Ernesto salió de la casa en Constitución a comprar una gaseosa. Eran alrededor de las 10 y media de la noche del 24 de junio de 2017. Afuera, los policías Luis S. y Hernán O. rodeaban a tres hombres en situación de calle que él conocía porque dormían en la cuadra. Ernesto se metió en la discusión. Los policías lo insultaron, lo escupieron y le tiraron un bastonazo a la cabeza. Él intentó cubrirse y el golpe le fracturó la mano izquierda.
“Este tipo de situaciones se ven todos los días en el barrio”, contó a Cosecha Roja
Margarita Meira, fundadora de la organización Madres de Víctimas de Trata y a cargo de un comedor que da de comer a más 470 personas en Constitución. En los últimos meses los hijos de dos mujeres que van al comedor fueron golpeados por la policía. Uno de ellos terminó internado. Hace una semana cuando salió a hacer compras, Margarita vio a unos policías maltratando a un chico que vendía ajo y choclos en la calle. Lo revisaron y le patearon la mercadería.
El caso de Ernesto es la excepción a la regla. Él hizo la denuncia y el policía que le pegó el palazo fue procesado por el delito de “lesiones graves”. La mayoría de las víctimas de la violencia policial en el barrio no se animan a denunciar por temor a represalias o porque en la comisaría no les quieren tomar la denuncia.
Los policías Hernán O. y Luis S. declararon que la noche del 24 de junio de 2017 estaban de guardia cada uno en una esquina diferente y vieron a dos personas peleando en la calle.
—No pasa nada jefe, está todo bien —le dijo uno de ellos.
Hernán O. dijo que ellos se estaban yendo cuando Ernesto salió de la casa con su mujer y su hijo y los amenazó: “Tomatela de acá cobani… acá mando yo, quien sos vos para sacarlos”. Según la versión policial, la mujer intentó frenarlo y él le gritó que se metiera en la casa, escupió a un policía y le tiró una piña que no dio en el blanco.
Después -contó el agente- el hombre se metió en la casa y desde adentro le tiraba piedras y los escupía. Otros policías que llegaron de refuerzo lo convencieron para que saliera de la casa. Hubo forcejeos. Según el policía se fracturó cuando se agarró de la reja para que no le pusieran las esposas.
Los tres hombres en situación de calle contaron otra versión. Dijeron que esa noche hubo una pelea en la panchería enfrente de donde paran y cayó la policía. Los agentes se pusieron violentos y les quisieron “levantar el rancho”. En ese momento apareció Ernesto.
El vecino dijo que cuando salió de su casa vio a los dos policías maltratando a los tres hombres y quiso frenarlos. Le respondieron con insultos, escupitajos y un palazo. Después llegaron refuerzos. Eran unos diez policías. Él reconoció a uno y lo hizo pasar a la casa. Ahí le contó lo que había pasado. El policía le dijo que iba a tratar de ayudarlo. Cuando salieron de la casa los policías se le fueron encima. “Recibió distintos golpes y patadas sin poder distinguir a los agresores”, dice el procesamiento que firmó la jueza Fabiana Palmaghini.
A Ernesto lo detuvieron y le abrieron una causa por “resistencia a la autoridad”. Tuvieron que llevarlo derecho al Hospital Argerich, donde le enyesaron la mano. La pareja de Ernesto y los tres hombres en situación de calle confirmaron esta versión.
Una semana después uno de los policías se cruzó a Raúl, uno de los hombres en situación de calle, que estaba cartoneando por el barrio. Lo agarró del cuello y lo puso contra la pared.
—No saben con quién se metieron —lo amenazó.
“Hernán O. causó a Ernesto D. T., en forma intencional las lesiones de carácter grave”, dijo la jueza Fabiana Palmaghini en el procesamiento que confirmó la Sala IV de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional.
El policía procesado seguirá libre hasta el juicio. Enfrenta una pena de hasta seis años de cárcel.