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Un panel en televisión para debatir sobre la despenalización del aborto. El conductor del programa, Marcelo Zlotogwiazda, el periodista y politólogo José Natanson y “cuatro lúcidos analistas” invitados: el sociólogo Ricardo Rouvier, el periodista Martín Rodríguez y los sociólogos Julio Burdman e Ignacio Ramírez. Seis varones. Ninguna mujer participó del debate sobre un tema que afecta en primer lugar a las mujeres.

Lo que se vio anoche en el programa Desafío 2018 es un clásico ALL MALE PANEL, un panel científico, académico, periodístico, político o económico en el que todos los participantes son varones. ¿Por qué es importante que haya mujeres? En esta nota que escribió la periodista Leila Mesyngier tres expertas reflexionan sobre la importancia de incluir la perspectiva de las mujeres en las discusiones sobre temas que repercuten en la vida pública de la población.

Estado de naturaleza

La mujeres somos la mitad de la población. En los programas políticos la mayoría de los conductores y columnistas son varones. Los jurados de tesis y los que presentan libros, también. En los ministerios las cúpulas están ocupadas por varones y sólo en un promedio del 20 por ciento hay mujeres. Los CEO de las empresas son varones. Los paneles de discusión sobre política y economía están integrados por profesores y académicos.

“Cuando a un hombre lo llaman para estos paneles imagino que ni piensa que hay una desigualdad notable porque no están incluidas mujeres, no hay otro tipo de diversidad y que se sigue reproduciendo la creencia de que entre varones se pueden discutir las cosas importantes, incluso aquellas que atañen a las mujeres”, explicó a Cosecha Roja la doctora en Ciencias Sociales Eleonor Faur.

No se trata de buena o mala predisposición sino de la naturalización con la que se piensan los comités científicos, los gerentes de las editoriales, jurados de tesis, productores de televisión o ministros de gobierno: se trata casi siempre de espacios en los que hay sólo varones. Para Faur, la primera medida es identificar que esto sucede: “Son ámbitos en los que naturalizamos a tal punto que cuando los hombres son invitados ni siquiera lo registran y cuando lo construyen muchas veces tampoco”.

Hace un par de semanas, la periodista María O’Donnell criticó una publicidad del diario Clarín en la que presentaba la “mejor información” política y económica del domingo con las firmas de doce varones. Ella tuiteó: “Parece que en Clarín ninguna mujer te puede proporcionar la mejor información política y económica”. Dos semanas después, el diario agregó la cara de Silvia Naishtat al final del afiche.

Hablemos de aborto sin mujeres

¿Por qué es importante que haya mujeres en los debates sobre aborto?

“El único estudio de calidad que calcula la cantidad de abortos realizados por año está producido por dos académicas mujeres: Silvia Mario y Edith Alejandra Pantelides”, explicó Faur. La Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito fue creada y está liderada por un conjunto de mujeres, “activistas y académicas que pueden hablar con solvencia sobre datos, procesos y legislación en otros países”.

Además, agregó la académica, “una importante cantidad de profesionales (de la medicina, de la sociología y del derecho) vienen realizando estudios sobre el tema, que incluyen tesis de doctorado y múltiples publicaciones”.

“Y last but not least, las que ponen el cuerpo: las que se embarazan por accidente o por abusos y violaciones y las que se mueren por abortos inseguros son, somos, las mujeres. Así de burdo actúa la invisibilización de las mujeres. ¿Qué parte no se entiende?”, planteó.

La violencia sobre el cuerpo de las mujeres (relatada por varones)

María Pichot es miembro de Dando a luz, una organización multidisciplinaria de mujeres que trabajan la temática del embarazo, el parto y la violencia obstétrica. Para ella, la convocatoria a la charla en la Facultad de Derecho reproduce los esquemas de invisibilización de las mujeres. “La actitud que toman (los organizadores del panel) es la actitud del poder frente a la mayoría minimizada, que somos las mujeres”, explicó a Cosecha Roja. La imagen del flyer que circula por las redes muestra, además, a una mujer “acostada boca arriba, indefensa, a merced de los violadores de su proceso fisiológico”.

“¿Qué pasaría si armáramos un panel con cinco urólogas mujeres para hablar sobre la revisación de próstata, que es algo que sucede en los cuerpos de los varones? Cuándo querés saber si una situación tiene una connotación machista, cambiá los actores y te sale”, dijo Pichot.

A Julieta Saulo, fundadora de Las Casildas y del Observatorio de Violencia Obstétrica, la convocatoria a la charla del viernes le produce una sensación de “dualidad”. Por un lado, “se institucionaliza un tema como el derecho en el parto y el nacimiento, que durante años ni siquiera estuvo en la agenda del feminismo”. Por el otro, que no haya mujeres prueba “lo invisibilizadas que estamos en la escena del parto. Somos cosificadas, nadie nos pregunta, nadie nos cuenta lo que pasa con nuestros hijos e hijas”.

“No me resulta casual que no haya una mujer ahí. Dentro de la lógica con la que se aborda esta temática es causal: no somos protagonistas por más de que tengamos una ley y los derechos bien especificados”, explicó a Cosecha Roja.

Es una cuestión de justicia

“Me parece excelente que haya juristas varones que se preocupen por el tema de la violencia obstétrica. Simplemente sería mucho más saludable si pudieran integrar también a las mujeres en este tipo de debates”, dijo Faur.

Para Pichot, “de esto no se puede ni empezar a hablar si no tenes la conformación fisiológica que te avala para dar cuenta de ciertos procesos que tienen que ver con hormonas femeninas. No tiene sentido hablar desde afuera sin que hablen los de adentro. Tiene que haber varones que hablen, claro, pero negar a las mujeres es parte del patriarcado”.

Según Saulo, es importante que se institucionalice el tema y se le quite la perspectiva de clase: “La violencia obstétrica le sucede a las mujeres en Nordelta y en una barriada de Moreno. Este tipo de violencia atraviesa a todas las clases y condiciones sociales”.

Hacen falta mujeres en cada uno de los espacios de discusión, “es una cuestión de justicia”, dijo Faur. Y agregó: “Si estamos hablando de paneles sobre cuestiones sociales, jurídicas, humanas, económicas, de la vida pública y privada, las mujeres somos parte activa de esa vida y tenemos voz para decir, para contar que pueden mejorar y enriquecer las perspectivas que se traten en esos encuentros. Es imposible discutir algo tan troncal como el hecho de enfrentar las injusticias cuando al mismo tiempo un espacio donde se va a discutir eso representa una injusticia de género y se compone simplemente de un sector específico de la población: varones blancos, heterosexuales, de cierta edad”.