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“Alika está aislada. Ayer viajó a Tierra del Fuego el equipo del Programa Nacional de Rescate y acompañamiento de víctimas damnificadas por el delito de trata de personas. Nosotros estamos en permanente contacto con ella”, dijo a Cosecha Roja, el titular de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas, Marcelo Colombo.

Alika Kinan está amenazada. Gendarmería custodia su casa. Lo hará al menos hasta el lunes 7 cuando se presente en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tierra del Fuego. Será el primer día del juicio en el que es querellante en la causa por trata de personas en el local nocturno “Sheik”de la ciudad de Ushuaia. Por primera vez, una víctima de explotación sexual querella a sus proxenetas y al Estado. Pero a pesar de su valentía y responsabilidad, la mujer sólo piensa en que ella y su familia lleguen sanos y salvos al 7 de noviembre.

“Va a declarar en una especie de Cámara Gesell. Le pedimos a la Fiscalía que disponga de la mayor seguridad posible. No habrá testigos, no estarán los acusados”, contó Marcelo Colombo.

“A la fiolada, ni cabida”, dice Alika Kinan desde su muro de Facebook. “Ante todos los ataques que estoy recibiendo en los últimos días, previo al juicio sólo voy a decir que los intereses de explotadores sexuales, de tratantes, de proxenetas son muy fuertes en desestabilizarme, no lo van a conseguir, todo cae por su propio peso”.

Colombo, que viajará el domingo para estar en la audiencia y que se quedará toda la semana en Ushuaia para estar en contacto directo con Kinan, explicó a Cosecha Roja que hay varias cuestiones que llevaron a proteger a la mujer antes de su declaración en sede judicial. “Fue en las redes sociales que comenzaron las amenazas porque es un lugar en el que Alika tiene mucha presencia. Hace unos días, además, tuvo un episodio personal con gente con la que se cruzó por la calle. Es muy chico todo allá”.

Un video anónimo, en el que supuestamente aparece su hija adolescente, es quizás el golpe más duro que recibió hasta ahora. Se suma la reaparición de su ex marido en los medios de comunicación de Tierra del Fuego, luego de seis años de separación y a cinco días del juicio. “Hasta el lunes pasado no tuve nada que reprocharle pero ahora mis hijas están en riesgo”, dijo el español Miguel Pascual Marco, desde Escocia, el país donde reside y donde hizo revisar por la policía la veracidad del video. “Me acabo de poner en contacto con los abogados de “El Sheik” y estaría encantado de hablar sobre la verdad de ella. No tengo plata para viajar pero puedo hacer todo por videoconferencia”, sugirió.

La hermana de Kinan, María Fernanda también vive en Europa. Habló con los medios fueguinos y pidió por sus tres sobrinas: “Me enteré hace ocho días del juicio. No quiero saber más. No me interesa. No hay nada de verdad en lo que dice mi hermana. Ahora estoy pidiendo ayuda por mis sobrinas. El video salió de Ushuaia. Me llega a mí y se lo envío al padre para que se empiece a movilizar”, dijo.

Sobre el episodio del supuesto video, el titular de Protex dijo que Miguel Pascual Marco, el ex marido de Kinan apareció “sorpresivamente” queriendo prestar una declaración a favor de los abogados de los acusados y que le entregó el supuesto video de Alikita a un periodista. Antes de eso, tanto él como Fernanda Kinan, llamaron a la Dirección de Orientación a víctimas del Ministerio Público Fiscal para denunciar que tenían en su poder ese video. “Toda esa información se la hicieron llegar a Alika de uno u otro modo, por distintos lugares. Tocaron a las organizaciones y a las personas que están cerca de ella generando una multiplicación de su monto de ansiedad y azuzando el prejuicio de la mala madre. Son actos simbólicos muy claros”, contó. Colombo agregó además que Alika ingresará al Programa de Protección de Testigos.

“En Tierra del Fuego no se trata el tema como se debería. Aquí no se le está dando la impronta que merece”, dijo a Cosecha Roja Lorena Uribe, periodista de Diario Provincia 23 y conductora de Tarde pero seguro por Radio del Pueblo. “Tierra del Fuego es un lugar fundado por hombres. Las mujeres llegaron elegidas para casarse o traídas para ejercer la prostitución. Imaginate que en 2012 se votó una ley de cierre de los cabarets pero al poco tiempo empezaron a proliferar los ‘privados’, a los que la policía no puede entrar y los municipales no clausuran”, contó.

El lunes 7, Marcela Rodríguez, a cargo del Programa de Asesoramiento y Patrocinio para las Víctimas de trata de personas, dependiente de la Defensoría General de la Nación, será la abogada defensora. Se enfrentará a Pedro Montoya e Ivana García, dueños del prostíbulo “El Sheik” y a la encargada, Lucy Alberca Campos.

Alika es la primera víctima del país en aceptar el rol de querellante judicial contra sus presuntos tratantes. Fue rescatada con otras seis mujeres durante un operativo contra la trata de personas, en octubre de 2012. Luego se transformó en activista de los derechos de la mujer y creó el Instituto de Género Sapa Kippa.

Bajo la consigna “Cárcel a los proxenetas y cómplices dentro y fuera del Estado”, el lunes 7 a partir de las 11 de la mañana habría una movilización frente a la Casa de la Provincia de Tierra del Fuego para acompañar desde la Ciudad de Buenos Aires el juicio de Alika Kinan.

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Alika Kinan nació en Córdoba hace 40 años. Le tocó asomar a la vida en una familia violenta de un padre golpeador y una madre golpeada. Él era dueño de un bar, ella una clienta que pasó a ser esposa. Desde los primeros años de vida fue víctima de maltratos físicos y psicológicos.

La violencia era ampliada. En la casa de sus parientes más cercanos, se repetía el mismo cuadro. Su tío era dueño de un cabaret y Alika pasó la infancia entre esos dos ambientes. Lejos de la mirada de los mayores, a los 14 fue violada por un conocido de la familia. Los 15 años no le depararon una fiesta sino una mudanza. Sus padres se separaron y la mamá la llevó a Buenos Aires para que se ocupara del cuidado de Fernanda, de nueve años. Casi abandonadas, Alika decidió volver a Córdoba y juntar dinero para mantener a su hermana. Una vez allí, una amiga la alentó para trabajar en “Aries”, un departamento privado.

De los clientes que atendía, a Alika le quedaba el 40 por ciento del pago y muchas horas inactivas. Como era adolescente y la policía solía caer a “Aries”, pasaba más tiempo escondida que atendiendo a los hombres. En 1996, viajó a Ushuaia a probar suerte en “El Sheik”. Viajó a Tierra del Fuego por una amiga que consiguió pasajes que le dieron de los dueños del cabaret a cambio de favores. Apenas llegó la llevaron a la Comisaría: el legajo se lo hizo el mismo policía que después sería uno de sus clientes habituales.

El control ya no era un problema pero la tasa que debía pagar era más alta. Con la mitad de la plata que juntaba sólo alcanzaba a pagar el colegio, clases de inglés, computación, la ropa y la comida de Fernanda.

En esos días de “El Sheik” tenía 23 años. Y conoció un español, Miguel Marco, de su misma edad. Un verano él se la llevó de vacaciones a Barcelona. Alika quedó embarazada y se casaron. Pero el final no fue feliz: el marido violento le pegaba, le quitaba la mitad del sueldo. Después, tuvieron otras dos hijas.

Con tres nenas chiquitas a cuestas, Alika encontró una fuente de dinero extra que podía obtener sin que Marco se diera cuenta. La mujer comenzó a vender sus óvulos. Y no le fue mal. Hasta pudo llevar a su hermana menor a España y mantenerla.

Así vivió Alika varios años. Golpeada, sometida. Sin embargo, no se dio cuenta de lo que pasaba hasta que su marido le pegó a Alikita, su hija mayor, hasta dejarla ensangrentada. Aun sabiendo que sacar a las chicas del país era ilegal, se jugó y regresó a la Argentina. Volvió a “El Sheik” donde trabajó hasta el operativo contra la trata que se realizó en 2012, y pudo escapar con seis mujeres más.

Desde entonces comenzó su batalla: lograr que el Estado la ampare por haber sido víctima de explotación sexual. Los cuatro idiomas que aprendió le dieron impulso para seguir y hoy, además de estudiar Sociología, dirige una organización de protección de mujeres víctimas de trata y de violencia de género. Se llama Instituto de Género Sapa Kippa, “sangre de mujer” en ona y yamana. Acaso su sangre. Acaso la de tantas como ella.