Por Fernando Romero* en Revista Factum / Foto FACTUM
El sol de verano de Buenos Aires quema la Plaza de Mayo a las 4 de la tarde de este viernes 15 de febrero de 2019. Una ronda de mujeres y hombres con máscaras y vestidos de rojo no se detiene ni para beber agua para hidratarse por el calor. Caminan en conmemoración de decenas de chicas desaparecidas. Desaparecidas por redes de trata, según las autoridades argentinas. Pasan rodeando el asta, alta, sobre la que cuelga la bandera albiceleste, frente a la Casa Rosada, donde trabaja el presidente de la nación. Es una manifestación pacífica, simbólica, en nombre de las desaparecidas.
Sus pasos guardan el ritmo de una marcha fúnebre que se percibe en el aire caliente. Los itinerantes llevan en sus cuellos colgadas las fotos de estas chicas que ya no volvieron a sus casas. Ellas tienen cuatro, cinco, seis… diecisiete años desde que fueron vistas por última vez. En la Plaza de Mayo, lugar de concentración de otras madres —las Abuelas de Mayo, que todavía exigen que regresen a sus familias todas las personas desaparecidas por la última dictadura militar en la Argentina, que duró de 1976 a 1983—, estas buscan a sus hijas que desaparecieron y, creen las autoridades, han sido utilizadas para la trata o la esclavitud en otros países.
Este 15 de febrero, en los barandales que rodean el asta y la bandera argentina, las Madres Víctimas de Trata, acompañadas por el grupo Las Mariposas, Acción Urbana de Género, que hizo el performance de la ronda, colgaron sus pancartas para mostrar las fotografías de sus hijas desaparecidas. “Marita Verón, desaparecida en 2002, a los 23 años. Viviana Altamirano, desaparecida en 2004, a los 12 años. Otoño Uriarte, desaparecida en 2006, a los 16 años. Sofía Yasmín Herrera, desaparecida en 2008, a los tres años…”
La Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex) de Argentina llevaba un registro desde 2015 hasta septiembre de 2018 de 5,138 denuncias de desapariciones. De ellas, la Protex tenía certeza de la desaparición de más de 3,000 mujeres en el país suramericano. Y de esos casos, al mismo mes de septiembre de 2018, ya se habían abierto más de 500 expedientes judiciales con la consigna de desaparición por trata, ya fuera para la explotación sexual o para la esclavitud laboral. En los barandales de la Plaza de Mayo, Ailén tiene una pancarta única: “Busquemos a Ailén López”, dice, sobre fondo blanco y letras negras y rojas. Ailén tenía 17 años cuando no la volvieron a ver.
Su madre, María Isabel López, la sigue buscando. De hecho, el 14 de febrero de 2019 se cumplieron seis años exactos de la desaparición de Ailén. Un día después, María Isabel iba a estar en la Plaza de Mayo contándole a un periodista salvadoreño lo que pasó con su hija: ese día de febrero —jueves—, en 2013, la chica salió de su casa en Longchamps para ir a visitar a su novio, Ariel Hernán Santas, al barrio Ingeniero Allan, de Florencio Varela. Ailén no volvió a su casa.
María Isabel contó entonces a los medios de comunicación que Ailén pasaba por una etapa de adicción a drogas y que el día en que se fue de su casa antes tuvo una discusión con ella.
El novio de Ailén, relató la madre, nunca se quiso hacer cargo de la desaparición y la Policía se cruzaba entre líneas de investigación por si se trataba de un secuestro o de una fuga de la menor de edad.
La búsqueda policial disminuyó con el tiempo porque Ailén, si estaba viva, ya era mayor de edad, dice María Isabel, con el sol vespertino de febrero alumbrándole el rostro.
En su búsqueda, María Isabel ha tenido momentos amargos, como el del 7 de julio de 2014, en el programa de televisión “Los unos y los otros”, dedicado a la localización de personas desaparecidas. Según la producción del programa, habían dado con Ailén y transmitieron una llamada telefónica con ella. La audiencia enfureció cuando escucharon que la voz de Ailén era de una niña y no de una adolescente de 18 años para ese entonces. Las redes sociales del canal se llenaron de reclamos de su audiencia y eso le valió un llamado de atención a la producción del programa y del canal por parte de las autoridades.
Mientras, María Isabel siguió buscando a su hija. Hasta ahora.
Este texto terminó de escribirse el 21 de marzo de 2019. En el perfil de Facebook de Ailén López, que maneja su mamá, uno de los últimos posts escritos por María Isabel es del 19 de marzo: “Te seguimos esperando, hija querida. Te amo. Te extraño. Tanto tiempo sin vos”.
Las Madres Víctimas de Trata seguirán haciendo sus rondas y van a continuar apoyando otras causas no solo contra la trata, sino otras exigencias como cierres de prostíbulos y la prohibición de la prostitución en la Argentina, una práctica que, dicen ellas, las ha dejado sin sus hijas.