San Javier

Cosecha Roja.-

En septiembre del 2011, cuando a su hija se le rompieron dos teléfonos celulares,
Aldo Monzón sospechó que algo andaba mal. Unas semanas antes, ella había
conocido a “Paco” en un boliche de San Javier en Córdoba. A los pocos días se
fue a vivir con el. Paco era Gustavo Ojeda, miembro del clan familiar dedicado al
negocio de la explotación sexual de mujeres. Después de la denuncia del padre de
la chica de 19 años, cuatro personas fueron condenadas.

La whiskeria “Oasis” era un negocio familiar que funcionó en las afueras de la
pequeña localidad de San Javier, en Santa Fe. Paco; la madre, Nélida Pereyra; el
hermano, Eduardo Beltrame y la novia de este último, Bárbara Trento, fueron
condenados por obligar a prostituir a la hija de Monzón.

Paco tenía una estrategia conocida en el pueblo. Era el encargado de seleccionar
a las víctimas, las seducía y las llevaba a vivir a su casa ofreciéndole algunas
comodidades. Finalmente las insertaba en el circuito de explotación sexual local.

El 15 de febrero el juez de Sentencia Nº 3, Cristian Fiz, firmó el fallo condenatorio
para Gustavo Ojeda, quien recibió la pena de ocho años por ser el autor del
delito de “privación ilegítima de libertad y promoción y facilitamiento de la
prostitución de mayor de 18 años de edad en concurso real”.

Los otros tres familiares recibieron penas de cinco años. Pero hasta que la
condena no esté firme los tres seguirán libres en su casa del barrio Barranquitas
de la capital provincial.

La madre de Ojeda era la encargada de “Oasis”, después que su marido cayó
preso por otro asunto ajeno a este caso. En esa whiskeria, la hija de Alonso, fue
obligada a tener relaciones sexuales con siete extranjeros. Amenazaron con
venderla en Catamarca y meter a su hijito en un lavarropas si no acataba las
órdenes.