Semana.- Foto: El Espectador

Ante la juez 11 de conocimiento, Javier Velasco aceptó los cargos de homicidio, tortura y acceso carnal violento en el marco de la investigación que se adelanta por el asesinato de Rosa Elvira Cely perpetrado el pasado 24 de mayo en inmediaciones del parque Nacional, en el oriente de Bogotá.

Con esa decisión, Velasco, quien era compañero de colegio de la víctima, espera una reducción en la pena que le impondrán en las próximas semanas. No obstante, los familiares de la mujer, que murió a los 35 años tras cinco días de agonía en un hospital del sur de la ciudad, confían en que al hombre le impongan la máxima condena: 60 años.

Por su parte, Jesús Revelo, abogado de Velasco, reconoció que la Fiscalía posee el material probatorio necesario que ubican a su cliente en la escena del crimen y de allí la crucial escogencia. “Mi defendido de manera libre, consciente y voluntaria usa los derechos que la ley le da y uno de ellos es renunciar de ir a juicio”, indicó el jurista.

Cabe recordar que Javier Velasco Velásquez ya tenía una condena por homicidio y un par de investigaciones, una de estas por acceso carnal en una menor de edad. Al día siguiente del brutal ataque, el hombre se presentó como si nada al colegio, suponiendo que su víctima había muerto.

Sin embargo, poco después que una profesora contó en clase que Rosa había sufrido un accidente y estaba en cuidados intensivos, Velasco salió discretamente de la institución y empezó a huir. La Sijín lo detuvo días después y la captura fue aplaudida por el propio presidente Juan Manuel Santos.

En principio, un juez de garantías se abstuvo de dictarle medida de aseguramiento, sin embargo, tal decisión fue revocada a los pocos días y el hombre fue llevado a la cárcel Modelo, prisión en la que aún permanece.

Para esa época se conoció que las muestras de semen, halladas en el cadáver de Cely, coincidían con el ADN de Velasco. De hecho, ese dictamen hace parte del llamado acervo probatorio que el ente acusador expuso ante el estrado, junto a otras contundentes evidencias con las que el hombre no tenía una coartada para que pudiera demostrar su inocencia.