Julia Muriel Dominzain – Cosecha Roja.-
“Exigiles más a tus políticos
que no hagan campaña
trivializando el futuro de nuestros chicos.
Quieren, en nombre de la justicia,
juzgar a niños como adultos
no se me ocurre nada más injusto
no hay mundo que mejore así”
“Nada crece a la Sombra”
Rap por No a la Baja
Adolescentes varones y pobres. Ellos son el blanco al que apunta el proyecto para bajar de 18 a 16 la edad de imputabilidad que se plebiscita este domingo en Uruguay junto con las elecciones nacionales. A los que cometan delitos “hay que encerrarlos para defender a los honestos”, propusieron durante la campaña los integrantes de la Comisión Para Vivir en Paz que impulsaron la idea. Las estadísticas de 2013, sin embargo, muestran que menos del 6 por ciento de los delitos fueron cometidos por adolescentes y que, de esa cifra, el 78 por ciento eran casos de hurtos y apenas el 4,2, homicidios.
Los uruguayos que estén en contra de bajar la edad de imputabilidad no tienen que hacer nada, los que estén a favor meterán una boleta que diga “sí” en la urna. Si ganan los últimos, el 27 de octubre Uruguay será el único país de América Latina que le quite expresamente a los adolescentes el derecho a ser juzgados y sancionados por un sistema de responsabilidad penal distinto al de los adultos. La reforma violará el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, la Convención Americana de Derechos Humanos, la Convención sobre los Derechos del Niño y el propio Código de la Niñez y la Adolescencia que rige en el país desde 2004. “Puede ser un error que cueste muchísimo revertir”, dijo a Cosecha Roja Diego Grauer, de la Comisión No a la Baja.
El texto de la propuesta dice que se modificará el artículo 43 para que los jóvenes de entre 16 y 18 sean penalmente responsables como adultos, que el juez podrá -a discreción- decidir si la “falta de discernimiento” es un atenuante, que no se borrarán nunca los antecedentes y que crearán un servicio de rehabilitación -que ya existe-. Las penas máximas aumentarán de 5 a 30 años. El argumento es circular: “De nada sirve tener un buen centro de rehabilitación si el tiempo de reclusión es muy breve, como ahora. El tiempo que se necesita para rehabilitar a una persona mayor de 16 años es el establecido por el código penal adulto’”, escriben en la página oficial.
“Yo voto para vivir en paz” fue el slogan de la campaña que empezó en 2010 de la mano (dura) de un discurso que criminaliza. “Lo presentaban de forma bélica, decían que los menores son conscientes de lo que hacen, que matan, que violan y que no sucede nada”, dijo Grauer. El razonamiento, detrás de la parafernalia, era: si quieren paz, encerremos a los pibes. “En los últimos años la sociedad uruguaya aumentó enormemente sus niveles de miedo a la inseguridad y algunos partidos políticos se aprovecharon para sacar una ventaja: se apropiaron de una demanda social y la tradujeron en esta falacia”, dijo a Cosecha Roja Gabriel Tenembaum, sociólogo uruguayo.
En 2011 juntaron 370 mil firmas y accedieron al mecanismo más directo de democracia que existe en las constituciones modernas: el plebiscito. Pero hubo quienes pararon la pelota. La Comisión No a la Baja organizó debates académicos, intervenciones urbanas, encuentros culturales, recitales y marchas. La última, el jueves 16 de octubre, juntó a más de 50 mil personas y fue de las movilizaciones más grandes del último tiempo.
El Partido Colorado fue el que impulsó el plebiscito. Después se encargó de movilizarlo una comisión que no especificó quiénes la integraban: “Somos un grupo heterogéneo de personas con distintas edades y una misma meta”, se definieron. Una parte del Partido Nacional los apoyó y otra parte no. Del otro lado se formó la Comisión No a la Baja, con organizaciones sociales, agrupaciones estudiantiles, sindicatos, ONGs que trabajan con jóvenes y organizaciones católicas, cristianas y judías. El Frente Amplio los apoyó. Antes del cierre de campaña de ayer en la rambla montevideana, hicieron un banderazo en homenaje al trabajo de la Comisión.
“Al principio el discurso era absolutamente de mano dura, pero a raíz de los avances de No a la Baja fuimos ganando la batalla discursiva y empezaron a poner el énfasis en el punto de la rehabilitación”, dijo Grauer. Más allá del resultado, la polémica instaló la reflexión. “Se fue entendiendo que quienes cometen delitos son consecuencia de circunstancias históricas, culturales y sociales”, explicó. Uruguay vivió el dosmiluno argentino un año después. Los niños de esa crisis hoy tienen entre 16 y 18.
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¿Qué puede aprender un pibe de 16 años en la cárcel? Quien sea detenido a esa edad terminará su condena con mayores. Los de No a la Baja lo llama “apagar un incendio con nafta”. Las cárceles están desbordadas y Uruguay ocupa el quinto puesto mundial en la estadística que compara la tasa de encarcelamiento cada cien mil habitantes. Para Grauer “está más que demostrado que las condiciones de encierro adultas recrudecen los crímenes y la violencia”. Las cifras de reincidencia están entre un 52 (según el Instituto Técnico Forense) y un 59 por ciento (según el Ministerio del Interior).
En Uruguay existe el Instituto del Niño y el Adolescente (INAU) que tiene la responsabilidad de velar por los derechos de niños, niñas y adolescentes. “Son juzgados a partir de los 13 años”, contó a Cosecha Roja Delia Fernández, de la ONG Renacer. En 2013 se creó el Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (Sirpa) que rige a los adolescentes en conflicto con la ley penal: incluye amonestaciones, prohibición de ir a determinados lugares, orientación y apoyo, y medidas que los privan de la libertad.
“Las llaman colonias pero son cárceles en las que funciona el encierro total y hay pocos espacios recreativos. La semántica es una trampa”, contó Tenembaum. Los hogares Hornero, Sarandí, Piedras, Ituzaingó, Ser, Ariel, Granja y Casona quedan en Colonia Berro. Es un predio en las afueras de Montevideo de varios kilómetros cuadrados y, entre los establecimientos, hay campo, pastizales, alambrados y un abismo. Cada uno tiene un director y un proyecto. “El hogar Ituzaingó es modelo. Tiene actividades laborales todo el día, les dan una buena alimentación, colchón, sábanas, utensilios para comer y un liceo adentro”, contó Delia. El contraste es instantáneo:
– A mí me dieron de bombo acá. Me pusieron en un cuartito y me dieron de bombo. Por ningún motivo me pegaron. Me pegaron porque ellos quisieron- contó ante las cámaras un joven del Hogar Ser este año.
Lo empastillaron y llevaron a un cuartito sin nada más que el calzón que tenía puesto. En esa colonia siempre hay denuncias por malos tratos, torturas, picanas eléctricas y palazos. Y siempre evalúan cerrarla. “Estuvieron dos horas desnudos haciendo lagartijas un día de lluvia en el patio”, denunciaron los familiares el año pasado a La Diaria. “Yo pido que le den la oportunidad de trabajar, porque sólo está llenándose de odio”, dijo la madre de un joven al mismo medio local.
Delia Fernández trabaja en centros de encierro de menores y está en contra de la baja: “Depositan en los adolescentes todas las causas de inseguridad. No se va acabar porque tengamos más chiquilines encerrados. No te podés rehabilitar en un espacio de encierro”. En cambio, cree que hay que “procurar medidas socioeducativas” y espacios en donde los jóvenes “puedan pensarse, ver la magnitud del daño cometido, aprender a respetar los derechos del otro y adoptar herramientas nuevas para enfrentarse a situaciones conflictivas”. Para Grauer, la intervención interdisciplinaria es clave: “Hay que sacar al adolescente de los circuitos de delito sin pasar por el sistema penal”.
El sociólogo Tenembaum hizo un estudio sobre las iniciativas previas que hubo en el país para modificar la edad de imputabilidad: “Desde la última recuperación del régimen de gobierno democrático en 1985 hasta 2011 se presentaron 16 intentos legales para cambiar el umbral etario penalmente punible. En estos 26 años, con la aparición de propuestas cada año y medio, nunca se ha consumado la reforma del artículo 34 del Código Penal”, escribió. Lo que sí se fue modificando es el tiro al blanco: los primeros años, el objetivo eran los jóvenes revolucionarios marxistas, tupamaros y comunistas. Hoy, los proyectos se enfocan en los jóvenes delincuentes. “La discusión no es si ser más o menos punitivos: lo que hay que pensar en Uruguay es qué pasa con los adolescentes en conflicto con la ley”, dijo Grauer.
“La sombra que alguien piensa que resuelve los problemas
es guardarlos con mayores y aumentarles la condena
Quiero propuestas que funcionen
sin hipotecar sus vidas
Mi melodía es música anti hipocresía
lo que escribo con la mano
con el codo no lo borro
y me planto porque
ningún pibe nace chorro”
* Rap “Nada crece a la sombra”. Comisión No a la Baja. Músicos: Contra las Cuerdas, Santi Mostaffa, Gonzalo Brown, Mateo Moreno, Pedro Alemany, Maia Castro, Pata Kramer, Ana Prada,Jorge Schellemberg y Bruno Cammá.
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