Por Valentina Collao Lopez* – The Clinic
Es hoy por hoy uno de los podcast chilenos más influyentes. Sus historias de personas que desafían las normas sociales y buscan su libertad se escuchan por todo el mundo de habla hispana. Fueron uno de los seis proyectos escogidos por Google -y el único en español- en ser parte de un programa ejecutado por PRX, una de las distribuidoras más grandes de este formato el mundo. También han hecho colaboraciones con Radio Ambulante, el podcast distribuido por la radio pública norteamericana. Pero esos son sólo algunos de sus méritos. En conversación con The Clinic, los creadores de Las Raras profundizan en la identidad de su formato, su propia historia y aquellos personajes que los inspiran.
“Mi casa era como el museo del poliamor. Vacío, la cama gigante, donde me echaba a llorar. Clonazepan por aquí, borracheras con amigas llorando toda esta situación. Jaime y yo desconsolados bailando salsa como dos latinos que somos, llorándola y los juguetes del bebé, su patito en la bañera, nadando solo. Mentiras, abandono, separación… Estaba ahí, en el pack. Con todo y el poliamor”. El relato es de la escritora peruana Gabriela Wiener. Era la primera vez que hablaba acerca de su relación poliamorosa.
Historias como esa se cuentan en Las Raras, el podcast chileno del momento. Una mujer de un metro dieciséis que decidió tener hijos pese a las dudas de sus doctores y su entorno. Otra que desde los nueve años supo que no quería ser madre y a los 30 decidió esterilizarse. Una narradora que acompaña a su padre en la muerte asistida. Y otra que entendió que no tener pareja no iba a ser un impedimento para ser madre. Todas esas voces son parte del ciclo cocreado por la periodista Catalina May y el ingeniero en sonido, Martín Cruz.
-El relato de Wiener me gusta mucho porque es algo que yo nunca me había sentado a pensar y ella lo cuenta de una manera con la que, inevitablemente, siento una empatía. A pesar de que reafirmo mi condición de heterosexual y binario, ella te cuenta su relación poliamorosa de una manera que a mí me abrió la cabeza. Otra cosa que me gusta es que tiene distintos recursos: otras voces, la escena del parto.- dice Cruz.
Una de las gracias que tiene la historia de Wiener, agrega May, es que “La perseguimos como por un año, al principio por mail, porque ella estaba en España. Nos decía que no porque estaba en un momento muy complicado de su relación. Después vino a Chile a lanzar un libro, y la volvimos a buscar. Nos dijo que sí. Tras contarnos la historia, ella se lanzó a hacer performances con su historia”.
Uno de los elementos que distingue a Las Raras del universo de podcasts en español es la identidad de sus historias. En su mayoría están protagonizadas por mujeres valientes, que pese a las imposiciones sociales decidieron vivir la vida del modo que realmente querían.
“Un día una señora me quedó mirando, mi mamá no se dio ni cuenta, y le comentó a otra: ‘Pobrecita, y tan bonita que es’. Recuerdo que esa noche, al tratar de quedarme dormida, yo pensaba: ‘¿Por qué me habrá dicho pobrecita?’. No entendía por qué y no me atreví a preguntarlo. Ese día comenzó un proceso en mí: entendí que siempre la imagen de ser distinta brotaba de los otros”, cuenta Patricia May -tía de Catalina-, en “Un metro dieciséis”, uno de los capítulos que habla de vivir siendo de talla pequeña. Con este trabajo se convirtieron en finalistas del Premio Periodismo de Excelencia Digital 2018 que entrega la Universidad Alberto Hurtado.
-Algo que nos ayudó un montón para encontrar una audiencia – dice Catalina- es que nosotros contamos hartas historias de mujeres y la gente quiere escucharlas. Gran parte de nuestro público son mujeres y desde que nacimos tuvimos un especial interés en las historias protagonizadas por ellas. Además, yo soy la voz del podcast y soy una mujer, y eso también es inusual en este tipo de formatos. Ha sido super importante para generar ese guiño con la comunidad. Como nos llamamos Las Raras, siempre nos escriben y se refieren a nosotros como si ambos fuéramos mujer.
ELLOS, LAS RARAS
Catalina May y Martín Cruz se conocieron en una reunión de amigos en común y se enamoraron. Pese a que venían de mundos aparentemente distintos, ella del periodismo y él de la ingeniería en sonido, ambos se encontraron en el gusto por contar historias y en la búsqueda del sonido como una herramienta para narrar.
–Uno no tiene por qué andar trabajando con la pareja -dice Catalina- pero al conocernos al tiro nos dieron ganas de hacer algo juntos.
-Conversábamos sobre los podcast. La Cata me empezó a mostrar: “oye, escucha esto” y se nos iluminó la ampolleta de que ahí estaban nuestras dos áreas involucradas. Ella hablaba de los contenidos y yo del sonido y fue como: “¿y si hacemos uno nosotros, cómo lo haríamos bien?”. Ocurrió de forma súper orgánica y sin ninguna pretensión.-complementa Cruz.
En el camino descubrieron que estaba todo por hacer y que eso era un impulso muy potente: “Teníamos la libertad de hacer algo nuevo, que nadie había hecho y de nuestra manera, con nuestras reglas y obviamente nos daba la posibilidad de contar las historias que nosotros quisiéramos contar, que eran miradas que no estaban siendo retratadas o que no tenían mucha cabida en los medios tradicionales”, agrega.
ATMÓSFERAS
En medio de una finca colombiana ruidosa, húmeda y selvática, Marcela Caldas, hija del abogado Tito Livio Caldas, relata los últimos minutos de vida de su padre: “Volvió a preguntarle al médico: ‘¿entonces cómo es que vamos a hacer esto?’, una conversación que habían tenido 150 mil veces, pero necesitaba volverla a repasar. El doctor le decía: ‘pues cuando usted esté listo, se va a recostar en su cama o donde quiera estar cómodo. Lo primero que voy a hacer es ponerle un catéter en una venita y le voy a dar un sedante y lo voy a dormir profundamente. Y en realidad ese va a ser para usted su muerte. Y en ese momento, solo en ese momento, por esa misma vía intravenosa le aplico la droga que sí le va a parar el corazón’”.
Una de las cosas que tenían claras a la hora de comenzar a trabajar en este proyecto era la importancia de los paisajes sonoros: que tuvieran entrevistas en terreno, que se crearan atmósferas para cada relato.
-Queríamos esos paisajes sonoros de los lugares para que tuvieran relación con las historias mismas, que a través del sonido pudieras decirle cosas al auditor de esa persona, de esa historia, de su motivación. Esa fue una de nuestras premisas. Además teníamos que usar música original.- relata Martín.
Fue también su forma de diferenciarse y salirse de lo ‘amateur’ del mercado. “Además es propio del lenguaje, o sea, es como si tú dijeras “hago documentales, pero no me importa la foto”. Es lo más característico de este medio. Nosotros también aprovechamos el tipo de historia que contamos: es un tipo de narración sonora que apela al auditor desde un lugar súper emocional, apela directamente a la memoria emotiva, a los recuerdos del auditor y a que con sus propias imágenes mentales complete la información con lo que tú le estás entregando. Genera una sensación de intimidad, eso de estar con el otro”, complementa May.
Y agrega: “La radio le habla a las multitudes, la radio grita, mientras que el podcast le habla al uno a uno. ’El podcast habla al oído’, dice la BBC. A pesar de que uno igual quiere llegar a mucha gente, el intercambio es de uno a uno”.
Catalina y Martín demoraron un año en darle vuelta a la idea. Lo importante era definir una propuesta de línea editorial, generar las historias, el nombre, armar un sitio web y logo que diera con el concepto. Así armaron toda una temporada completa de seis capítulos previo a su lanzamiento en 2016.
Las dos primeras temporadas fueron totalmente autoproducidas, pues Martín contaba con los equipos de audio para darle carácter a la narración. La inversión concreta era en tiempo y trabajo. En la tercera temporada postularon al fondo de una organización americana que se llama International Women’s Media Foundation, que apoyan proyectos de mujeres periodistas.
De manera orgánica empezaron a tener una respuesta positiva de la gente, tanto en Chile como en el resto de mundo. México, Colombia y España son países que siguen cada una de las historias que son publicadas en la web de Las Raras.
-Es la gracia de internet también. Empiezas a llegar a lugares, a nichos que están esperando explorar cosas nuevas. Eso mismo nos fue motivando y reafirmando que estábamos haciéndolo bien y que teníamos que seguir trabajando en esto.- dice Catalina May.
En el año 2018, publicaron “El extranjero” en colaboración con el podcast Radio Ambulante que fue publicado en la Radio Pública Norteamericana. Se trataba sobre Rodlin Etienne, un ciudadano haitiano que llegó a Chile y que en búsqueda de trabajo migró hasta Coihueco, región de Ñuble, para asentarse. Pese a que la discriminación y la miseria era recurrente para él en la ciudad, su llegada a ese lugar recóndito guardaba compasión, dignidad y buena voluntad de los vecinos. Dicha historia fue incluida entre lo mejor de 2018 por Vera Institute of Justice, institución que trabaja con los derechos humanos en las cárceles y la justicia.
-Ellos apelan a historias en distintos lugares del mundo. Como desde lo particular puedes ir a lo universal en toda una comunidad de habla hispana. Eso fue increíble e inesperado. No entendíamos cómo una historia tan local resonó en distintos lugares del mundo.- dice Martín.
CONTAR HISTORIAS
Pese a que por definición el podcast es un audio on demand, es muy raro que los auditores retrocedan para volver a escuchar algo, y eso lo sabe bien el equipo de Las Raras. Ahí está el principal desafío: “Lo que uno tiene que hacer es no perder nunca la atención ni la línea narrativa”, dicen.
¿Cómo llegaron a determinar cuál era la identidad de su podcast?
Catalina May: las historias que nosotros contamos las definimos como “Historias de libertad”, que es nuestro tagline. Con ese concepto queremos decir que contamos historias de personas que ejercen su libertad y que la ejercen con relación a lo impuesto, a las normas sociales, a lo que se espera de ellos. Nos interesan las personas que ejercen su libertad para hacer las cosas como le parece que se deberían hacer. Yo creo que esa idea es la que tanto gusta, porque nos interpela.
¿Qué personas los escuchan? ¿Han podido definir a su público?
CM: Una de las cosas que aprendimos acerca de nuestras audiencias es que son súper o activistas o simpatizantes de los movimientos sociales. Es gente que quiere cambiar de alguna forma las cosas, o que le gustarían que cambiaran, y que con sus pequeñas elecciones personales de vida sienten que de alguna forma hacen un giro, hacen un cambio, proponen, de alguna forma, nuevas maneras de enfrentar la vida.
¿Por qué creen que el público empatiza con sus historias?
CM: Las historias que nosotros hemos contado son pequeñas historias personales: a nosotros nos gusta mucho ese viejo lema feminista que dice que lo personal es político. Creemos en eso profundamente, entonces contar la historia de una mujer que decide tener un hijo sin un hombre involucrado en la ecuación es poderoso y desafía lo establecido. Pese a que ella no está haciendo activismo con este tema, al contarlo igual tiene un impacto. Por que nosotros contamos esa historia, la mostramos y la amplificamos. De alguna forma es hablar sobre pequeños triunfos personales.
Martín Cruz: Son historias que requieren una cierta predisposición a estar abierto a interpelarte, a cuestionarte, a removerte de algún cimiento que tú creías que era algo fijo, y tienes que estar abierto a eso, por mucho a veces que no te parezca, sí tienes que estar de acuerdo a cuestionar las cosas. Si eres un evangélico dogmático no te va a gustar ninguna de nuestras historias.
CM: Nuestras historias buscan desafiar el statu quo, tienen un espíritu medio punk. Nos impresionó la reacción de la gente ante la historia de la mamá que tiene un hijo por fertilización asistida. Fue a la que más le llegaron mensajes de odio y principalmente de hombres. Obviamente, es una historia que directamente saca a los hombres de la ecuación, entonces se sienten afectados y amenazados. Esa provocación es muy entretenida.
Pocos días antes de Navidad, Catalina May y Martín Cruz, recibieron la noticia de que habían sido uno de los seis seleccionados -y el único en español- para participar en la primera versión del Google Podcasts creator program, un programa financiado por la compañía tecnológica, pero llevado a cabo por PRX, una de las distribuidoras de podcast más relevantes del mundo.
El llamado se hizo de forma online y postularon 6000 propuestas de 100 países. Lo que buscaban, según se lee en la convocatoria, era ampliar la diversidad de voces en el ecosistema del podcasting, dominado por hombres, blancos y estadounidenses. El formato de Las Raras era ideal.
El 27 de enero viajaron a Boston, Estados Unidos, para empezar una semana de entrenamiento intensivo en el Podcast Garage de PRX, una especie de paraíso para los podcasteros: estudios de grabación, equipos con la mejor calidad y un espacio amplio para trabajar.
Esa fue una de las tres visitas que tendrán durante este semestre, en un entrenamiento que se extenderá por 20 semanas y que concluirá cuando Catalina y Martín se suban al escenario de un teatro a hacer podcast en vivo. Algo así como una performance, narrando una historia con audio, sonido y música en directo. Una experiencia que hoy por hoy los tiene ansiosos y motivados.
–Nos van apoyando y desarrollando metodologías de trabajo y de financiamiento. Paralelamente nos dan un financiamiento por etapas, pero que la idea es cubrir un año de producción, algo así, o sea, apoyarnos también a que tengamos recursos para ejecutar y producir.-cuenta Martín Cruz.
Además tienen reuniones semanales en donde se van chequeando las metas consignadas y deben ir reportando los avances. “Vamos a ir en abril de nuevo a Boston a trabajar una semana allá y después en junio volvemos para hacer la presentación. De igual forma, comprometemos producción con la plata que nos entregan. Nos piden 10 capítulos a fin de año”, dice May.
Los desafíos del equipo de Las Raras son, por ahora, tratar de crecer un poco más. Están trabajando en fortalecer las redes sociales para provocar una conversación entre las audiencias y generar comunidad en torno al contenido que producen. Con la beca de Google esperan desarrollar una forma de financiamiento que sea eficiente y que no les haga perder su independencia, una de sus preocupaciones. A Las Raras les queda mucho por hacer.
*Esta nota fue realizada en el marco de la beca Cosecha Roja.