Juliana Mendoza – Cosecha Roja.-
Diana Seattone estaba sentada frente a la pantalla del sexto piso de Tribunales. Con una mano apretaba con fuerza un rosario blanco, con la otra sostenía a Lorenzo, su sobrino, una suerte de hijo para ella y su marido, Jorge Mangeri. Alrededor de Diana, los familiares acercaban sillas para presenciar desde afuera de la sala el juicio por el que el portero es acusado del crimen de Ángeles Rawson, la adolescente que apareció muerta en el basurero de José León Suárez. El abogado Adrián Tenca pidió la nulidad del debate: reiteró que el tribunal no tuvo en cuenta las pruebas presentadas por la defensa durante el período de instrucción. “El ADN encontrado en el dedo índice de la mano derecha de la víctima no es de Mangeri”, dijo después de la lectura de las evidencias.
La audiencia empezó a las 9.30 en la sala del Tribunal Oral en lo Criminal Nº9. Los jueces Fernando Ramírez, Ana Dieta de Herrero y Jorge Gettas pidieron a la secretaria que lea el auto de elevación a juicio. En la sala estaban Franklin Rawson y Jimena Arduriz, los padres de Ángeles, junto a sus abogados Pablo Lanusse. Afuera quedaron Diana – esposa y una de los 180 testigos de la causa- y sus familiares, que alentaron al encargado cada vez que aparecía en pantalla. “¡Inocente!”, gritaban.
Los fiscales acusan a Mangeri de ser el único agresor en el intento de abuso sexual a Ángeles. La adolescente de 16 -que apareció muerta el 11 de junio de 2013- se resistió, arañó y dejó marcas en la piel del victimario. En la investigación determinaron que estaba desnudo de torso y con los pantalones bajos: “Impedido de consumar su agresión sexual, con el fin de ocultar su crimen y garantizar su impunidad, Mangeri decidió quitarle la vida con sus propias manos, asfixiando y ocasionando la intencional muerte de Ángeles Rawson”.
“¡Mentira, mentira!”. A cada acusación de las lecturas, el público afuera de la sala gritaba. “El acusado Mangeri descartó el cuerpo de la adolescente a través de un mecanismo que le resultaba conocido y propio, como es el sistema de recolección de residuos, esto queda constatado por el hallazgo de ADN del encargado en la soga con la que Ángeles estaba atada”. “Mentira”, otra vez.
En el receso de 20 minutos, alrededor de las 11, Diana corrió hasta la sala para saludar a Mangeri. Los parientes se abrazaron, tomaban mate, comían facturas y masas como si estuvieran en una merienda familiar. “Mi hija no está bien, todos estamos así, pero nosotros nos damos mucha fuerza”, confesó a Cosecha Roja Carlos Seattone, el suegro del encargado.
Cuando se reanudó la audiencia, Tenca solicitó que Diana esté presente en la sala al igual que los padres de Ángeles, quienes también son testigos. El tribunal le negó el pedido porque Arduriz y Rawson son querellantes de la causa. No fue el primer rechazo que recibió la defensa: la semana pasada no le aceptaron la postergación del juicio. Hoy el defensor acusó de “parcialidad manifiesta” al tribunal por no haber admitido las pruebas presentadas, exigió realizar nuevamente el examen genético y pidió entonces la nulidad del juicio.
Lanusse, el abogado de la querella, lo contradijo. “Es absolutamente falso que se hayan rechazado todas las pruebas de la defensa. Desgraciadamente se recurre a los medios periodísticos y a la opinión pública para desacreditar al tribunal y pretender anticipar una condena que, si llegara a ocurrir, sería por las pruebas que se presentaron antes este tribunal, pero no porque el acusado Mangeri se encuentre anticipadamente condenado”, dijo.
Afuera se oyeron otra vez quejas de los familiares. “Con lo que estoy escuchando realmente no sé qué va a pasar con Jorge”, dijo el papá de Diana.
El juicio pasó a un cuarto intermedio hasta el próximo miércoles a las nueve de la mañana. Allí los jueces decidirán el destino del pedido de la defensa. Mangeri está acusado de abuso sexual con acceso carnal en grado de tentativa agravado por haber causado un grave daño a la salud física de la víctima y femicidio agravado por haber cometido críminis causa.
Ángeles Rawson desapareció el 10 de junio de 2013. Un día después los encargados de separar la basura en el CEAMSE encontraron el cadáver: tenía el torso desnudo, la ropa rasgada, dos vueltas de hilo sisal enrollado en el cuello y la cabeza cubierta con una bolsa. Las pericias determinaron que murió aplastada dentro de un camión compactador.
Fotos: Télam
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