A simple vista la escena parecía la de un suicidio. El 26 de diciembre el cuerpo de Gisela Dupertuis, policía bonaerense de 32 años, estaba en su departamento de Ezeiza con un disparo en la cabeza. Días después, cuando el fiscal recibió los informes de autopsia y de balística, la causa dio un vuelco: el cuerpo de Gisela tenía golpes, había disparos en las paredes y signos de pelea en el departamento. Ahora los investigadores sospechan de la pareja de Gisella, un policía local de Ezeiza que está prófugo.
Jhonatan Giuliani, hoy sospechoso, fue quien avisó a la policía que Gisela estaba muerta. Contó que habían tenido una discusión y que él se había ido de la casa. Dijo que después intentó llamarla y no le contestó. Cuando volvió a la casa -declaró- encontró a su pareja muerta.
—Todo indica que fue un suicidio —dijo la policía a los familiares de la víctima.
Un agente se acercó a las hermanas y les dio un dato de manera extraoficial: en las paredes había al menos tres o cuatro impactos de bala. La familia desconfió de la primera versión. Según contó el cuñado a un canal de televisión la justicia no preservó la escena del crimen con una faja de clausura y ellos tuvieron que poner una doble cerradura a la puerta del departamento para evitar que el novio volviera a entrar. Los fiscales Claudia Barrios y Carlos Hassan caratularon la causa como ”averiguación causales de muerte” mientras esperaban los resultados de autopsia y el informe de la Policía Científica.
La autopsia demostró que el cuerpo tenía golpes. Había cinco casquillos de bala en el departamento y cuatro impactos en las paredes. Y el desorden que había en la casa confirmaba que había existido una pelea. Con esas pistas la fiscalía dejó de investigar un suicidio.
El principal sospechoso es Giuliani. Los fiscales pidieron la detención. Creen que él la asesinó y armó una escena de suicidio. La policía lo fue a buscar a su casa y al trabajo. En su despacho secuestraron el arma reglamentaria. Él está prófugo.