Cosecha Roja.-

Rosa Bustos tenía 34 años, tres hijos, un par de matrimonios sin final feliz, una casita en la calle Cerro Catedral 160, barrio La Loma, en la periferia de Lincoln, provincia de Buenos Aires. No mucho más. No necesitaba demasiado, tampoco. Era una noche clara, con algo de viento. Hace rato ya que Rosa había acostado a su beba de unos meses. Sus otros dos chicos, de 10 y 14 años, también se habían ido a la cama. Rosa se durmió después, profundamente. Hasta que a la 1:30 la despertó un ruido extraño. Cuando entró a la cocina se encontró a Miguel Ángel López, su marido hasta hace unos 4 meses, cuchillo en mano.

El dato sería apenas una cuestión de color si esto fuera un canal de cocina. Pero no es el caso. “No me importa 2012, te vamos a despedir igual, aunque lloresssss, te vas a irrrrrrrrrrrrrr. El 2013 te pisa los talones , falta poco falta poco”, fue el mensaje que publicó Rosa en Facebook, apenas unos días antes de morir. Según Roberto Peralta, Comisario de Lincoln, Miguel López tenía al menos 3 denuncias de 3 ex esposas “por maltratos físicos y otro tipo de artimañas, las molestaba en su domicilio y lugar de trabajo”. Una de ellas, de apellido Zabala, vivía con custodia policial permanente debido a las constantes amenazas de muerte que recibía de su ex pareja.

Volvemos a la cocina del barrio La Loma. Miguel, que paradójicamente se llama Ángel, sostiene un cuchillo. Rosa lo mira perpleja. Vaya a saber porqué ella nunca lo denunció. Discuten de temas, que a esta altura, son cuestiones vánales. La discusión sube de tono. El bebé se despierta, se lo escucha llorar a los gritos en la habitación. Evelyn Sarmiento, 10 añitos, llega a la cocina justo para ver a Miguel clavarle el cuchillo a su madre en la garganta. La nena también llora, intenta escapar por la puerta principal. López llega a degollarla antes que pise la calle. Evelyn sale a los gritos a la noche calma de Lincoln, camina 50 metros pidiendo ayuda y llega hasta la casa de su tía para morir desangrada en sus brazos.

“Dejó una familia destruida. Era un tipo que tenía un historial de violencia de género, pero nunca esperaron que la historia terminara así”, comentó Ezequiel Azcune, periodista de la radio local FM 104.5 y amigo de la familia, que agregó: “Queremos que el tipo aparezca, vivo o muerto, pero que aparezca y pague por lo que hizo”. Por ahora, la policía bonaerense intenta dar con el paradero de López, aunque algunas fuentes confían que, tal vez, ya se haya suicidado.

El hijo mayor de Rosa, de 14 años, y el bebé son los únicos sobrevivientes. Hace un par de años vivió su primera tragedia cuando su padre biológico murió electrocutado. Y ahora le toca, vaya destino, ser el único testigo directo de la muerte de su madre. De momento permanece en estado de shock y bajo asistencia médica. Puede contarlo de suerte: apenas alcanza a escapar de Miguel con el bebé en brazos. Se refugia en la casa de unos vecinos. Desde ahí lo ve a López agarrar la bicicleta con la que había llegado y perderse, silencioso, en la noche bonaerense.