aborto no punible

Cosecha Roja.-

Laura Vernoni tenía 27 años, un embarazo de más de 4 meses y un marido violento. El domingo, cuando quedó internada en terapia intensiva en el Hospital Materno Infantil de Salta, tenía una infección grave. Llegó a contarles a los médicos que había intentado abortar y que le había pagado a una mujer que le puso una “especie de gelatina” en la vagina. Los médicos no pudieron bajarle la fiebre y el miércoles falleció. El fiscal de la causa no descarta el pedido de detención de su pareja, el único que sabe qué le hicieron.

La infección grave era una septicemia: una bacteria que avanza rápido y que en poco tiempo se distribuye por diferentes partes del cuerpo, pasa a los pulmones, las vías urinarias y requiere que la persona sea hospitalizada de urgencia. Si no, hay altas posibilidades de morir. En la provincia de Salta hay pocos lugares que pueden tratarla; sólo en el hospital público de Tartagal, el de Orán y el Materno Infantil de la capital. “Si alguien está lejos y tiene una septicemia tiene que ser trasladado de urgencia”, dijo a Cosecha Roja Mónica Menini, referente de Católicas por el Derecho a Decidir de Salta.

La mujer vivía con sus cuatro hijos chiquitos y Ramón Orlando Rioja, su marido, en el barrio Finca Independencia, en las afueras de la capital. Trabajaba en la cooperativa Evita XXI. “Muchas veces no iba a las capacitaciones o llegaba golpeada”, dijo a Cosecha Roja la coordinadora.

Rioja era alcohólico y le pegaba. Ella ya lo había denunciado varias veces. “Nunca nadie le llevó el apunte con las denuncias. Esta semana nos enteramos que ninguna tenía número de expediente y que no les habían dado curso”, contó la coordinadora de la cooperativa. Ahora, desde Católicas por el derecho a decidir van a iniciar un recurso de amparo para que los hijos de Laura queden al cuidado de su mamá y no del padre.

“El fiscal Pablo Paz no descarta la orden de detención para Rioja porque él la acompañó a abortar y hay pistas de dónde fue”, dijeron fuentes judiciales a Cosecha Roja. Además contaron que están analizando la historia clínica y que los peritos de la Unidad de Grave Atentado a la Persona de Salta van a iniciar una investigación para saber qué otras personas estuvieron implicadas en ese aborto.

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Laura no recibió educación sexual en la primaria. Tuvo a su primer hijo a los 15 años y no sabía que después de los tres meses de embarazo practicarse un aborto es cosa de alto riesgo. En Salta la materia Educación Religiosa es obligatoria en las escuelas públicas primarias y cuando ella estaba en la escuela no existían leyes de salud sexual y reproductiva en la provincia.

Casi al mismo tiempo en el que quedó embarazada, Laura había empezado a capacitarse en el Programa Ellas Hacen. Durante cuatro meses, sus 33 compañeras participaron en talleres de violencia de género, terminaron la escuela y aprendieron oficios.

Todavía no se sabe qué fue lo que le pusieron a Laura en la vagina. Ella alcanzó a decirle a los médicos que era una gelatina. “Las parteras o las que hacen abortos clandestinos usan lo de siempre: yuyos, agujas, perejil y cobran entre 7 y 8 mil pesos. Cuando nosotras acompañamos un aborto decimos que siempre lo seguro es el Misoprostol”, agregó Memini.

No hay datos sobre la cantidad de abortos que se hacen en Salta. “Según el Ministerio de Salud de la provincia entre enero y septiembre de 2011 hubo 1.608, de los cuales 499 fueron de altísimo riesgo”, dijo Memini.