Sebastián Hacher *
-Erica Soriano desapareció el sábado 21 de agosto de 2010 a las 9 de la mañana. Hacía seis que estaba de novia con Daniel Lagostena y hacía tres que vivían juntos. Ella estaba embarazada. Esa mañana tenía que ir desde Lanús a Villa Adelina para almorzar con su familia. Antes de salir discutió con Daniel Lagostena, y este “le tironeó la cartera para que no se fuera”, según la versión que él contó a la familia de ella. Después de esa discusión, en teoría ella se fue sola, con el celular y algo de dinero, pero sin la cartera. Nadie la vio salir de la casa. Horas después, María Esther -la madre de Erica- llamó por teléfono. Primero intentó comunicarse con su hija, pero como no atendía marcó el número de Daniel. “¿Qué pasó que no vinieron?”, le preguntó. “Erica salió para allá”, dijo el hombre. Cuando María Esther le dijo que su hija no había llegado, Daniel respondió: “Y bueno, se habrá perdido.”
-A principios de setiembre de 2010, la policía bonaerense allanó la casa donde vivían Daniel Lagostena y Erica Soriano. Pero esta vez no la buscaban a ella, sino a su novio. El padre de Daniel denunció el domingo que su hijo le había dejado las llaves de la casa junto con una carta de despedida, y que luego se marchó con rumbo desconocido, sembrando más misterio en el caso. Horas después, la justicia ordenó allanar de urgencia el domicilio. Al entrar en la casa de Lanús, los investigadores encontraron una carta y el formulario 08 del auto, al parecer para que su padre lo vendiera.
En la nota, Lagostena escribió que se iba porque no quería ser “el chivo expiatorio de este caso, ni de Scioli”. También aseguró que en la causa “hay declaraciones falsas”, y que el psicodiagnóstico al que lo sometieron “fue mal hecho”.
– Al volver, Daniel Lagostena dijo que había estado en Misiones para investigar la pista de dos prostíbulos a los que no había podido entrar, y declaró ante la justicia que su teléfono celular estaba escondido en el techo de un puesto de diarios. Ni la denuncia por apremios, ni la pista del tráfico de personas que en teoría investigó figuran en la causa.
-Según Maria Esther, Lagostena se valía de las lágrimas y trataba de causar lástima para conmover a los demás. “No es un hombre violento, sino todo lo contrario: es muy manso y muy pensante. Lo de él pasa por una manipulación emocional, por hacer que el otro se sienta culpable. Ejerce un tipo de violencia psicológica. Es lo que hacía con mi hija, y lo que está haciendo ahora al irse: victimizarse”, dijo la mujer.
-El 13 de setiembre hubo un allamiento en el hogar de la pareja, la justicia encontró manchas de sangre que están siendo comparadas con muestras tomadas a la madre de la joven. En el galpón y el lavadero, los investigadores secuestraron distintos elementos que están analizando para ver si tienen relación con la causa.
-Un mes después del caso, trascendieron antecedentes violentos de Daniel Lagostena. Según aseguraron fuentes de la causa a Tiempo Argentino, al menos tres mujeres que tuvieron relación con él declararon haber sufrido violencia física y psicológica por parte del hombre. Una de ellas, su ex esposa, habría dicho que “una vez estuvo al borde el estrangulamiento” y que la había “llenado de moretones”. Con esa mujer, Lagostena tiene un hijo de 20 años, al que por muchos años no pudo ver por orden judicial. El propio Lagostena se queja de ello en un fotolog titulado “Pollo de mi huevo”, en el que nombra al hijo y dice estar “24 horas por día en el infierno por no tenerte”.
-También se supo que la hija de Erica, fruto de un matrimonio anterior, había vivido con Erica y Lagostena en Lanus durante un mes y medio. Luego de ese tiempo, se mudó con el padre. “No quiero saber más nada con ese hombre”, le dijo a su madre al irse, aunque todavía no están claros los motivos por los que lo hizo. Lo que hasta ahora saben los investigadores es que la nena pasaba gran parte del día en la casa con Lagostena, ya que Erica trabajaba y él no. “Ese es un elemento importante, y también una constante: todas las parejas declararon que Lagostena casi nunca trabajaba. Vivía de sus padres y de lo que ganaban sus mujeres”, dijo una fuente de la causa. Según la versión del propio Lagostena, el día que Erica desapareció, la pareja había discutido “por un tema de la crianza de la nena”, aunque no se conocieron los detalles.
-En octubre fueron exhumados ocho cuerpos del cementerio de Lanús, y se revisó la bóveda de la familia Lagostena. La medida se ordenó luego de tomarle declaración a 21 personas que contrataron los servicios de la cochería que funciona en un edificio del padre de Daniel Lagostena en Lanús. También se investigó un crematorio y se hicieron rastrillajes con georadares en campos de la familia Lagostena.
-El 21 de octubre de 2010, Prefectura Naval utilizó dos botes semi rígidos y ganchos de hierro con los que rastrillaron las aguas del Río de La Plata entre la Costanera Sur y la Reserva Ecológica. La orden que recibieron los agentes fue buscar cuerpos extraños en el lecho del río. El operativo se repitió en las aguas del Riachuelo, en la zona de Puente La Noria y La Salada. El motivo: la noche del viernes 20 de agosto -en teoría horas antes de la desaparición de Erica- uno de los teléfonos del círculo íntimo de Daniel Lagostena se activó en Costanera Sur y mantuvo una conversación telefónica de 55 minutos, que terminó en la zona de Lanús.
-Por ese análisis de llamadas, la justicia sabe que entre las 23:45 y las 24:00 de esa misma noche, Lagostena intercambió seis mensajes de texto con Brian Aníbal Poublan, su sobrino de 22 años. El contenido de ese intercambio todavía se desconoce, porque el teléfono de la pareja de Erica -que apareció abandonado en el techo de un kiosco de diarios- es un modelo viejo y no almacena los mensajes borrados.
-El fiscal allanó la casa de Lanús donde vive el sobrino y la hermana de Lagostena. En ese operativo, se secuestró el teléfono celular del joven y otros aparatos celulares que podrían figurar en el listado de comunicaciones que estudia la justicia. Lo que surja de esos teléfonos podría generar un giro en la causa. Una de las hipótesis que manejan los investigadores es que Erica desapareció el viernes a la noche, y no a la mañana siguiente como asegura Lagostena.
-La hipótesis de la complicidad familiar también se reflejó en una nueva medida que involucra a Héctor Lagostena, el padre de Daniel. La justicia le ordenó entregar su camioneta 4×4 y la secuestró para ser periciada. El vehículo fue analizado con Luminol en búsqueda de rastros de sangre. Quienes conocen a los Lagostena de cerca señalan un antecedente oscuro en el que Daniel involucró a sus padres. Hace casi veinte años, una ex novia lo denunció por secuestrar al hijo que tienen en común. La justicia, dicen, encontró al niño durante un allanamiento. Lo mantenían escondido en los fondos de la casa de Héctor Lagostena, el jefe de la familia.
*Síntesis de la cobertura del caso para el diario Tiempo Argentino hasta diciembre de 2010
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