Cosecha Roja

La Comisión de legisladores bonaerenses que investigó durante varios meses lo sucedido durante el caso Candela, oficializó la presentación del informe elaborado por los legisladores Jorge Ruesga, Jorge D’Onofrio, Cecilia Comerio, Emilio López Muntaner y Diana Larraburu, María Gainza y Omar Foglia,  en la Legislatura provincial. El texto critica con dureza el rol jugado por el Poder Judicial, la policía bonaerense, el poder político y los medios de comunicación en el asesinato que el último día de agosto de 2011 sacudió la sensibilidad del país. El cadáver de Candela Sol Rodríguez, una niña de 11 años, fue encontrado en un terreno baldío por dos jóvenes que juntaban cartones –y no por los 1.600 policías que en ese momento seguían su rastro- después de un cautiverio de nueve días. Las pericias forenses establecieron que había muerto asfixiada, y que aún en vida, había sido violada.

El eje del dictamen mayoritario –el senador Alberto De Fazio, del sciolismo y el senador del Pro-Peronismo Alberto Assef, presentaron dictámenes diferenciados, en los que maquillaron los golpes a la policía bonaerense-, concluye que el caso Candela se trató de un secuestro inscripto en una trama narcopolicial que la policía, los fiscales Marcelo Tavolaro y Federico Nieva Woodgate y el juez Alfredo Meade, a pesar de contar con los indicios suficientes, no investigaron.

En su exposición la legisladora María Gainza apuntó al Comité de Crisis y aseguró que “actuaron como un call center persiguiendo cada llamado que se les hacía”. Mientras que el senador De Fazio, que presentó un dictamen diferenciado, defendió a la investigación policial y fue contra la actuación del poder judicial.

En su aspecto resolutivo, el informe, sugiere el juicio político para los funcionarios judiciales que intervinieron en la causa –el fiscal general Nieva Woodgate, y el fiscal Tavolaro y el juez de garantías Meade, ambos del Departamento Judicial de Morón-, sanciones para la cúpula de la policía Bonaerense de entonces –Matzkin y Paggi-, y propondrá la creación de un protocolo de actuación de cobertura periodística para casos de secuestro extorsivo, en lo sucesivo.

Hubo “graves intentos de desviar las actuaciones para proteger a un red de narcotraficantes en la que estaban involucrados varios policías”, dice el texto del informe, que menciona nombres y apellidos de policías, y mantiene en reserva las coordenadas precisas del narcotráfico.

“Nosotros no teníamos la función ni el objetivo de probar, pero sí hemos llegado a saber exactamente qué pasó. Esas pruebas las aportaremos a la Justicia, que es quién debe determinar las responsabilidades policiales, judiciales y actuar en consecuencia”, adelantó un miembro de la Comisión a Cosecha Roja. Sin embargo, habrá menciones más solapadas sobre la espectacularización y la especulación política que algunos funcionarios bonaerenses le imprimieron al caso: un Comité de Crisis que el informe somete a una fina lupa.

San Martín: territorio inexplorado

El informe se refiere a San Martín, el partido bonaerense que provee a todo el cordón norte del Conurbano de una cocaína muy pura, donde no se vende paco para garantizarle a los consumidores foráneos una transacción segura. En esa localidad, las familias materna y paterna de Candela tenían una raigambre antigua y estrecha: Juancho Rodríguez y Carola Labrador, sus padres, sabían moverse por Villa Korea, uno de los barrios más históricos. Ella vendía tortas en el club Esperanza y los hermanos de la niña participaban de torneos de fútbol. No es un complejo derruido: el pasto sintético de la cancha costó 85.000 dólares. Además, el abuelo materno de la nena, era un militante de riñón peronista que había sido concejal durante muchos años, un hombre que todo el mundo conocía.

Pero no sólo estaba el anclaje histórico: San Martín era una tierra donde solían haber secuestros a narcos o parientes donde se jugaban ajustes de cuentas o escarmientos a los narcos que crecían más de lo conveniente o sobrepasaban la frontera de la zona. Un mes antes de que desapareciera Candela habían secuestrado a María Alejandra Romagnoli, la mujer de Sandro “Pitufo” Peloso, un narco de la zona. La secuestraron cuatro hombres que bajaron de un auto con chalecos que decían “Policía Bonaerense” y estaban armados con Fales. La liberaron dos días después a cambio de plata y drogas. El Pitufo era amigo íntimo de la familia de Candela: se lo puede ver, en una foto y con una comparsa cordobesa de fondo, abrazado con la niña.

Después del caso de la niña de Hurlingham los secuestros siguieron: un niño de 5 años, dos adolescentes de 16 y 17, otro que venía de jugar al fútbol, y la hija de un narco que habrían abusado antes de liberarla. En la jerga del hampa se los conoce como cortitos: secuestros fugaces, de no más de dos unos días de cautiverio, donde se cobran rescates cuantiosos en plata fresca y drogas. Por lo general, el signo de estos secuestros es que no se denuncian ni se judicializan: las víctimas suelen tener el prontuario tan manchado como los victimarios. Por eso también suceden en silencio: no venden ni son del paladar de la gran prensa.

Dicen quienes conocen a fondo el territorio, que la sombra dela Bonaerensey su complicidad con el delito sobrevuelan San Martín hace rato: se habla de “Los Magníficos” o “Los Fantásticos”, una banda compuesta por cuatro policías y ex policías bonaerenses –el Cheto Brítez, un tal chaqueño y alguien de apellido Ocampo- que se dedicarían a los “cortitos”.

Los sabuesos también contaban, a la hora de sopesar las pruebas del expediente, con otra rama del pedigrí familiar: uno de los tíos maternos de Candela –esposo de Betiana Labrador- dice tener una empresa que maneja camiones. Tiene hijos muy pequeños y Candela era su debilidad. Fuentes muy seguras creen que el ajuste de cuentas pudo venir por ahí. Incluso el padre de Candela, oriundo de San Martín, estaba preso por piratería del asfalto. Aunque Juancho no era un “pesado”. El fiscal Tavolaro se excusará diciendo que la primera vez que declaró, Carola Labrador no le mencionó por vergüenza que su marido estaba preso por ese delito. Pero la mujer asegura lo contrario: que sí lo dijo en sede judicial.

Hubo también llamadas extorsivas que podrían haber inclinado a los sabuesos a declinar su competencia a favor del fuero federal. El propio padre de la nena fue el protagonista de una de ellas: “Gordo, me llevaron a la nena, ayudáme”, rogaba. Nunca se supo a quién. En su primer declaración, el hombre dio pistas fuertes de quienes podían estar detrás del secuestro: nombró a Miguel Ángel “Mameluco” Villalba -que quiso candidatearse a intendente de San Martín-, y dio dos apellidos más: Bóscolo y un tal Sancho. Todos estarían vinculados al tráfico de drogas en la zona.

Y más: los investigadores supieron pronto que la señal del celular de Candela –que no tenía crédito y la niña sólo usaba para sacarse fotos- se perdía en ruta 8 yLa Finita, San Martín. A ocho cuadras de la casa paterna. A pesar de este escenario, los fiscales, el juez y la policía recorrieron otras hipótesis, apelando a protocolos que se emplean con personas perdidas, y armando una pesquisa con ocho detenidos en una casa pintada de rosa donde había habido una mudanza días atrás –la famosa residencia de la calle Kiernan-, donde se sospecha que fueron plantadas evidencias para “solucionar” un caso que a esa altura quemaba como una papa caliente.

Luego de un fallo dela Cámarade Apelaciones de Morón, la causa volvió a foja cero y los imputados fueron puestos en libertad.

Comité en Crisis

El 22 de agosto de 2011, una fecha demasiado cercana a las elecciones que se avecinaban en octubre. El gobernador Daniel Scioli estaba en Italia, haciendo retoques en su brazo ortopédico, cuando el ministro de Justicia Ricardo Casal le hizo saber de la niña desaparecida. Scioli dio la orden de que se ocuparan de cerca, y pronto se armó el Comité de Crisis. Mientras, la bonaerense ya estaba actuando. La misma noche en que desapareció, el superintendente Matzkin se presentó en la casa de Carola. Pronto hizo intervenir los teléfonos de la casa. Al día siguiente, el secuestro había crecido en la prensa y había móviles haciendo guardia en la vereda. Paggi estaba en Necochea cuando se enteró del caso.

Al trailer en el que se montó el centro de operaciones del Comité, asistían la cúpula dela Bonaerense, el ministro Casal y el Gobernador, el intendente de Hurlingahm y también Carola Labrador y el fiscal Tavolaro: incluso, a algunos testigos se les tomó declaración allí mismo. Pero religiosamente, cuando caía la tarde, se miraba el programa de Mauro Viale. Allí comenzó amontarse un circo sobre el caso que mantenía en vilo a la provincia. “No lo trasladamos al cuerpo en ese momento porque el señor gobernador había dicho que iba a bajar en el lugar. De lo contrario, lo hubiéremos trasladado. El cuerpo estaba en condiciones de ser trasladado a la morgue para su análisis más profundo. Se demoró para la llegada del señor gobernador y su comitiva”, declaró antela Comisiónlegislativa Patricia Andrea Flores policía científica de Morón, perito de rastros del caso Candela.

La última carta que terminó por empantanar la pesquisa, fue la aparición del abogado Fernando Burlando como defensor de Carola Labrador. Ella dijo que uno de sus hijos había asistido ala Fundación Feliceslos Niños de Julio César Grassi, muy amigo del abogado cercano a la policía, quien le habría pedido que la ayude. Sin embargo, el segundo relato dice que el abogado fue acercado por el Ministerio de Justicia y Seguridad. Lógica tiene: siempre abogó por la versión de un secuestro de un psicópata sexual, cuando las pistas sugerían otra cosa. Aún hoy, es lo que suele repetir Carola quien, aseguran, solo reproduce el libreto que susurra en su oído el mediático abogado.

Tres periodistas que conocieron a fondo detalles que se tejieron tras la desaparición y el asesinato de Candela, le contaron a Cosecha Roja algunas de las situaciones que llamaron su atención de esta larga historia. Los tres, Candelaria Schamun, Gustavo Carabajal y Ricardo Ragendorfer, declararon en la comisión de investigación que creó el Senado de la Provincia de Buenos Aires y con ello se convirtieron en pieza clave para intentar descubrir qué le ocurrió en realidad a Candela Sol Rodríguez.

Candelaria Schamun

“Hay indicios de un ajuste de cuentas donde podía estar metido el narcotráfico”

Hay una declaración del padre que decía que si esto era un ajuste de cuentas contra él o si era alguien que le podía hacer daño, menciona a dos narcos de
San Martín: Mameluco Villalba y un tal Sancho. Mameluco Villalba ahora está cumpliendo una condena. Es un narco histórico de San Martín que ahora está medio desactivado; no tiene tanta fuerza como tenía antes. Ahí empezaron a verse unos indicios de que la desaparición podía llegar a ser un ajuste de cuentas y que el narcotráfico podría estar metido. Eso salió de boca del padre en una declaración al fiscal, no fue un invento de los medios o de la gente.

Nosotros publicamos eso en Clarín. Salió una versión –que en realidad es verdad, yo tengo la causa– del secuestro de María Alejandra Romagnoli, que es una mujer dueña de un bufet en la cancha de fútbol de Villa Korea. A esta mujer la secuestraron un mes antes de la desaparición de Candela; se la llevaron cuatro hombres con chalecos antibalas y con gorritas que decían “Policía Bonaerense”. Entonces, atando cabos, había cosas que eran media raras y que podrían conectar las dos historias. Entrevista completa.

Gustavo Carabajal – Diario La Nación.

“Creo que la Policía no tuvo errores: desviaron deliberadamente la investigación hacia otro lado”

“Se está investigando a policías bonaerenses por distintas irregularidades cometidas durante la investigación. Creo que la Policía no tuvo errores. Creo que desviaron deliberadamente la investigación hacia otro lado. No puede ser que sustentaran una causa como esta con tantos testigos de identidad reservada. También que se cerraran sobre una sola hipótesis y no buscaron otras posibilidades. Creo que quisieron hacer la heroica y les salió mal.

La causa tenía que haber pasado a la Justicia Federal. No era una desaparición, era un secuestro. Ese, para mí, fue el principal error. Si sabían que la Policía Bonaerense estaba metida, había que apartar de ahí la investigación.
El celular de Candela aparece activado la última vez en la zona de San Martín. Nunca hubo allanamientos en esa zona. Miraron todo alrededor, pero no se metieron nunca a San Martín o a José León Suárez. Y los secuestros anteriores habían sido también en San Martín, la madre trabajaba allá, la familia es de allá, ¿por qué no entraron a allanar?
La decisión política de tomar el hecho, de usarlo políticamente, privó de resultados. Hay sectores de la Bonaerense que están vinculados al negocio de la droga. Si partimos de la base que esto fue una venganza por el tema del narcotráfico, un error judicial era hacerle caso a lo que te decía la policía, que tienen una trayectoria por lo menos vidriosa.” Entrevista completa.

Ricardo Ragendorfer – Miradas al Sur.

“En el caso Candela, el periodismo fue una pieza de la estrategia policial”

“Por el vínculo que tenía la Policía con la prensa –que les tiraba determinadas cosas a los periodistas para robustecer el armado de la causa, o que anunciaban los allanamientos antes de que se concretaran–, podemos decir que hubo una especie de diferencia entre esta cobertura periodística y ese tipo de coberturas periodísticas que de algún modo sobrepasan el desarrollo de los acontecimientos. Mientras el último caso es fruto del sensacionalismo, de la búsqueda de rating, acá no fue así. El rol del periodismo y la conducta de los periodistas era parte no de un juego propio, sino parte de la estrategia policial. Era una agenda propuesta por los policías. La prensa fue nada más que una pieza, y tal vez la pieza más miserable, de la estrategia policial”. Entrevista completa.