparo certero en la cabeza. Después, fue por Pilar Piedrabuena (52), pareja de Eduardo y luego de acorralarla en la zona del pasillo de la casa la mató de un disparo en la cara. Fue entonces que Peralta se encontró sorpresivamente con Sergio Neimann (21), hijo de Pilar, quien estaba casualmente de visita. Dos disparos en el cuerpo lo dejaron sin vida, tendido en la cocina. Después, Facundo Peralta se fue de la casa.
Aproximadamente a las 22,10 consumado el triple crimen, Facundo llamó a Bedoy desde su celular y le dijo que iba para su casa, “que se había mandado una recagada”. Unos minutos después, esa cagada tomaba forma: después de darle la pistola calibre 9 milímetros a Bedoy para que la ocultara, Facundo Peralta confesó lo hecho: “Hice cagar a mi viejo, a la mujer y a un gil que se la comió por estar ahí”.
Bedoy no solo ocultó el arma, sino que tiempo después la permutó junto a su moto, por otro vehículo de mayor valor. El arma nunca fue encontrada y eso dificultó la investigación.
La autoría del hecho se desprende de la confesión del Bedoy que incluso se coloca a sí mismo cometiendo el delito del ocultamiento del arma. Por eso, los jueces buscaron en el debate oral los testimonios que pudieran contradecir las dos declaraciones de Bedoy –la primera en la etapa de instrucción, y la otra en el propio debate–. Así, los magistrados no hallaron ni contradicción entre sus dos declaraciones, ni con las de otros testigos y a la vez testigos como Bracone y Reyes dieron la misma versión que Bedoy respecto a su relación con el arma homicida. Ante esto, el testimonio de Bedoy se solidificó y fue la base de la sentencia.
Por otro lado, el juez Jan Manuel Sueyro, quien emitió su voto en primer lugar y por ello llevó adelante la argumentación de la sentencia por unanimidad, expresó que la actitud gestual de Peralta durante el juicio, sobre todo en su declaración a pedido de la defensa, fueron muestra de un relato armado, propios de estar leyendo o un libreto estudiado, más que de un relato de hechos verídicos. En este sentido, cabe destacar la “inmutabilidad” de Peralta durante la primera audiencia cuando se mostraron las fotos de su padre asesinado.
En relación a la gran cantidad de testigos que pasaron por el debate, muchos de ellos allegados a Facundo Peralta, el Tribunal expresó que de todos esos relatos nadie pudo explicar qué hacía Peralta en la zona de la casa de Catamarca en el horario del crimen. Esto quedó demostrado por el posicionamiento de las antenas de telefonía celular que aquella noche del 23 de septiembre a las 22,10 se activó a tres cuadras de la escena del crimen con un llamado desde el celular de Peralta al de Bedoy. Cabe destacar que este mismo llamado fue tomado por el celular de Bedoy con la antena correspondiente a su casa. Es decir que la prueba lo deja lejos de la escena del crimen.
Con estos elementos como base, los jueces condenaron a Facundo Danilo Peralta a la pena de prisión perpetua por hallarlo autor material responsable del homicidio agravado por el vínculo de Eduardo Peralta, homicidio de Pilar Piedrabuena y homicidio con el fin de procurar la impunidad (Crimis Causa), para el caso de Sergio Neimann. En este sentido, se dejó en claro en la sentencia que se descartó la “alevosía” pedida por las partes acusadoras en relación al crimen del masajista.
Por su parte, Bedoy fue hallado culpable del delito de encubrimiento agravado y por ello condenado a tres años de prisión de cumplimiento condicional. En este caso, el Tribunal tomó en cuenta como atenuante la colaboración de Bedoy con la Justicia.
SIN MÓVIL
Los jueces del TOC 3 descartaron en los fundamentos de la sentencia que el móvil del crimen haya sido el dinero o la mala relación entre padre e hijo. La existencia del primero no se pudo comprobar y con respecto al segundo, señalaron que mensajes de texto enviados entre padre e hijo tiempo antes de los crímenes mostraban que su relación era cambiante, por momentos era más fría y distante, pero por otros se volvía “calurosa y fraternal”, pero nada indicaba que los problemas fueran tan graves como para que tuvieran un desenlace fatal.
Todo parece indicar, que el problema mayor que tenía Facundo con su padre estaba relacionado con el “lugar de señora de la casa que le había otorgado a Piedrabuena” luego del fallecimiento de su madre”.
LA JUSTICIA NO REEMPLAZA LA AUSENCIA
Durante toda la audiencia de lectura de la sentencia reinó el clima de dolor. La familia Neimann y Piedrabuena se sentaron como en todas las audiencias ocupando la mitad derecha de la sala. Ahí, Diego Neimann, hermano de Sergio, junto a su padre Cecilio, aguardaban el fallo. A lo largo de las semanas de juicio los dos siempre se mostraron confiados en la Justicia. Pero, los dos también sabían que ayer se daba la última palabra.
Cecilio rompió en llanto que contuvo con el abrazo de sus allegados apenas se escuchó que el veredicto era condenatorio.
Después, al salir de la sala, habló con la prensa. “No sale más”, repetía mientras llorando decía que ni así su hijo iba a poder descansar en paz.
Las hermanas de Pilar también se mostraron conmovidas por el fallo. Incluso una de ellas, tuvo que se asistida durante la lectura por una descompensación que llevo a la oficial Carina Upton –responsable de la seguridad durante todo el debate– a despejar la salida para atenderla.
“El miércoles fue el cumpleaños de Pilar”, dijo entre lágrimas en diálogo con El Atlántico, agradecido de que se haya hecho Justicia.
EL DOLOR DE LOS AMIGOS
Desde el inicio del debate oral y público que se le siguió a Facundo Peralta, la fachada de Tribunales, cada mañana, lucía una bandera que pedía por su inocencia. Los autores: poco más de una decena de chicos y chicas, amigos de Facundo, quienes nunca creyeron en la prueba vertida en el debate. “Facundo es inocente, nosotros también queremos que se haga Justicia”, decían cada día en los pasillos de tribunales.
Este jueves, ellos sintieron el golpe. Convencidos de la inocencia de Peralta, estallaron en llantos cuando se anunció que el chico pasará su vida encerrado.
Ya a la salida, llorando, a los gritos, pedían por “verdadera Justicia”. “Bedoy miente”, decían y lo señalaban a él como el “verdadero asesino”: “El inocente preso y el verdadero culpable caminando por la calle” gritaban en la puerta de Tribunales, mientras Jonathan Bedoy, solo, sonriente, caminaba por el estacionamiento, en libertad.
CAMINO A LA CÁRCEL
Media hora después de que culminara la lectura de la sentencia, Facundo Peralta fue retirado esposado en una camioneta del Servicio Penitenciario Bonaerense. Su destino: la Unidad Penal XV de Batán, donde venía cumpliendo su prisión preventiva desde hace un año y siete meses.
Con las manos engrilladas adelante, Facundo no dijo ni una palabra al subir al vehículo.
Los ojos rojos eran la prueba de dolor por la sentencia.
Foto Ricardo Stinco