Por Gabriela Cruz en La Palta
Fotografías Elena Nicolay
La vuelta de la feria judicial marca el reinicio de uno de los juicios por delitos de lesa humanidad más grandes del noroeste argentino: la megacausa Operativo Independencia. A lo largo del año pasado se escucharon alrededor de 300 declaraciones testimoniales tanto en la sala de audiencias como en domicilios particulares. De los 20 imputados iniciales, quedan en el banquillo 18. Enrique Benjamín Bonofacino fue separado durante las primeras audiencias por razones de salud mental y Casiano Pedro Burtnik falleció en setiembre del año pasado.
Entre las últimas historias que se reconstruyeron en la sala de audiencias del Tribunal Oral Federal estuvo la de Carmen Gómez y Héctor Hugo Gargiulo. El matrimonio fue secuestrado la madrugada del 5 de marzo de 1976. Aquella noche se habían quedado en la casa de la madre de Carmen. “Escuché la voz de mi hermana y el bebé lloraba sin consuelo”, dijo Graciela Gómez mientras declaraba en la última audiencia de diciembre del año pasado. El bebé, hijo de Carmen y Héctor, tenía en aquel momento alrededor de un mes. Graciela describió los gritos, la camisola de flores amarillas que llevaba puesta su hermana. “No le hagan nada a la Cachita”, recordó que les dijo a los captores. “Avergonzada porque les rogaba a secuestradores energúmenos”. Cachi le decían a Carmen Gómez, que aquella noche les pidió ponerse un abrigo. Se lo negaron. “Me hice mucho problema después pensando que ella podía estar pasando frío”, dijo Graciela que hasta la fecha sigue buscando a su hermana y su cuñado.
De la casa de la familia Gómez se robaron cuanto objeto de valor encontraron. “Cachi se pasaba sacándole fotos a Pablito”, comentó Graciela después de contar que también se llevaron la cámara de fotos. “Nos hemos perdido la mirada que ella había tenido de su hijo”, agregó la mujer. Más de 41 años después, Graciela repasó cada detalle de esa madrugada. Sentado a su derecha, Pablito la escuchaba atentamente. Le hacía las preguntas precisas y le daba los tiempos necesarios para que ella diga. El hijo de Carmen y Héctor escuchó de la boca de sus tíos y su abuela los detalles que él no recuerda a pesar de haber estado presente. Pablo Gargiulo es el abogado querellante que lleva adelante la causa del secuestro y desaparición de sus padres.
“Ha sido terrible. Ha sido devastador. Yo todavía me acuerdo cuando nos sentamos alrededor de la mesa y ninguno podía hablar”, dijo Graciela mientras traía al presente cómo vivieron los días posteriores. “Es como que de golpe te borren el piso”, agregó como quien no encuentra palabras para describir lo que ocurría. “Había una incerteza total. Ni siquiera pensábamos en hacer planes porque el mundo había cambiado totalmente”, siguió Graciela. “Es una sensación como que todo es gris, desaparecen los colores. Nada vuelve a ser lo mismo”.
La persona más valiente
Marta Lía Ceridomo de Gómez entró a la sala de audiencias con la mirada en alto. Su cuerpo menudito llenó el recinto con una presencia absoluta. Martita Gómez, le dicen. Su nombre es sinónimo de lucha, militancia y compromiso. Fue una de las primeras Madres de Plaza de Mayo en Tucumán. Para Pablo Gargiulo fue su madre, una relación que poco parece haber cambiado aunque hoy sepa que esa mujer es su abuela. “¿Qué tal, Marta?” la saludó antes de empezar a hacerle las preguntas. “Debe ser la primera vez que le digo así”, agregó el abogado como jugando una pulseada con el hijo-nieto.
Marta habló de su hija Carmencita. De la pequeña que tardó más que sus hermanos en aprender a hablar. “Era una familia donde el sol salía todos los días”, dijo y la imagen de los colores borrados que había dejado Graciela tomó más fuerza. Repasó los nombres de aquellas madres con las que se encontró en la plaza Independencia de la capital tucumana. Los encuentros y las búsquedas a las que no renunciaron nunca por más infructuosas que pareciesen. “Sin la lucha de los familiares ustedes no estarían aquí, juzgando”, les dijo a los jueces con esa firmeza y esa fuerza que todos le conocen pero que no dejan de sorprender.
Martita se casó con apenas 17 años. “Nuestra escuela fue cortada, yo por mi casamiento y mi marido por la guerra”, dijo tratando de explicar por qué para ellos era tan importante que sus hijos estudien. “Es posible que les hayamos hecho un mal”, soltó más como ironía que como aseveración. “Porque sabiendo pensar…”, agregó y no hizo falta más aclaraciones.
Al finalizar la declaración de Marta Lía Ceridomo de Gómez la sala explotó en aplausos. Los abrazos en la puerta parecían eternos. El silencio del sector que apoya a los imputados fue inesperado, aunque tampoco debería sorprender tanto ante tamaño testimonio. “Solo quiero decirle algo”, había dicho Pablo Gargiulo antes que Marta termine de declarar. “Usted es la persona más valiente que yo conozco”.
El fin de la feria judicial de enero marca el reinicio de las audiencias. Este viernes 3 de febrero se tomará la primera declaración testimonial del año, pero se realizará en el domicilio del testigo. El próximo jueves 9 y viernes 10 las audiencias se reanudarán en la sala del Tribunal Oral Federal. Quedan apenas dos o tres meses de un juicio histórico. Histórico no solo por el número de víctimas, que ascienden a 270, sino también por ser el primero en el que se juzgan los delitos de lesa humanidad cometidos antes del golpe de Estado, en lo que se conoce como el ensayo del genocidio, la antesala de un plan sistemático pergeñado para desaparecer personas e ideales.
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