Joyce Guzmán Pacheco. La República

Era obsesivo. Desde Madre de Dios, los familiares de María Elena Ninantay y Nélida Canahuire relataron que asesino en serie perseguía a sus víctimas hasta enamorarlas. Luego convivía con ellas una temporada y las mataba. Después les hacía creer a sus parientes que se habían mudado de ciudad, con una cómplice.

Tito Ochoa Valer, llamado por la Policía con el apelativo de “Tunche del Manu”, sigue prófugo. Lo último que supieron fue que estaba en Inambari. Él sabe que lo buscan por los crímenes de tres mujeres en Madre de Dios y Arequipa. Su modus operandi responde al perfil de un psicópata: enamoró a sus víctimas, y tras quitarles la vida, les desfiguró el rostro.

Los efectivos policiales descubrieron sus fechorías en enero de 2011, tras el asesinato de Flor Cruz Hermosa, en la irrigación arequipeña de San Isidro, donde convivían. Este fue el segundo de sus crímenes, pero hubo un tercero. La República contactó a los familiares de sus otras dos víctimas, en Madre de Dios.

“Lo único que quiero señorita es justicia para mi hija, ya han pasado tantos años y nadie  hizo nada”, nos contó en una comunicación telefónica Beatriz Rivera, madre de María Elena Ninantay (26), la primera mujer asesinada por Tito Ochoa.

Esta joven, trabajadora de la Municipalidad de Salvación, en la provincia del Manu, fue hallada muerta el 3 de octubre de 2009. “Yo me enteré ese domingo a las cinco de la tarde, que mi hija estaba muerta. Estaba detrás del estadio de Salvación, hasta ahí la había llevado, la estranguló con su propia correa”, narró la madre recordando ese trágico día, cuando su hija nunca regresó a la casa de su abuela.

María Elena tenía lesiones en el rostro, golpes y quemaduras en todo el cuerpo. Ella había conocido a Tito Ochoa en 2005. Él era el hijo de la mujer que siempre iba a la cabina de radio, donde trabajaba María Elena, al salir del colegio. “En  2008 se fue al Cusco para hacer sus prácticas, ella había estudiado para ser guía de turismo. Nunca me dijo que Tito Ochoa era su pareja, nunca me contó nada”.

La Policía logró establecer que el “Tunche” seguía a María Elena. La pretendía, pero ella no le hacía caso. Un día, antes de que la encontraran muerta, este individuo se mostró molesto y la buscó con insistencia.

El caso pasó a la Fiscalía de Madre de Dios, pero a decir de la mamá, nunca investigaron nada, solo le pedían dinero para realizar los análisis en el Cusco. El caso fue archivado a los pocos meses, pero recién hace dos semanas fue reabierto. Ahora lo investiga el fiscal Orlando Navarro.

La tercera víctima

Pero el “Tunche” tiene una tercera víctima. Luego de asesinar a Flor Magdalena Cruz Hermoza, en la irrigación San Isidro, en La Joya (Arequipa), en enero del 2011 escapó a la localidad de Chala, provincia de Caravelí. Aquí conoció a  su “paisana” Nélida Canahuire Quispe (19), quien se convirtió en su tercera víctima.

El papá de esta joven, Vito Leonidas Canahuire, contó a La República que Tito Ochoa persiguió a su hija por varios meses, hasta que se hicieron pareja. “Ellos convivieron como seis meses, estaban aquí en Salvación (Manu), luego me dijeron que se fueron al Cusco, hasta llamaba por teléfono, pero todo era mentira”, contó.

Nélida fue hallada muerta con el rostro destrozado, en la zona de Ituania, el 27 de febrero de 2012. Según su papá, tenía como dos meses de fallecida. “La mamá de él nos mentía, nos decía que estaban en  Cusco, pero mi hija ya estaba muerta”.

 

El “Tunche” llama para amenazar a la familia de su tercera víctima

Juana Quispe, madre de Nélida Canahuire, la tercera víctima de el “Tunche”, denunció a La República que el sujeto llamó varias veces y los amenazó de muerte. “Siempre nos dice que lo mismo que le pasó a Nélida, le va a pasar a nuestra hija mayor”, narró la mujer.

Fue esta desesperada madre quien se dio cuenta que una mujer la llamaba haciéndose pasar como su hija. Las llamadas telefónicas fueron entre el 20 y 24 de febrero, cuando Nélida ya había sido asesinada. “Yo le dije, tú no eres mi hija, tú eres otra mujer. Esa voz decía que estaba trabajando en Cusco”, señaló.

En Arequipa, el fiscal Eufracio Ticona tiene el caso. Precisó que en la actualidad el caso se encuentra en plena investigación. Incluso hicieron el levantamiento de las comunicaciones y habrían iniciado el rastreo de sus llamadas telefónicas. Hasta hace una semana llamaba a sus padres en Salvación (Manu).