Por Fernando Araújo, El Espectador.-

Hubo silencio, complicidad, miedo. Como si los protagonistas de aquellas negras historias hubieran sellado un pacto, un eterno pacto secreto. Lo que ocurrió con el fútbol colombiano en los años 80 y 90, e incluso un poco antes, pasó al olvido. Gonzalo Rodríguez Gacha y sus festines de los sábados con jugadores de Millonarios y periodistas, hinchas y directivos, repartiendo dinero en efectivo.

Los hermanos Rodríguez Orejuela visitando a los jugadores del América, llevándoles millones en inmensos sacos de tela. Hernán Botero Moreno, expresidente de Nacional, encadenado y extraditado a los Estados Unidos por narcotráfico. Asesinatos, amenazas, declaraciones juramentadas ante notarios en las que jugadores de uno u otro equipo denunciaban haber sido contactados por un directivo para que bajaran sus rendimientos a cambio de unos millones. Árbitros sobornados, asesinados. Periodistas acribillados. Futbolistas viviendo sobre el filo de una navaja. Frases: “Lo único que yo sé es que si alguno de estos vergajos se llega a ir del equipo, no amanece. Poco me importa lo que le ofrezcan por fuera. Acá se tiene que quedar, por lo menos hasta que a mí me sirva”: Rodríguez Gacha.

Millonarios obtuvo el título 12 de su historia el 20 de diciembre de 1987, nueve años después de que Alejandro Brand, Willington Ortiz y Daniel Onega, entre otros varios, hubieran obtenido el numero 11. El decorado había cambiado. Édmer Tamayo se había convertido en el presidente del club. “Yo me retiré del fútbol cuando comencé a vivir y a sentir lo que estaba ocurriendo. Me tocó padecerlo”, diría poco antes de su muerte Alfonso Senior, uno de los fundadores del equipo, alma y nervio del fútbol colombiano durante décadas.

A Tamayo se lo vinculó como propietario de un cargamento de 2.000 kilos de cocaína decomisado en septiembre de 1982 y de otro, de 65 kilogramos, incautado en Barranquilla. Murió el 17 de febrero de 1986. Ante su tumba, León Londoño, presidente de la Dimayor y de la Federación Colombiana de Fútbol, le rindió un sentido homenaje. “Por sus obras lo conocemos en su batallar heroico y en su última lucha por la vida nos legó todo. El fútbol nacional está de duelo, y ante la tumba abierta que guardará sus frágiles despojos, rinde con respeto sus enlutados pabellones”.

Con la muerte de Tamayo, el poder en Millonarios lo heredaron los abogados Germán y Guillermo Gómez. Este último fue acribillado a comienzos de los 90 en un restaurante antioqueño al norte de Bogotá. Ya había dejado gran parte de sus intereses en manos de Rodríguez Gacha, aunque continuaba figurando entre las directivas azules. El título número 13 llegó en el 88. Era casi el mismo equipo del 87. Prince, Estrada, Hernández, Iguarán, Vanemerack… y el mismo técnico, Luis Alberto García. Los rivales a vencer, Nacional y América. Y la guerra, también contra ellos, porque en el 88, y luego en el 89, el fútbol fue parte de la guerra en Colombia. Cada cartel tenía una divisa, y cada divisa tenía la obligación de ganar. En realidad eran Rodríguez Gacha, Pablo Escobar Gaviria y Miguel Rodríguez Orejuela camuflados en las camisetas de Millonarios, Nacional y América. Y, un tanto rezagado, Fanor Arizabaleta con el uniforme de Santa Fe.

El 2 de noviembre, cuando apenas se iniciaban los cuadrangulares finales, el árbitro Armando Pérez desapareció repentinamente. Unos hombres, que se hicieron llamar “representantes de seis clubes profesionales”, lo secuestraron en Medellín. Querían que hubiera limpieza en la liguilla de fin de año. Eran apostadores. Ese mismo día, Jesús Díaz (colega de Pérez) pronunció unas palabras premonitorias: “Lo único que falta es un muerto. Es que llegué al extremo de salir de mi casa para dirigir un partido sin saber si iba a regresar o no. Mi oficio se está convirtiendo en algo casi insoportable, que no me afecta sólo a mí sino a mi familia. Todo por culpa de aquellos que generalizan, que culpan y señalan por doquier, y no se atreven a dar nombres. De aquellos que creen que todos los árbitros somos unos vendidos, unos antiéticos. Es hora de que los medios hablen con más claridad”.

Dos días antes, todos los árbitros profesionales inscritos ante la Dimayor se habían negado a dirigir la tercera fecha del octogonal. Un tiempo después uno de ellos declaró: “Es que no sólo eran las amenazas contra nosotros y nuestras familias. También eran los continuos sobornos a los que nos veíamos sometidos. Y si uno hablaba, chao. Un día fui donde don Jorge Correa Pastrana (en 1988 era secretario de la Dimayor; después fue su presidente) y le expliqué todo. Lo único que me dijo fue que me quedara tranquilo, que no había problemas”.

Fue entre América y Millonarios que empezó a reventar el polvorín. En lo estrictamente futbolístico, se entiende. Un gol desde 30 metros de Ceferino Peña, anulado sin mayor razón, insinuó el poder que Rodríguez Gacha ya ejercía en el fútbol. A la semana siguiente, ante Santa Fe, de aquel poder no quedaron dudas. Los árbitros terminaron de inclinar la balanza hacia Millonarios y su capo. Una falta dentro del área azul, ignorada, y otra fuera del área roja, sancionada como penal, dejaron a Millonarios en el camino del campeonato. El juego concluyó en medio del desorden y la violencia. Del árbitro, un tal Ramiro Rivera, no se volvió a saber nada.

“Hay una fuerza extraña que lo manipula todo. Esto no es fútbol”, dijo después de aquella derrota el argentino Jorge Raúl Balbis, defensa central de Independiente Santa Fe. Como si no lo hubiera dicho. Lo tacharon de resentido y de mal perdedor. Nadie se tomó la molestia de averiguar lo que había querido decir, entre otras razones porque a nadie le interesaba saber la verdad de sus palabras.

También ocurrió lo mismo cuando Navarro Montoya, exportero de Santa Fe, declaró en Buenos Aires, octubre del 86, que el fútbol colombiano estaba infiltrado por la mafia. Los medios nacionales lo insultaron y lo llamaron “vendepatria”. Sus declaraciones fueron mal recibidas. Nunca más lo llamaron a actuar con la selección de Colombia después de los dos partidos que jugó en las eliminatorias de 1985, bajo la conducción de Gabriel Ochoa Uribe. “Jamás, mientras yo esté con la selección, ese tipo será llamado. Ni lo necesito ni me interesa”, dijo Francisco Maturana en 1989. Como Balbis y Navarro Montoya, algunos hablaron. La mayoría calló. Prefirió nadar entre las turbias aguas de un fútbol que sólo fue Fútbol en los potreros.

Reacciones

Luis Augusto ‘El Chiqui’ García / Extécnico de Millonarios (1987-1988)
Me parece una infamia que nos arranquen del corazón un par de estrellas que logramos con un grupo de gente y un equipo de trabajo inmenso, con una serie de jugadores y una junta directiva, que saben lo que representa trabajar tanto tiempo para conseguir esos logros.

Óscar ‘El Pájaro’ Juárez / Exdelantero de Millonarios
Me causó sorpresa la declaración de Gaitán. Sería una falta total de respeto para una institución tan grande como Millonarios. Lo que debe entender la gente es que Millos no es de una persona ni de un grupo de accionistas; Millonarios es de la gente.

Mario Vanemerak / Exvolante de Millonarios
Los directivos de Millonarios están locos, no saben lo que hacen ni dicen. Felipe Gaitán está loco, no tiene ni idea de fútbol, cada vez que habla se equivoca, lo mejor es que Millonarios cambie de presidente. En los equipos tienen que estar exjugadores o gente del deporte al mando.

Eduardo Pimentel / Exvolante de Millonarios
Están queriendo venir a demostrar que ellos son la vaca que más defeca en el mundo. Los directivos de Millonarios tienen que entender que entre toda esta cantidad de ideas y cosas locas hay gente que ha trabajado seria y honestamente. Es una declaración que no sólo afecta a Millonarios, sino a todos los equipos de esa época, América, Nacional… Es una falta de respeto.

Felipe Gaitán / Presidente de Millonarios
Este es un tema muy preliminar. Faltan muchas horas de discusión, en realidad sí está sobre la mesa, pero hace falta mucho para tomar una decisión. Esta fue un propuesta de la junta directiva.

Gobierno respalda la iniciativa de Millonarios

El Gobierno destacó la idea de Millonarios de devolver los títulos que se ganaron con dineros del narcotráfico. En medio del debate que despertó esta propuesta, el ministro del Interior, Fernando Carrillo Flórez, celebró la iniciativa de las directivas del club albiazul.
En ese sentido, preguntó cuántos equipos más se sumarían a ella y regresarían los títulos que están comprometidos por los dineros del narcotráfico. “Gran lección daría Millonarios. Vamos a ver quiénes se apuntan a seguirlo en ese gesto histórico”, apuntó.
De hecho, de llegar a ser realidad que Millonarios devuelva las estrellas que obtuvo en la época de Gonzalo Rodríguez Gacha, sería un hecho sui géneris en la historia del fútbol mundial.