El 3 de diciembre de 2016 un policía cordobés que atropelló a Tomás Beck, de 28 años, que esperaba el colectivo ara ir a trabajar . Eran las seis de la mañana y el policía, de nombre Manuel Mamani, estaba borracho.
Tomás quedó tendido en el piso, con convulsiones y muy herido. El policía estuvo un mes detenido. El 31 de diciembre lo liberaron: pasó año nuevo con su familia, incluyendo a su padre comisario.
Tomás quedó en estado vegetativo. Después de varias operaciones y rehabilitación logró recuperar el habla y parte de la movilidad.
El policía Manuel Mamani, también de 28 años, estuvo imputado por lesiones graves culposas. Las pericias -hechas varias horas después- determinaron que tenía 2.5 de alcohol en sangre.
El relato oficial es que perdió el control del Ford Focus que manejaba y se trepó a los canteros del boulevard Chacabuco. En el choque le pegó a Tomás en la cabeza, con lo que le destruyó los huesos de la cara y de la parte de arriba de la cabeza.
Las crónicas de los medios locales señalaron que tras atropellar a Tomás, el policía bajó ver como estaba pero de tan borracho “no podía siquiera hablar”.
“A los pocos minutos llegó un patrullero que le limpió el auto y lo sacó del lugar. Él se dejó llevar y nunca, ni una sola vez, se comunicó con nosotros para ver como seguía Tomy”, contó la madre de Tomás a los medios.
Hoy, un año después -con Tomás peleando por rehabilitarse- la familia sigue pidiendo justicia.