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A casi un año del secuestro seguido de muerte de Candela Sol Rodríguez, la Comisión especial del Senado bonaerense se encamina a la elaboración del informe final. En las últimas sesiones fue tomando fuerza la hipótesis que la nena no estuvo en la Casa de la calle Kiernan en Villa Tesei. Si allí no estuvo, ¿dónde?
La semana pasada la Comisión Candela concluyó la ronda de declaraciones vinculadas con los allanamientos a la casa donde, según la policía bonaerense, estuvo secuestrada y se le dio muerte a la nena de 11 años Candela Sol Rodríguez.
Según pudo saber esta agencia, el testimonio que más impactó a los senadores fue el del fiscal Leonardo Lisa, del Departamento Judicial de Morón, quien condujo los allanamientos en la Casa de la calle Kiernan. Según comentaron fuentes allegadas a la Comisión, Lisa habría relativizado la presencia de Candela en esa vivienda al afirmar que habría estado poco tiempo, tal vez unas horas, ya que el resto de las circunstancias no avalarían una larga permanencia. Tales como la ausencia de más rastros de la nena que las dos evidencias que se encontraron, un vaso y un bols con rastros genéticos, y por el estado general de la vivienda, la que aparentaba haber estado desabitada por un tiempo prolongado.
Llama la atención que desde una misma unidad fiscal, en este caso la UFI 6 de Morón, se sostengan dos criterios tan disímiles y contradictorias. Tal como se puede leer en la causa, el fiscal Marcelo Tavolaro, hoy apartado de la investigación por las irregularidades detectadas en el proceso, señaló en la acusación que “en circunstancias aún no establecidas con la colaboración necesaria de cuanto menos un varón y una mujer quienes conforme una decisión previa en común aportaron parte de los lugares en donde se alojó la niña, concretamente las fincas de Charrúas 1081 y Kiernan 992, ambas de la localidad de Villa Tesei, partido de Hurlingham” y que entre los días 29 y 30 de agosto, “en alguno de los domicilios mencionados”, ocurrió el asesinato. Vale destacar que en la casa de la calle Charrúa nunca se encontró ningún tipo de evidencia que corrobore esta versión, quedando el domicilio de la calle Kiernan como la hipótesis más firme de la fiscalía.
Sin embargo, tras la Resolución de la Cámara de Apelaciones de Morón y los sucesivos testimoniantes que pasaron por la Comisión especial del Senado, incluyendo la del fiscal Lisa, la hipótesis de la casa Kiernan se desmorona.
Vale destacar que la causa, que ya lleva más de diez meses y sucesivos reveses, se construyó en base al hallazgo por parte de la policía Bonaerense, llamativamente inmediato (apenas unas horas después del hallazgo del cuerpo) y fortuito de la casa. Sin casa, aseguran, no hay causa, ni imputados, ni nada.
Ahora, si Candela no estuvo en la casa de Villa Tesei ¿dónde estuvo?
La línea San Martín
Alfredo Omar Rodríguez, papá de Candela, declaró el 25 de agosto, a días de la desaparición de la nena, desde el penal de Magdalena donde se encontraba detenido. En su declaración, Rodríguez señala a distintos personajes y bandas de la localidad de San Martín y enumera: “los Gómez, Walter Bulacio, Sancho o Bóscolo” y asegura que “si lo que le pasó a mi hija, fue una maldad para mí, no tengo ninguna duda que fue alguno de ellos”. Y agrega: “quiero aclarar que en Hurlingham, nadie sabía lo que yo hacía, sí en mi barrio donde me crié, allá en San Martín…”. El papá de Candela aún cumple condena por una causa de piratería del asfalto, alojado en la alcaldía de San Martín.
Desde un principio, varias líneas de investigación y circunstancias condujeron a San Martín. A la declaración del papá de Candela se suman algunos datos inquietantes.
El 29 de agosto, dos días antes del hallazgo del cuerpo de la nena, la empresa de telefonía celular Nextel informa a la Secretaría de Inteligencia de la Nación que el teléfono de Candela se apaga en la localidad de San Martín. Según el informe, la última señal LOG fue captada a las 17 del día 22 de agosto, día del secuestro, por la antena denominada “La Finita” ubicada en Loma Hermosa, partido de Tres de Febrero. Según la empresa, la señal fue captada por la celda 3 de la antena que apunta a esa localidad.
Como es de público conocimiento, el contexto familiar también apuntaba a San Martín. Tanto el padre como la madre de Candela son de allí, su familia y sus relaciones. Las actividades delictivas de Rodríguez, tal como él mismo indicó en declaración judicial, están vinculadas también a San Martín.
Durante los primeros días de la búsqueda y una vez conocido el desenlace, se registraron numerosas llamadas al 911 que conducían a sus barrios; Villa Corea, Costa Esperanza, Villa 18, Villa 9 de Julio, eran señalados como posibles destinos de Candela o vinculaban a personas o hechos acaecidos en San Martín con el caso, como también lo hicieron algunos testimonios que obran en la causa.
También hechos recientes involucraron a la familia de Carola Labrador con secuestros extorsivos. Investigaciones periodísticas los vincularon a los “narco secuestros”, cada vez más frecuentes en estas barriadas del noroeste del conurbano bonaerense. Como el que sufriera María Alejandra Romagnoli, tía política de Candela en José León Suárez, al lado de Villa Corea, donde fue secuestrada junto a su cuñado Antonio Américo Gómez, conocido como “Piti Meco”, primo de la pareja de la mujer al que se lo vincula con los negocios de la droga. La pareja fue “levantada” del buffet del Club Esperanza atendido por Romagnoli, las instalaciones de este club quedaron en la retina de los argentinos en esos días de búsqueda de Candela ya que la televisión reprodujo las imágenes de la nena jugando ahí y hablándole a la cámara en una filmación casera. Según consta en acta judicial, la modalidad del secuestro tuvo características de un operativo policial. La mujer relató que se presentaron unos siete hombres, armados con fusiles FAL que vestían chalecos policiales y se movían en dos autos. El cautiverio duró 15 horas. Las víctimas fueron abandonadas en Pilar. Trascendió que se pagaron $30.000 de rescate.
Este no fue el único caso de “narco secuestros” en San Martín. Desde la década de los ´90, San Martín es señalado como “la puerta” de la droga en la provincia de Buenos Aires. Camiones de la cocaína más pura llegan diariamente a este punto del Gran Buenos Aires y desde allí es distribuida a Capital Federal, muchas veces con destino al lucrativo mercado internacional que se abre en Europa. Con el creciente incremento de esta verdadera industria, también creció esta modalidad de “ajustes” entre bandas que se disputan el territorio.
Durante 2011, según versiones periodísticas constatadas por fuentes policiales, también habría sido víctima de un “narco secuestro” la esposa de Américo Gómez (Piti Meco) y su hija. El hecho siguió los patrones del secuestro de Romagnoli. Gran despliegue, simulación de un operativo policial, armas largas. A este le seguiría, una semana después, el secuestro de un puntero del barrio Corea que, según versiones extra judiciales se habría pagado un “rescate mixto”, es decir, 50 mil dólares y 10 kilos de cocaína.
Según fuentes policiales, durante el primer semestre de 2011 se contabilizaron al menos siete secuestros vinculados al narcotráfico en San Martín.
Este tipo de hechos se convirtieron en moneda corriente. La lista es interminable. En las crónicas periodísticas y los expedientes judiciales, se pueden rastrear a muchos de los personajes encargados de ejecutar estas prácticas. Los Gómez, Los Pacheco, Los Goncebat, vinculados a la Villa 9 de Julio; Los Soria (Gardelitos) y Los Barrera (Los Ranitas), vinculados a Villa Corea, son algunas de las bandas que se disputan el territorio a fuerza de batallas campales, homicidios y secuestros. Y connivencia con la policía y el poder político.
Dentro de estas bandas, se cuenta como mano de obra a algunos personajes especializados en este tipo de “ajustes”. Félix Nicolás “Boli” Díaz, por ejemplo, fue uno de los precursores de los narco – secuestros en San Martín. Fue detenido en junio del 2002 por los secuestros de Alejandro De Natale y Alexis Parra y en enero de 2005 murió apuñalado en un baño del penal de Ezeiza, donde cumplía su sentencia. Trabajaba, según dicen, con Los Valenzuela.
Los Valenzuela, de Villa Corea, hicieron del narcotráfico y los “narco secuestros” su especialidad. Aunque también han sufrido en carne propia los ajustes de otras bandas. El 1º de julio de 2004, el hermano menor, Enrique Valenzuela fue masacrado en su casa de José C. Paz junto a su esposa, Roxana de 36 años y su hijo menor Eric de 14. A todos los apuñalaron una decena de veces y los degollaron.
En una nota publicada recientemente por Tiempo Argentino, el periodista Juan Diego Britos, reproduce los dichos de un “experimentado ladrón de la zona” quién señala que “en la zona norte del Conurbano nada es personal, que negocios son negocios. Y que los traidores, pagan con sangre”.
No hay peor ciego que el que no quiere ver
Al revisar la causa del Caso Candela, es llamativo la escasa profundización de estas líneas investigativas. Si una acumulación de indicios llevaron desde el principio la investigación a este territorio, ¿por qué se realizaron operativos de saturación en Villa Tesei, buscando casa por casa a la nena y sólo se actuó superficialmente ante esta evidencia? ¿por qué las visiones de un chaman o los sueños de una vecina que aseguraban que Candela se encontraba en el altar de la iglesia de Hurlingham se llevaron la misma cantidad de fojas y operativos encabezados por la propia cúpula de la Bonaerense, que las denuncias que realizaba el papá de la nena a las horas de ocurrida la desaparición? ¿por qué del listado aportado por el padre de Candela sólo se puso especial énfasis en el Topo Moreyra, el único en la lista que no tenía motivos para vengarse? Según consta en la acusación del fiscal, el padre declaró que se entera, pocos días antes del secuestro de su hija, por comentarios de otro interno, que el Topo Moreyra lo habría “ensuciado” con gente vinculada al narcotráfico de San Martín refiriendo que Rodríguez pasaba información sobre ellos a la policía Federal. En todo caso, sería el padre de Candela quien tendría motivos de venganza y no a la inversa. ¿Por qué el ministro de Seguridad de la Provincia, Ricardo Casal, descartó la vinculación del móvil con un posible ajuste de cuentas a la familia, como sostuvo hasta horas antes de la aparición sin vida de Candela en el basural del acceso Oeste?
La propia Resolución de la Cámara de apelaciones hace referencia a esta situación cuando la doctora Elisabet Fernández, sostiene en su fundamentación que “los principios de objetividad e imparcialidad fueron vulnerados” y señala que estas circunstancias “se vuelven fácilmente detectables cuando, o bien se truncaron injustificada y llamativamente líneas de investigación, o bien directamente se soslayaron y ni siquiera se siguieron, aún estando ahí, a la detección de cualquiera que las quisiera ver, cuestión inexplicable y vaya a saber uno por qué”. La policía que investigó y aportó las pruebas, el fiscal que, supuestamente, condujo la investigación, ¿quisieron ver lo que estaba a la vista de todos?
A medida que el caso se despliega las inconsistencias son cada vez más evidentes y los interrogantes mayores. Si como se desprende de lo actuado hasta ahora por la Comisión especial del Senado y la Resolución de la Cámara de Apelación de Morón, Candela Sol Rodríguez no estuvo en Villa Tesei, en la famosa casa de la calle Kiernan ¿dónde estuvo? No lo sabemos. Lo que sí existe son innumerables caminos que pueden llevar a develarlo. También habrá que desandar los caminos que lleven a desentrañar la madeja de complicidades políticas y policiales que llevaron a que, a casi un año del asesinato de una nena de once años, tirada en las narices de una sociedad movilizada, aún no se encuentren certezas.
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