Los pañuelos verdes cuentan historias. Bajo el lema “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir” acompañan una lucha que data de años. Se cruzan en trenes, colectivos o subtes. Hay algunos más nuevos y otros más viejos. Pañuelos que pasaron de mano en mano. Que fueron comprados, regalados o encontrados. Pañuelos que motivaron a otrxs a luchar por la causa. Pañuelos que participaron en marchas, concentraciones, debates o encuentros. Cosecha juntó voces de distintas mujeres que quisieron contar las historias detrás de sus pañuelos.

Charo López – Actriz, cantante y humorista.

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“En una marcha hace un par de años, yo estaba super embarazada y me regalaron mi primer pañuelo las chicas de la campaña. Estábamos con las chicas de Futurock, por suerte ese día nos pudimos juntar todas. Ese fue el primer pañuelo que tuve. A los pocos días, la gente de Sr. Duncan, el bar donde hicimos Violonas durante mucho tiempo, me pidió si les podía conseguir uno y les di el mío. Después empecé a usar unas servilletas que tenía en casa del mismo color verde y que tenían una flor blanca en el medio. Me parecían muy parecidas y cumplían el propósito. Como era un juego de mantel con seis servilletas medianas, seis pequeñas y seis individuales, regalé varias para las que estaban sin pañuelo dando vueltas. Todo esto fue antes de que existieran los miles de pañuelos que hay en todas sus formas.”

Georgina Orellano – Secretaria General Nacional de AMMAR

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“Mi primer pañuelo me lo regalaron en el Encuentro Nacional de Mujeres 2010 en Paraná. Fue el primer encuentro en el que participé. Volví a mi casa con la cabeza estallada y mucha alegría por la cantidad que éramos en ese momento luchando por el aborto, contra la violencia de género y el patriarcado.

Ese pañuelo se lo regalé a una de mis compañeras, a la que acompañé en un aborto. Hasta ese momento ella se manifestaba en contra. Cuando estuvo frente a un embarazo no deseado me pidió que la acompañara a comprar pastillas a una farmacia en Constitución.”

Manuela Begino Lavalle – Estudiante secundaria, expuso a favor del proyecto de interrupción voluntaria del embarazo en el plenario de comisiones de la Cámara de Diputados.

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“Conseguí mi primer pañuelo en un pañuelazo por el aborto en 2016. En realidad todavía no se llamaba así, sino que era una concentración frente al Congreso. No eran tan masivas, sino más bien chiquitas. Yo fui con una amiga y compré el mío a cinco pesos. En ese momento cinco pesos era aceptable. Lo compré y muy contenta nos fuimos con mi amiga con el pañuelo. Dos días después ya lo había perdido porque soy muy colgada. Nunca más volví a conseguir un pañuelo hasta este año que en una concentración le compré otro a una señora que vendía y se me volvió a perder. El día que hablé en el Congreso, mi mamá me prestó su pañuelo para subir al estrado. Para mi fue muy lindo tener su pañuelo porque un poco por ella estoy ahí, simbólicamente.”

Lia Copello – humorista e ilustradora de La Cope

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“El año pasado en el Encuentro Nacional de Mujeres en Chaco, un domingo antes de la marcha estaba con una amiga y me dice “Che, perdí el pañuelo” y estaba mal porque lo tenía hace un montón y no iba a poder tenerlo en la marcha. Cuando empezamos a concentrarnos pasa una piba con un pañuelo en el cuello y uno atado en la mochila. Le digo “Che disculpá, mi amiga perdió el pañuelo me podes dar el que tenés de más?” La piba no quería porque lo tenía hace más tiempo. Ahí tiré un golpe muy bajo y dije: “Sororidad amiga”. Fue un golpe bajo pero no le deje más opción que darme su pañuelo.”

Caro Pedelacq – Frente de Mujeres en el Movimiento Evita

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“Soy docente de una escuela secundaria. Me pasó que estudiantes, varones y mujeres, identificaron el pañuelo y la causa y me dijeron: “Profe, ese es el pañuelo del aborto. Yo estoy a favor conseguime un pañuelo por favor.” Hay mucha demanda de pañuelos por parte de los adolescentes. Me lo piden para sacarse fotos y ponerlas en Instagram por ejemplo. Es algo que hace un par de años no habría pasado.”

Paulina Asef – Productora de Seguros

Paulina Asef

“Mi primer pañuelo me lo regaló Ana María Salvador, una vecina mía en del barrio de Liniers. Nos habíamos conocido un tiempo antes en redes sociales. Las dos estábamos dentro de un grupo de Facebook que se llama ‘Gente de Liniers’, que lamentablemente está lleno de personas muy xenófobas. Nos empezamos a identificar porque las dos contestamos a los mensajes de odio de personas que llamaban a echar a gente migrante del barrio. A mi me llamó la atención Ana porque ella siempre dejaba mensajes muy claros, con mucha información, para intentar cambiar sus cabezas. A mi me costaba un poco, soy más chispita y me peleaba con ellos. Después, igual, nos echaron a las dos del grupo.

Un día hubo un encuentro de Derechos Humanos en la Plaza Isadora y yo sabía que ella iba a estar así que pregunté si alguien la conocía. Nos vimos y nos reconocimos. Empezamos a juntarnos para merendar y charlar, a ir a movilizaciones juntas. Hace dos años ella volvió del Encuentro de Mujeres y me tocó el timbre. Me dijo que traía un pañuelo verde por el aborto porque le parecía que debía tener uno. Para mi fue muy movilizante. En mi vida me hice abortos, pero era un tema del que no podía hablar. Me generaba negación y mucha angustia. Ahora salgo con mi pañuelo a la calle y desde mi lado intento militar para que sea legal”.

María Florencia Alcaraz – Periodista, integrante de Ni Una Menos y cofundadora de LatFem 

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“Mi pañuelo me lo dieron en 2005 en el primer Encuentro Nacional de Mujeres en el que participé. Fue en Mar del Plata: un encuentro multitudinario y muy importante en términos políticos porque era la previa de la llegada de Bush a la Argentina. Se hacía la Cumbre de las Américas, pero también la Cumbre de los Pueblos. El movimiento de mujeres se movilizó con contundencia por las calles de la ciudad al cierre del Encuentro. En esa marcha me encontré con la columna de la Campaña, que en se momento no era tan grande, y todas tenían pañuelos verdes. Yo no tenía. Puse tal cara de decepción que una chica se acercó y me dio el suyo. Esa noche fui parte de la marea verde. Y ese mismo pañuelo lo tuve guardado hasta el siguiente Encuentro. Lo sacaba sólo para eso. O para  alguna movilización, alguna acción. Pero no salía mucho. Lo tenía en mi casa.

En 2015, después de Ni Una Menos, fuimos al Encuentro de Mar del Plata y la que no tenía pañuelo esta vez era mi amiga Florencia Minici. Entonces yo le cedí el mio. Era ese mismo que me había dado la chica en 2005. A mi amiga la ayudó a taparse la cara cuando nos tiraron gases lacrimógenos frente a la Catedral. El pañuelo no sólo volvió a Mar del Plata sino que se lo pasé a otra compañera y amiga. Ella todavía lo tiene. Ahora los pañuelos me duran un día, dos, una semana. Se me van de las manos. Siempre hay alguien que me está pidiendo uno. Ya no duran años como antes. El feminismo es intergeneracional: las pibas que ahora cuelgan el pañuelo del cuello, la mochila, la cartera, la bici son las que están enseñando a usar el pañuelo sin miedo y con irreverencia”.

*Foto de tapa gentileza LatFem.