Cosecha Roja.-

Cada tanto, como si se tratara de un fenómeno climático, los medios de comunicación ponen en el centro de sus agendas la inseguridad. El asesinato por venganza de dos hermanos en Cañuelas la semana pasada, y el crimen de un adolescente al que le robaron el celular en Moreno, iniciaron un ciclo de protestas, repercusiones mediáticas sobre la seguridad en el territorio bonaerense y promesas de mejorar la situación. Cada nueva oleada viene acompañada por reclamos de la población, víctimas que proponen recetas para solucionar el problema y hasta nuevos términos para nombrar el miedo. Si antes fueron los secuestros express, las salideras o los motochorros, ahora los editores inventaron una nueva palabra: las entraderas. Así, desde ahora, se llamará a los robos que sufre la gente que llega a sus casas y se encuentra con ladrones en la puerta.

¿De verdad aumentaron los índices de robos y asesinatos en el conurbano bonaerense?. ¿Que es la sensación de inseguridad? ¿Se puede reformar la policía bonaerense? Cosecha Roja convocó a cuatro expertos que, sin esquivar el bulto, se proponen pensar el tema de la seguridad más allá de la catarsis mediática.

 

Alberto Binder: “Nuestro modelo policial es de hace cincuenta años”

“Para tratar de entender y no quedar atrapados en un debate de si hay o no mayor inseguridad, yo haría las siguientes diferenciaciones. La Argentina en términos comparativos no tiene problemas tan graves como otros países. Eso se puede comprobar con indicadores que son usuales. En la página seguridadyregion.org, por ejemplo, el Banco Interamericano de Desarrollo está construyendo los indicadores más usuales para medir violencia e inseguridad. El problema que tiene la Argentina es es otro: es la debilidad de su respuesta institucional. Si tu respuesta sigue siendo insuficiente, no importa si tenés un problema más chico o más grande que el de otros países. Lo único que estás haciendo es esperando que las condiciones se agraven. No tenemos instalados problemas de violencia de países como Brasil, ni tenemos problemas estructurales de narcotráfico como otros países, ni tenemos pandillas todavía. Pero la respuesta estatal sigue siendo insuficiente”.
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Gabriel Kessler: pensar la seguridad como un problema integral

“En el último año hay un aumento de la victimización: las personas que declaran que alguien del hogar fue víctima de un delito son un 5% más en el último año: 30 – 35%. Es una cifra alta. No es solo un problema de la situación argentina, sino en un tipo de vida urbana común a países del Cono Sur, donde hay mucha circulación de personas, entrecruzamientos cotidianos, bienes de valor, dinero circulando. Tuvimos un pico posterior al 2001, luego bajó y luego en los últimos años hay un leve incremento, también en el conurbano. La ciudad de Buenos Aires concentra muchas oportunidades de delito: hay dinero, hay turismo, hay autos, hay celulares, hay netbooks. El incremento de las oportunidades de delito por mayor consumo es un fenómeno común a grandes centros urbanos de todo el mundo. En la Provincia de Buenos Aires y en Gran Buenos Aires, hay una presencia de delitos de causa más social. Personas que cometen un delito dentro de sus barrios, donde la víctima conoce al victimario. Hay más delitos con una franja de edad menor a la de la ciudad de Buenos Aires, y es menos especializado: como pueden robar un comercio, pueden robar una casa. En la ciudad hay mayor especialización”.

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Marcelo Saín: “Hay una intervención muy fuerte de la policía en actividades criminales”

No sé si la Bonaerense es una de las más ineficientes de América Latina, porque hay muchas que le compiten, pero tiene algunos pecados capitales. Primero, un conjunto de prácticas corruptivas muy expandidas. Segundo, prácticas abusivas que son claramente una herencia de la dictadura, como la tortura para la investigación y para el disciplinamiento de las personas detenidas, la ejecución extrajudicial, la liberación de zonas, prácticas todas que estuvieron generalizadas durante la dictadura y que existían desde antes. Pero, además, gran parte de la policía trabajadora es una policía altamente precarizada en sus condiciones de trabajo, con doble empleo porque tienen salarios bajos, con condiciones materiales de trabajo muy deterioradas, sin el derecho a la agremiación o a la negociación colectiva de esas condiciones”.

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Marta Arriola: “La Policía Bonaerense se autogobierna”

“En algún momento el poder político le planteó a la policía que se hiciera cargo del territorio y lo manejaran a su antojo mientras todo estuviera relativamente tranquilo. En el mismo acuerdo se incluía que administraran en el territorio algunos delitos de una manera discrecional. Ese viejo pacto se intentó desarticular con la reforma de seguridad que arrancó hace quince años con la intervención a la Bonaerense y que luego siguió con dos procesos que llevó adelante León Arslanián cuando estuvo a cargo del Ministerio de Seguridad de la provincia. La reforma empezó en el 1997 y tuvo su primer revés a fines de 1999. Luego se retomó en el 2004 con el pico de secuestros extorsivos y en el 2007 se volvió atrás otra vez”.

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