Cosecha Roja.-

El programa “Jóvenes a lo Bien” surgió de una propuesta de cooperación entre la Policía Nacional de Colombia y el SENA (Servicio Nacional de Aprendizaje). Esta iniciativa permitió la reinserción social de más de tres mil pandilleros. Entre el 2007 y el 2010, se dictaron cursos y capacitaciones en diferentes ciudades de todo el país. Los adolescentes que participaron en los talleres aprendieron oficios y, en la mayoría de los casos, consiguieron trabajo.

El proyecto se dividió en dos ejes principales. En la primera etapa, se identificaron los grupos en riesgo y se entabló un diálogo con los líderes de las bandas que requerían intervención. Después el SENA organizó cursos de emprendimiento y desarrollo empresarial con los jóvenes elegidos y determinó los perfiles ocupacionales de cada grupo. En esta entrevista, Roberto León, Director de Seguridad Ciudadana durante el proyecto, habla de los resultados de esta iniciativa que logró desactivar la violencia juvenil.

¿Cómo surgió el proyecto?
El plan nació enmarcado en el programa “Unidos por la Vida” que ya estaba instalado en Colombia. Su objetivo era diseñar acciones que puedan contrarrestar la problemática de los niños, niñas y adolescentes que son usados por la delincuencia organizada para delinquir. Los factores determinantes que influyeron en la introducción del proyecto fueron los fenómenos de violencia, la descomposición social y la falta de oportunidades laborales que afectaban (y siguen afectando) a los sectores más vulnerables de las ciudades. Estas carencias generaron una serie de comportamientos que han activado la delincuencia juvenil, a través de grupos denominados pandillas, combos, parches, barras de fútbol o tribus urbanas.

¿Qué le podía aportar “Jóvenes a lo bien” al proyecto que ya estaba funcionando?
Debíamos desactivar la delincuencia juvenil, que era fomentada principalmente a través de las pandillas. Para eso iniciamos, a través de la Dirección de Seguridad Ciudadana, el programa “Jóvenes a lo bien” en marzo de 2008. Un plan que tenía una serie de estrategias en coordinación y apoyo con las autoridades de los gobiernos municipales y sus instituciones para brindar apoyo no sólo a los jóvenes sino también a su núcleo familiar.

Además de los gobiernos locales, ¿tuvieron otro apoyo?
El programa fue una alianza estratégica entre muchas instituciones que aportaron su granito de arena. Principalmente fue guiado por la Policía Nacional y contó con la colaboración de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC), la Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional, el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), alcaldías, gobernaciones y presidentes de junta de acción comunal, el ANDI, el Ingenio del Valle del Cauca. Además, ayudaron integrantes de grupos juveniles violentos incluyendo el núcleo familiar.

¿Cómo se trabajó en el inicio?
Hubo una primera etapa de individualización y acercamiento. Aquí se determinaban cuáles eran los jefes de los grupos que se requería intervenir (barra, pandilla o tribu urbana). Se ubicaban sus puntos de reunión y aquellos líderes que se encontraban en las cárceles. Por último, se juntaba a los chicos dentro de sus territorios. Ahí conocíamos sus puntos de vista. Este era un momento importante, ya que sobre estas sugerencias aplicaríamos las estrategias de intervención invitando a su núcleo familiar y allegados para ser parte del proceso. Luego, la mayor parte del trabajo se realizó en el SENA y las otras instituciones que se encargaban de la formación profesional de los jóvenes.

¿Cuáles fueron los aportes que se lograron con esta experiencia?
Comprendimos el fenómeno de las pandillas a través de la identificación de factores de riesgo. Con eso pudimos priorizar aquellos casos de mayor relevancia y que necesitaran una intervención más rápida. Por otro lado, diseñar programas y estrategias por tipos de población (edades, género, estrato socioeconómico etc.), dirigidos a lo delitos de mayor impacto interviniendo sus causas en segmentos manejables.

¿Con qué dificultades se encontraron?
Orientamos a las unidades policiales para intervenir acertadamente a la población juvenil en sus jurisdicciones. Nos encontramos que el factor de riesgo pasó a ser el problema a resolver y una posibilidad concreta de intervención. Para eso debíamos indicar las posibilidades de cooperación con otras organizaciones de carácter gubernamental, no gubernamental y de la comunidad. Hubo que realizar evaluaciones sobre el impacto de los programas de prevención en la disminución del delito y la percepción de seguridad.

¿Con que facilidades contó? ¿Cómo se financió?
De la Policía Nacional participaron un oficial, tres mandos ejecutivos y dos patrulleros del Área de Prevención de la DISEC, funcionarios asignados por los comandos de Región, departamentos, distritos y estaciones de policía. En cuanto a los recursos financieros contamos con $1.000.000.000 de pesos colombianos (medio millón de dólares), invertidos por las alcaldías, gobernaciones. Además, tuvimos la cooperación de la empresa privada ANDI, Ingenio del Valle del Cauca.

¿Cuáles fueron los resultados?
Como resultados significativos destacamos la participación de tres mil integrantes de grupos juveniles violentos (incluyendo el núcleo familiar). Comprobamos fue muy positivo el trabajo coordinado con las instituciones estatales y privadas que se vincularon obteniendo como resultado un gran beneficio a las comunidades más necesitadas a un costo relativamente bajo. Se redujo el número de jóvenes que encontraban en las pandillas una opción o modelo a seguir. Pusimos en marcha doce programas de capacitación laboral, con los que se intentó reestablecer a los jóvenes en el tejido social a través de proyectos productivos que benefician a la familia y por ende a las comunidades. También se llevaron a cabo dos programas de formación (proyecto de vida y emprendimiento empresarial), desarrollados en Barranquilla, Dosquebradas, Manizales, Soacha, Villavicencio, Puerto Tejada y Flandes Tolima. Estos se vincularon al sector empresarial con el objeto de brindar apoyo y sostenibilidad al programa.

¿En qué tipo de actividades se pudieron reinsertar los jóvenes?
Calzado y marroquinería, mantenimiento de redes eléctricas domiciliarias, belleza y cosmetología, reparación y mantenimiento de computadores, corte y confección, panadería, mecánica de motos y vehículos, cultivo de hongos comestibles, guía turístico, construcción, procesamiento y comercialización de flor de Jamaica, procesamiento y comercialización de pulpa de frutas.

¿Hubo algún aspecto en el que cree que el proyecto podría haber funcionado mejor?
Creo que el proyecto fue bastante completo. Incluso, se ha hecho presencia brindando una oportunidad de vida para los jóvenes y sus familias, hubo una reducción de delitos tales como: robo, lesiones personales, violaciones, micro tráfico y homicidios. Se mejoró la percepción de seguridad en las comunidades de las cuales provenían los jóvenes lo cual es muy importante para pensar proyecto a futuros.

¿Tuvieron algún roce con los jóvenes?
Siempre existen roces cuando se discuten este tipo de actividades. Más con la relación que solían tener estos jóvenes con la policía. Sin embargo, se generó un buen clima. En parte, el programa se pudo llevar a cabo porque hubo actividades innovadoras como la creación de espacios para arte urbano (grafitis) o la recuperación de parques para hacer deporte.