Chile: una revuelta feminista

Asambleas populares y redes de cuidado,  ollas comunes, abogadas que recorren comisarías: la revuelta chilena.“Estamos creando un nuevo tejido social”, dicen las feministas chilenas. Así lo cuentan.

Textos Lule Oke – Fotos: Dani Zárate

Dos niñas dibujan en la calle mientras sus madres y sus padres cacerolean. Terminan y cuelgan con cintas de colores un cartel: “No estamos en guerra, estamos unidos”. Desde el viernes pasado Chile arde. En las asambleas barriales se crearon comisiones de seguridad y ollas comunitarias para alimentar a vecinos y a las personas que vuelven de las manifestaciones. Se generaron actividades para les niñes y crearon vínculos con locatarios de comercio para propiciar redes de abastecimiento, pero también visibilizar el rol de los pequeños almacenes desplazados durante años por las multinacionales.

Hace siete días ninguna organización social, ni territorial, ni feminista podía imaginar este escenario. Mientras el Estado aprieta a Chile con todo su poder, en los márgenes surge la potencia.

Constanza Cifuentes está agotada, pero en su voz hay cierto entusiasmo. Ella es parte de la Coordinadora Feminista 8M de Santiago “Se ha generado”, dice “una colectivización de los espacios territoriales como las asambleas autoconvocadas para crear herramientas de organización comunitaria y tejer redes entre vecinos y vecinas. Tuvimos que accionar en un contexto que no sólo es de crisis de gobernabilidad, sino también capitalista y patriarcal”.

Es difícil moverse al centro de Santiago. “Por eso las compañeras en los distintos territorios se han preocupado principalmente por la seguridad que es obviamente el gran problema” dice a los gritos Yoselin Fernandez, de la Red Chilena Contra Violencia hacia las Mujeres, en un audio repleto de ruidos de manifestación. “Se han formado distintos comités y organizaciones que hacen de guardia de las poblaciones, que también levantan estrategias para defenderse de la represión desmedida de la policía, de los militares que han asesinado a civiles con armas de guerra” cuenta.

Desde su organización, la Coordinadora Feminista 8M, llaman a permanecer en las calles. “Nos rebelamos”, dicen, “al mandato a callar, a volver a las casas, a retornar a una normalidad que no queremos. Mujeres y disidencias hemos llenado una y otra vez las calles y hemos descubierto que el coraje es un músculo que se ejercita con el uso”.

Gemma Montiel es activista feminista y docente. “El feminismo fue lo primero que vi poniendo a la luz la información: qué estaba pasando, ofreciendo abogadas y recursos” cuenta ahora, pero hace un par de horas estaba corriendo de la represión policial.

Desde el día que comenzaron las manifestaciones la Asociación de Abogadas Feministas de Chile está compartiendo en sus redes sociales bajo el hashtag #NosCuidamosEntreTodas material informativo que va desde terminologías legales a información sobre cómo actuar frente a una eventual detención.

Veronica del Pozo es co-directora de la organización, estuvo recorriendo con Abofem y otras organizaciones comisarías, tanto en la Región Metropolitana como en el resto del país. “Tuvimos muchos problemas para ingresar. Los carabineros nos señalan que solo puede acceder personal del instituto, pero hemos presentado un recurso de protección a la Corte de Apelaciones de Santiago para poder ejercer nuestra profesión libremente y así acceder a la información de las personas detenidas”.

“Un militar tocó a una mujer con el fusil en sus partes íntimas y amenazó con violarla. La violencia sexual ejercida contra las mujeres resulta alarmante” cuenta Verónica. Hasta este momento, según el Instituto Nacional de Derechos Humanos, son 2410 personas detenidas, 535 heridas y 8 querellas contra agentes del Estado por Violencia Sexual: seis casos de desnudamiento con solicitud de sentadillas y dos amenazas de violación por parte de los carabineros.

El último 8 de marzo, 200 mil mujeres y disidencias llenaron las calles de Santiago. No es ahora que el feminismo surge en Chile, ni mucho menos, pero desde hace una semana resurgieron antiguas estrategias de resistencia. “Como las de las mujeres en la dictadura militar de realización de ollas comunes”, dice Constanza. “Estas acciones implican colectivizar las tareas y permite la participación de los barrios y territorios, sobre todo los más periféricos. En esa organización comunitaria, las feministas somos fundamentales”

“Nos estamos replegando y desplegando en nuestros lugares de hábitat, porque desde ahí se está debatiendo y construyendo una sociedad futura que sea distinta y transformadora: con un carácter antirracista, plurinacional, anticapitalista, decolonial y feminista, por supuesto.” dice Constanza y vuelve su entusiasmo: “Estamos creando un nuevo tejido social”.

Esta nota se produjo en el marco de la Beca Cosecha Roja.-