embarazo

Miriam Maidana – Cosecha Roja.-

Las enfermeras de Neonatología caminan apuradas. Como terminó el almuerzo y hay cambio de turno van y vienen con llaveros entre los lockers. Al lado una mujer espera sentada en una silla. Tiene un camisón nuevo de Betty Bop y unas pantuflas que hacen juego. Acaba de parir y tiene las dos tetas al aire, golpes en las piernas y arañazos en el brazo. El bebé, su primer hijo, viste un conjuntito celeste. Le cuelga de su teta izquierda, ella lo mira como ajena al cuadro. Está obsesionada con que de la teta salga leche, que el bebé coma y ella pueda dormir un rato. Porque el bebé toma poquito, rechaza la mamadera y llora. A ella le duelen los pezones, está como en otro mundo, tiene las tetas asustadas.

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Motivo de Interconsulta: una mujer de 41 años, primeriza, dió a luz un varón. Parto por cesárea. Dificultades para amamantar. Cierta ajenidad con el bebé.

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La misma escena del principio vista desde otro ángulo. Una señora de chaqueta con flores agarra la teta de la mujer con ambas manos y le dice: “¡Lo hacés mal, muy mal! No estás sosteniendo bien al bebé. ¿Qué te dije? Sentate bien, no ves que el bebé no está cómodo?”. La mujer hace muecas de dolor. “Ya te dijimos que eso pasa siempre, te va a doler unos días, pero no hay mayor felicidad que amamantar a un hijo”, le dice la voluntaria. El conjuntito celeste del bebé se levanta, la panza queda al descubierto. La mujer parece una nena con un muñeco de paja. Le pido a la voluntaria un minuto para hablar con ella.

“Me llamo B.S. No tuve hijos antes porque tampoco tenía novio. Soy muy pegada con mi mamá. Trabajo en casas de familia. Me seguía viniendo la menstruación pero yo sospechaba algo porque había engordado de cara: me hice un test y estaba embarazada. Me tuve que ir a vivir con mi novio, pero extraño mucho a mi mamá.”

La mujer sigue con las tetas al aire aunque la voluntaria se llevó al bebé para darle la mamadera. “Vos no aprendés, no ponés voluntad”, le dijo antes de irse. Su relato es sumamente confuso: no sabe en qué día está, cuándo nació el bebé, cuánto pesó ni cuántas semanas de embarazo tuvo. Está fajada por la cesárea, sentada en una silla incómoda, con las piernas abiertas. Tiene arañazos en los brazos y golpes en las piernas, que aparecieron con el embarazo. “¿Usted sabe si se me van a ir?”. No, no lo sé. Puedo preguntarle al médico: “No, por favor no: ya me gritó porque no doy bien la teta, parece que hasta que no la dé bien no voy a salir”.

No hay jerarquías para los malos tratos. El médico y la voluntaria quebraron la verticalidad hospitalaria y se unieron para alcanzar un objetivo común: conseguir que una mujer agotada alimente correctamente al niño, lo siente bien, cuide que no se le caiga, lo haga dormir y se vaya a su casa.

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Es la hora de visita. En el pasillo está el padre del niño, con su hermana y una amiga de la familia. Hablo con él y le indico que no la dejen sola los primeros tiempos con el bebé. La confusión puede tener que ver con su estado de agotamiento y dolor, o tener otro orden: en ese caso le sugiero que la traiga nuevamente al hospital.

Le pregunto si la madre de S. estará con ella en su casa. La cara le cambia al papá, que hasta aquí había sido muy simpático: “Poco, poco va a estar. Voy a estar yo”.

En un papel le anoto el nombre del Programa, los horarios y los consultorios donde puede encontrarnos.

 

Notas:

1- Esa mujer, la que “ni novio había tenido”, al culminar su embarazo con una cesárea dejó de tener nombre propio (las llaman “mamá”, “mamita”), tener derecho a dormir, a estar dolorida, a tener miedos sobre su propio cuerpo. Debe ser TODAMADRE. Y al mismo tiempo que no se respeta su derecho a la intimidad (mientras la “retan” las enfermeras van y vienen de los lockers, y una mujer ofrece ropa que vende en cuotas) le sacan al bebé “porque si no le das de comer no te vas más”. Esta no es la realidad del cuerpo de enfermería de Neonatología, que suelen tener el trabajo más duro y pesado del hospital. Pero este bebé no es de Neo: lo “llevaron” para que la madre “aprenda”.

2- Distintas teorías muy en boga (teta a demanda, lecho compartido, cuna en el cuarto, etc) ubican a las mujeres a partir del acto del nacimiento de sus hijos como TODAMADRE. Adiós a la dimensión de mujer, de pareja, de profesión, de espacio. Sobre (mal) entendiendo el invento del instinto materno, ubica a estas mujeres dividiéndolas en madres buenas, defectuosas y malas (por ejemplo, las que matan a sus hijos o los abandonan).

3- S. sería “defectuosa”: no aprende porque “no quiere”.

4- Es muy recomendable la película peruana “La teta asustada”: https://www.youtube.com/watch?v=RQh6J_j4U9Y

Foto: El Mercurio