Matar a Borges es una novela de parodia donde el personaje de El Aleph, Carlos Argentino Daneri, se traslada de la ficción para vengarse de su creador por robarle la esencia de ese punto mágico, donde convergen todas las cosas del universo.
Por Matías Máximo
Es 1950 y hace unos años que Borges fue nombrado Inspector de Gallinas y Corrales por el gobierno peronista, premio irónico para un hombre que dedicó su vida a la lectura y el pensamiento. A poco de publicado El Aleph, Carlos Argentino Daneri se siente estafado: su vida, su tesoro mágico y su prima, Beatriz Viterbo, aparecen en ese cuento que Borges escribió sin aclarar que pertenece a la realidad.
Daneri siente que es su hora, y no sólo se vengará de Borges por plagiar su vida, sino que lo hará también por burlarse públicamente de “La Tierra”, esa poesía inmensa en la que trabajó durante años para encapsular todos los tiempos y lugares en un sistema de versos, y que en El Aleph son pisoteados con sentencias como “La palabra lechoso no era lo bastante fea para él; en la impetuosa descripción de un lavadero de lanas, prefería lactario, lacticinoso, lactescente, lechal” . Una ofensa, un duelo literario, difícil de entender sin luchar en un campo de letras.
La venganza tiene que estar a la altura de las circunstancias, piensa Daneri, porque Borges tuvo ganas de suicidarse varias veces y matar a un suicida cobarde podría ser un premio; por eso, en su plan matará primero a las mujeres que más le importan, o sea, a sus amadas Ulrike Von Kuhlmann, Estela Canto y Leonor Acevedo, la madre posesiva.
Después de la primera muerte entran en escena dos agentes para investigar el caso: Colombres, un Inspector “soez, vulgar e ignorante”, al que le gusta tomar alcohol y jugar a las cartas pero saca el revólver si alguien se atreve a ganarle; y Ezequiel Vega, su asistente de 23 años, que logró resolver todos los últimos casos a pesar de su nefasto superior, un joven que se emociona cuando sabe que tendrá que interrogar a Borges por las muertes de su entorno.
Este dúo encargado de resolver el caso trata de seguir las pistas desde distintos móviles. Por un lado, la teoría de Vega apunta a una compleja simetría entre el mundo literario de Borges y una estructura de muerte romboidal, como en el cuento La muerte y la brújula. La de Colombres se arrima a la locura, una hipótesis donde el escritor es un viejo ciego y psicópata que empezó a matar a quienes le rompieron el corazón. Ambas, tal vez, estén desacertadas.
Matar a Borges es la primera novela de Francisco Cappellotti: 1980, abogado UBA, profesor y prosecretario de la Cámara de Apelaciones de Tierra del Fuego. La idea es buena, la trama también, aunque los guiños para los lectores de Jorge Luis parecen de a párrafos incrustados a la fuerza, casi caprichosos, como si en verdad Matar a Borges fuera un mensaje cifrado, un hipertexto sarcástico que pretende exterminar la obra que refiere. Quizá, si el Aleph es ese punto donde están “todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos”, resulta imprescindible que allí también esté la novela.
Matar a Borges
Francisco Cappellotti
240 páginas
Editorial Planeta
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