Colombia resiste: el pueblo para y el gobierno dispara

Desde el 28 de abril las protestas crecen en todo el país. La respuesta del gobierno de Iván Duque es violencia y muerte: el abuso de poder y exceso de fuerza de la policía y el Esmad ha dejado muertxs, mutiladxs, víctimas de abuso sexual, detenidxs y una rabia que solo crece y con razón. ¿Qué está pasando en Colombia? Escribe Ita María de Volcánicas

Colombia resiste: el pueblo para y el gobierno dispara

05/05/2021

Ita María para Volcánicas

Foto: CeroSetenta

Decir que lo que viene pasado durante los últimos seis días en Colombia es grave se queda muy corto. Y aunque ya se haya retirado la Reforma Tributaria, y haya renunciado el Ministro de Hacienda, es urgente la veeduría internacional para que el mundo se entere, divulgue y rechace el autoritarismo y los crímenes que está cometiendo en nuestras calles la Fuerza Pública colombiana, accionada por el Presidente Iván Duque. El abuso de poder y exceso de fuerza de la policía y el Esmad ha dejado muertxs, mutiladxs, víctimas de abuso sexual, detenidxs y una rabia que solo crece y con razón. La respuesta del gobierno al reclamo ciudadano ha sido, tras varixs muertxs, el retiro de la Reforma Tributaria (para revisarla y reformularla) y la orden de militarizar los centros urbanos bajo la figura de “asistencia militar”. Todo esto, para los libros de historia, rodeando el Primero de Mayo, día Internacional de Lxs Trabajadorxs y la clase obrera, que ya se encontraba en las calles desde el 28 de abril rechazando la reforma y exigiendo que se garanticen sus derechos. Para ellxs, una cachetada más.

La Policía está buscando en los cañales diciendo: mujer que encontremos mujer que violamos” narra una de una de las mujeres que estuvo cerca al peaje Estambul, saliendo de Palmira hacia Cali, durante la noche del domingo 3 de mayo en uno de los lugares de mayor represión a manifestantes del Paro Nacional en Colombia. De acuerdo con el más reciente reporte de la plataforma GRITA de la ONG Temblores, los cinco días de violencia estatal han dejado: 31 víctimas de violencia homicida por parte de la policía, 1443 casos de violencia policial, 216 víctimas de violencia física por parte de la policía, 77 casos de disparos por parte de la fuerza pública, 56 denuncias por desapariciones y, conforme reporta la Campaña Defender La Libertad un Asunto de Todas, más de 350 personas heridas, al menos 23 lesiones oculares, más de 988 detenciones, 47 abusos y agresiones a defensorxs de DDHH y 11 casos de violencia sexual.

La tributaria solo prendió la mecha

Este Paro Nacional Indefinido inició el 28 de abril, a pesar de las extremas condiciones de la Pandemia que se ha caracterizado por la normalización de control ciudadano a través de múltiples toques de queda y el estado de emergencia, y fue convocado por su comité y por las centrales obreras, con apoyo de diversos sectores de la sociedad como las organizaciones feministas, partidos de izquierda, movimientos estudiantiles y ciudadanos, gremios, artistas y trabajadores de la cultura. En general, es un Paro impulsado por una ciudadanía inconforme, agotada y exprimida que no aguantaba ni una afrenta más.

Contrario a lo esperado, la convocatoria fue multitudinaria en todo el territorio nacional, confirmando que para el grueso de las personas el riesgo de contraer COVID pasó a un segundo plano ante el riesgo inminente de una Reforma Tributaria que pretendía recaudar 6.300 millones de dólares a costa de los bolsillos de la clase media, todavía golpeada por los efectos de la pandemia. Entre las medidas propuestas en dicha reforma se incluía ponerle IVA (impuesto al valor agregado) a los servicios funerarios (¡EN PLENA PANDEMIA!) y a los servicios públicos de los estratos 4 y 5, así como pasar varios productos de la canasta familiar (incluidos productos menstruales como tampones y toallas higiénicas) de exentos a excluidos del IVA (que ya es uno de los más altos de la región: 19%). Esto significa que a los productores ya no se les devolverá el IVA pagado por los insumos usados, provocando el aumento de su costo final.

Podemos decir que la Reforma Tributaria, sumada al cinismo burlón de un ex ministro de Hacienda, tan desconectado de la realidad del país que no supo ni responder cuánto vale una docena de huevos en una entrevista, fue algo así como el equivalente a los 30 pesos del Estallido Chileno. Pero el paro va mucho más allá de la reforma. Este paro también recoge las banderas del Paro de noviembre del 2019 que, al igual que todxs nosotrxs, tuvo que irse a cuarentena debido a la pandemia, pero cuyo fuego no se extinguió. Este nuevo Paro revive a su antecesor pero con más rabia y más motivos para protestar: la mala gestión de la pandemia y las vacunas; la pobreza de casi la mitad de la población (en el 2020 alcanzó el 42,5%) contrastada con el presupuesto de 10.400 millones de dólares para Defensa en 2021; los 57 líderes sociales asesinados en lo que va del año (1173 desde la firma del Acuerdo de Paz); una Reforma a la Salud que amenaza con mercantilizar el derecho a la salud (¡EN PLENA PANDEMIA!); y tantas violencias más que este gobierno aún no logra ni parar, ni reparar, ni reconocer.

Por esto el domingo, tras conocer la decisión del Presidente Duque de retirar dicha reforma, continuamos en las calles y el paro se mantiene.

En palabras de Alexandra Rochi, fotógrafa feminista, ex-combatiente y firmante de paz: “Estamos en la calle, no solamente por tumbar una reforma tributaria. Estamos en la calle porque tenemos encima una reforma a la salud con la cual se pretende privatizar el poco, paupérrimo y pésimo sistema de salud de este país. Y estamos en la calle por los líderes, por las lideresas que han sido asesinadas, por las defensoras y defensores de derechos humanos que han sido asesinados, por los migrantes del acuerdo de paz que también han sido asesinados, que sobre todo por una reforma policial ya. ¡El paro no para!”.

La “asistencia” militar

Con la retirada de la Reforma Tributaria vino una medida que empeoró la situación de orden público: el Presidente apeló al recurso de “asistencia militar”, un eufemismo para militarizar las ciudades en donde hay mayores concentraciones de resistencia ciudadana instaurando, sutilmente, pequeñas dictaduras para “restablecer el orden”. El rechazo de la ciudadanía a esta medida autoritaria no solo retumba en las calles y las redes (tan importantes para divulgar lo que ocurre) sino que ha resonado con organizaciones defensoras de DDHH internacionales como la CIDH, la Unión Europea y artistas como Karol G, Kaliuchis, Lido Pimienta y, más vale tarde que nunca, Shakira. Es tan grave lo que ocurre en Colombia que hasta JBalvin, simpatizante de la derecha colombiana, ha pedido públicamente al presidente Duque que pare la guerra civil.

Es cuando menos curioso que este gobierno, que tanto capitalizó la situación política de Venezuela y la represión policial del madurismo contra la ciudadanía durante las manifestaciones, el que ahora esté ejerciendo exactamente los mismos métodos de control y represión. Si esto estuviera ocurriendo en Venezuela, Duque ya estaría con guitarra en mano y balón en pie, animando un concierto en la frontera con Carlos Vives y Maluma baby para recaudar fondos para las víctimas de la dictadura castrochavista.

Lo cierto es que la militarización está dejando ríos de sangre en nuestras ciudades, especialmente en las noches, mientras los medios hegemónicxs se enfocan en hablar sobre los trancones que ha habido por cuenta de las manifestaciones y no sobre las masacres que sí están siendo transmitidas en vivo, a cientos de miles de espectadores, por redes sociales. Así que cada masacre nocturna es una masacre anunciada. Anoche fue Siloé, pero también ayer quedó registrado en cámara el asesinato de un civil en Floridablanca, Santander e Ibagué ha reportado al menos 2 muertos. Pereira envía videos de terror, Bucaramanga, Barranquilla, Acacías, Meta, esto está pasando en todo el territorio a los ojos del mundo y nadie hace nada para detenerlo. Preocupa aún más que el uribismo esté pidiendo se declare Estado de Conmoción Interior, como si no fuera suficiente la sangre ya derramada.

Otra mujer, que también estuvo en el peaje de Palmira, nos compartió su testimonio: Nos provocaban diciendo “si ustedes no atacan, nosotros atacamos”. Y así empezó todo. El peaje ya había sido quemado el primero de mayo y, como se supo de la movilización, allá llegó la Policía y el Esmad. Estábamos de forma muy pacífica cantando arengas, bailando y gritando sin violencia pero la Policía empezó a amenazarnos con atacarnos si nosotros no atacábamos, como quien dice si ustedes no arman revuelta nosotros sí, para dar de qué hablar. Las personas empezaron a alejarse por miedo a que se pusiera feo todo. Cuando arremetieron contra nosotros la gente empezó a correr y a quienes corrieron hacia los cañaduzales les disparaban, gente que corrió salió herida, por golpes y caídas, y a la gente de derechos humanos que estaban en el sitio los acorralaron para no dejarlos pasar hacia donde estaba la gente. Ya ahí en Llano Grande llegaron las personas que pudieron traer heridas, para asistirlas, darles agua, pero la represión no los dejaba mover a lugares donde pudieran estar a salvo y asistirlas. Yo por temor y mi seguridad salí de ahí. Ayudamos como pudimos. Afortunadamente en el punto provisional, que fue en el Parque el Prado, se juntó gente a ayudar, con gasas, agua oxigenada, vendajes, la gente colaboró con transporte también”.

Y es que en Cali la resistencia ha sido tal que el barrio Puerto Rellena ahora se conoce como “Puerto Resistencia” y la Loma de la Cruz como “Loma de la Dignidad”. Y son quizás los lugares que han reportado mayores concentraciones ciudadanas en rechazo a las reformas y la represión sanguinaria. Pero también por esto ha sido una de las ciudades que más “refuerzos militares” ha recibido. Anoche vimos en videos al ejército irrumpir en el sector de Siloé, una zona marginada de la ciudad, que carga con todos los estigmas y desigualdades, y aún no se sabe cuántos fueron los muertos de esta nueva masacre. Por ahora se confirma la muerte de un niño de 11 años y otro de 7 que está en estado de gravedad. Cali es la ciudad que más muertos ha puesto y la situación, lejos de mejorar, escala aún más con grupos de ciudadanos armados dispuestos a “defenderse” de lxs manifestantes y tomarse la justicia por mano propia.

Sin embargo, a nosotras no nos interesa resaltar que la protesta es pacífica porque creemos que la acción directa es un elemento legítimo de la protesta pero, sobre todo, porque absolutamente NADA, justifica ni le permite a la policía matar a civiles. En Colombia no existe pena de muerte, así que en caso de delitos lo correcto sería realizar los procedimientos establecidos para una detención LEGAL. Un debido proceso judicial y lo que corresponda. Pero asesinar civiles que, si mucho tendrán palos y piedras, es un crimen de estado.

En uno de tantos videos que hemos recibido durante estos cuatro días, quedó registrado el doloroso testimonio de Geraldine Vanessa Ortíz Luque denunciando el abuso policial sufrido por ella, su hermano y compañeros en la ciudad de Pereira, en donde también se han reportado altos índices de violaciones por parte de la fuerza pública a los ddhh contra manifestantes. “La policía nos está matando, nos cogieron, nos acorralaron… Nos empezó a decir que si éramos muy valientes. Nos agarró el tombo y nos empezó a pegar. Nos cogieron como entre cuatro motos. A mí me cogieron entre tres y me pegaron en la cabeza, en el pecho, en la espalda. No sé cómo me alcancé a volar de esos tres pero, aparte me topé con otros tres que me seguían pegando. Salí corriendo y una moto me seguía persiguiendo, me pegó un bolillazo en la sien, me abrió la cabeza y me dejó sangrando. La policía está dispuesta a matarnos. Lo dice llorando en un video en donde se ven su cabeza y la mitad del rostro envueltos en vendas. Como este, son muchos los videos y denuncias ciudadanas que han circulado denunciando todo tipo de atropellos, violencias, abuso sexual y asesinatos cometidos por la fuerza pública.

Los en vivo y el dolor colectivo

Ante la complicidad, o conveniencia, de la mayoría de los medios tradicionales, los medios independientes, comunitarios, alternativos y feministas se han vuelto el canal confiable de información para muchxs. Pero no nos digamos mentiras, nuestro alcance sigue siendo de nicho. Ha sido gracias a personajes públicos como Adriana Lucía, Julián Román, Carolina Guerra, la mexicana Nath Campos y el boricua Residente que se ha logrado visibilizar masivamente y en vivo la situación.

Los “lives” de Instagram se han vuelto la nueva forma de informar y comunicar de manera inmediata, masiva y veraz en terreno. Suceden así: quienes se encuentran en el lugar de los hechos comienzan a transmitir y quienes se unen a la transmisión hacen más conocidas las denuncias, se vuelven amplificadores. Fue a través de un live de Instragram que vimos morir a Nicolás Guerrero, un joven estudiante caleño que se encontraba en una velatón por los muertos de las jornadas anteriores, cuando el Esmad llegó a dispersar la concentración y abrió fuego. Nicolás murió frente a decenas de miles de personas.

El dolor y la represión están escalando más rápido que nunca. En solo seis días, además de las cifras mencionadas anteriormente, sabemos también de personas que han quedado con quemaduras de segundo grado después de ser gaseadas. Esto implicaría el uso de gases con químicos no permitidos y violatorios a los protocolos internacionales, además de las detenciones masivas arbitrarias por parte de efectivos de la fuerza pública que, además, han impedido la identificación de las personas detenidas. También hemos conocido casos de violencia contra periodistas, que ponen en riesgo la libertad de prensa, como la captura ilegal de la periodista Yurany Alzate en Bello, en Antioquia.

A las colectivas feministas, a las defensoras de derechos humanos y a los medios independientes nos llegan denuncias, reportes y videos dolorosos uno tras otro. No sé cómo vamos a gestionar todo esto ni sé en qué va a quedar la salud mental de este pueblo, que ya venía mal desde antes de esta pandemia, tal vez desde siempre. Tampoco sé cómo vamos a gestionar la indolencia de tantas personas, amigxs y familiares, que insisten en estigmatizar el reclamo justo y la rabia digna de un pueblo que ya no tiene nada más que perder y está perdiendo la vida en las calles.

Desde Volcánicas elevamos dos preguntas al gobierno nacional ¿CUÁNTAS MUERTES MÁS PARA QUE DESMILITARICEN LAS CIUDADES? ¿DÓNDE VA A SER LA MASACRE ESTA NOCHE?

En caso de requerir apoyo en derechos humanos en el contexto de la protesta social, en cualquier lugar del país, pueden contactar a Boroló al celular: 301352410 y 30135124 10

*Ita María es una feminista colombiana, autora del libro “Que el privilegio no te nuble la empatía” (Planeta, 2020) y cofundadora de la colectiva Las Viejas Verdes. Ita María es Economista de la Universidad Icesi (Cali, Colombia) y tiene un MBA de Esdén Business School. Desde 2007 ha ocupado cargos directivos en importantes compañías de la industria de moda y tendencias como experta en marketing y estrategia (INVISTA, 2007-2012), análisis de tendencias y comportamiento de consumidor (WGSN, 2013-2017) y más recientemente incursiona en la industria de los medios independientes y alternativos (VICE, 2019-2020). Cuenta con más de una década de experiencia en generación de contenidos, nuevas narrativas, construcción de comunidades virtuales y comunicación digital y ha sido tallerista y conferencista de mercadeo, redes sociales y tendencias en América Latina. Actualmente se encuentra dedicada a apoyar y asesorar en estrategia de comunicaciones a organizaciones con enfoque feminista y de derechos humanos.