ari-paluch

Alguien habla, rompe la cadena del silencio, los eslabones caen, rebotan. No es fácil denunciar un abuso porque la primera reacción social es desprestigiar a la víctima frente al victimario: el “algo habrá hecho” se reproduce bajo el nombre de la pollera corta, la búsqueda de fama o la histeria. El argumento lo usó Ari Paluch, el conductor de radio y autor de varios best-sellers sobre espiritualidad, para defenderse de las denuncias por acoso, maltrato y salto de lo discursivo al toqueteo en repetidas veces. Lo contaron mujeres que trabajaron con él y el día terminó con la renuncia de uno de los columnistas de su programa de radio, un varón que no pudo sostener la complicidad.

Hoy desde su cuenta de Twitter Paluch intentó defenderse: “Sigan difamando con relatos falsos, la verdad está surgiendo a cada instante, rezo por quienes buscan 15 minutos de fama a costa de mi carrera”.

¿Por qué las denuncias sobre algo que al parecer era vox populi empiezan a surgir recién ahora? ¿Por qué si en el ambiente se sabía no se hablaba? Si las pibas del mundo del rock comenzaron a denunciar a los músicos por abusos, ¿qué faltaba para romper la cadena de complicidades en los medios?

“Muchas veces pasa que con la necesidad que tenemos de hacer efectivo el ejercicio del trabajo, de tener un lugar, hay situaciones que no detectamos como abuso, que se dejan pasar y tienen que ver con las precariedades del ejercicio periodístico y en los medios”, dijo a Cosecha Roja Carolina Balderrama, periodista y conductora del programa “Un cuarto propio” en Radio Caput.  

Suelen ser las mujeres las que se animan a hablar primero. “Celebro que la incomodidad logre romper el pacto de semen de los varones hegemónicos que están en situaciones de poder y son la base de la cultura de la violación en todo sentido”, dijo Balderrama. Muchas veces, desde la inexperiencia, no hay una percepción de las situaciones de abuso: “Yo circunscribo al ámbito periodístico, pero estas situaciones también se dan en el ámbito privado y no por nada la ley de violencia contra las mujeres llega a todos los ámbitos donde nosotras desarrollamos nuestra vida. La clave es animarse a hablar”.

Trabajo fuera de horario, cierres que se alargan, contratos informales, pasantías precarias. “Cuando te hacen quedar hasta más tarde o cuando vos tenés algún ejercicio de poder un poco mayor sos acusada de ser una histérica. El hablar tiene impacto. No por nada en las redes esto comienza a circular con una velocidad impresionante: porque un montón de mujeres se sienten reflejadas”, dijo Balderrama.

La complicidad se termina cuando los de alrededor también denuncian o ponen límites. Así lo hizo José Gaucho Hernández, columnista de policiales en el programa de Paluch, que renunció a su puesto para solidarizarse con una de las denunciantes:

Más temprano Paluch habló de una “campaña en su contra” durante el programa “El Exprimidor”: “Vamos a suponer que soy un abusador, tendría que aprovechar una situación en la que estuviera a solas, no delante de 20 personas”, dijo el conductor, omitiendo que existen diferentes formas de abuso que exceden a la penetración.

“Existe una naturalización patriarcal de decir ‘mi jefe es un pajero, es un baboso’, como quien podía decir ‘es simpático, es gracioso y cuenta chistes’. Se mete como si fuera un adjetivo más que tenés que fumártelo y punto. Pero hay una cuestión cultural que tiene que ver con el empoderamiento de las mujeres y todo lo que viene pasando: es un camino largo, que implosionó en los últimos dos o tres años, por el cual se empiezan a desnaturalizar este tipo de cosas”, dijo a Cosecha Roja Flora Alkorta, columnista del programa “Tarde para nada” en Radio con Vos.

Alkorta ya había denunciado que Paluch es un abusador en 2012:

“Antes volvías llorando a tu casa y el único que te decía ‘qué bárbaro’ era tu papá, quien quizá había hecho lo mismo en otro momento con otras. Ahora esta información está llegando a todos y es buenísimo. En el ambiente radial y televisivo a Paluch le decíamos ‘el acosador’: ‘si vas a trabajar con Paluch cuidate porque es un pajero’”, contó Alkorta.

La semana pasada las denuncias de abuso recayeron en un productor de Hollywood. Bajo la campaña #MeToo (“yo también”) varias mujeres denunciaron que habían sido víctimas de Harvey Weinstein, un hombre con 75 premios Óscar y 303 nominaciones. La investigación periodística y la voz de las primeras denunciantes llevaron a una ola de relatos sobre abusos.

La cantante islandesa Björk, por ejemplo, se sumó a la campaña y habló de los abusos que sufrió por parte de Lars Von Trier durante la filmación de “Bailarina en la oscuridad”. “Gracias a las mujeres de todo el mundo que están alzando sus voces, me siento alentada a contar mi experiencia con un director danés. Dado que vengo de uno de los países del mundo que está más cerca de la igualdad entre sexos, y en un momento en el me encontraba en una posición de fuerza en el mundo de la música gracias a un independencia duramente conquistada”, escribió Björk y llamó a que más mujeres se sumen: “Detengamos esto. Hay una ola de cambio en el mundo”. Ahora falta que no sean sólo las mujeres las que rompan la cadena de silencio.